En un mundo gobernado por la pseudoinformación y la manipulación mediática, es fundamental que tomemos un momento para reflexionar sobre cómo hemos llegado a este punto. ¿Alguna vez te has encontrado compartiendo una noticia de la que, en el fondo, sabías que no eras tan seguro? Te entiendo perfectamente, a veces es difícil resistirse a la tentación de viralizar un titular llamativo, aunque eso signifique alimentar el monstruo de la desinformación. En este artículo, exploraremos la pseudocracia, sus implicaciones y cómo podemos navegar en este mar de mentiras con un poco de sentido común y un toque de humor.

La marea de la pseudoinformación

La pseudoinformación no es sólo un término raro que puedes encontrar en charlas de café. Es la corriente subterránea que, de manera involuntaria, alimentamos con cada clic y cada ‘me gusta’ que otorgamos a contenidos engañosos. Lo sé, lo sé, es supertentador darle a “compartir” en una publicación que dice que un famoso está en problemas, a pesar de que no hay evidencia sólida para respaldarlo. Tal vez deberíamos considerar un día de desintoxicación de redes sociales, ¿no te parece?

¿Qué es la pseudocracia?

Pero, ¿qué es exactamente la pseudocracia? Según el concepto, se trata de un régimen en el que el arte de la mentira se convierte en el camino hacia el poder. ¿Recuerdas aquel lema que decía: «la verdad duele»? En la pseudocracia, podríamos reformularlo: «la mentira gana elecciones». Así es, queridos lectores, hemos entrado en la era donde la política se rige no por la verdad, sino por quién miente mejor.

En un artículo reciente, se afirma que en la pseudocracia los que dominan son aquellos que logran viralizar sus mentiras, convirtiendo a los ciudadanos en meros viralizadores de desinformación. ¡Qué triste realidad! Cada vez que compartimos información poco confiable, otorgamos una especie de “certificación” a las mentiras de otros. Así que, si alguna vez te has sentido culpable por reírte de memes engañosos, estoy aquí para decirte que estás en buena compañía.

La conspiración de las plataformas digitales

Ahora, hablemos de un término que a muchos les da escalofríos: «algoritmos». Estos pequeños programitas están diseñados para mantenernos haciendo scroll sin fin. Pero también, se han convertido en cómplices de la desinformación. Cuando interactuamos con contenido sesgado, estamos creando un bucle: cuanto más lo hacemos, más contenido similar nos llegan, alimentando la máquina de la pseudoinformación.

Imagina que cada vez que te gusta una publicación engañosa, los algoritmos te dicen: «¡Oh, este usuario ama las mentiras! ¡Vamos a darle más de lo mismo!» Es como tener un amigo que solo te recomienda las peores películas del mundo, y tú… bueno, sigues dándoles like. Un día, te despiertas y te das cuenta de que has visto demasiado a Vin Diesel como protagonista en películas de acción equivocadas. ¿Soy la única que se siente así de perdida, o nadie más?)

El papel de los medios de comunicación

Los medios de comunicación también juegan un dedo en esta obra. Es cierto que en la búsqueda desenfrenada de clics, muchos hubieran deseado un buen escándalo en lugar de un hecho objetivo. Recuerda el clásico “si sangra, lidera”. Así, a menudo recurren a titulares sensacionalistas para captar la atención del público. Es como si hubieras llegado a casa y en lugar de encontrar tu serie favorita, solo quisieras ver un caos resplandeciente.

En este contexto, hay que señalar que no todo cambio es negativo. Muchos periodistas luchan por hechos y datos verificados, y muchos medios están trabajando para combatir la desinformación. El hecho es que no podemos confiar ciegamente en lo que vemos en la pantalla; tenemos que ser críticos y hacernos preguntas. ¿Quién dice esto? ¿Por qué? ¿Está fundamentado por hechos? A veces, un poco de escepticismo puede salvarnos de compartir algo que nunca debimos tocar con un palo de diez pies.

La manipulación política en su máxima expresión

La manipulación política se ha convertido en un arte en la pseudocracia. Los líderes políticos, como infames magos, lanzan humo, espejos y mentiras blasonadas para atraer a las masas. El termómetro político parece medir no el bienestar de los ciudadanos, sino su capacidad para convertir la desinformación en viralidad.

El fenómeno del trumpismo está allí para observarlo. Ya sea Trump, Bolsonaro o Vox, el discurso de la derecha populista se basa en la creación de realidades alternativas. Recuerda esa vez que Trump dijo que había más personas en su inauguración que en cualquier otra. Ahora, ríete de eso. O no, porque el asunto es bastante serio. Cada vez que afirmamos mentiras, se valida una narrativa errónea, y eso es bastante peligroso.

La memoria histórica y sus manipulaciones

Y aquí es donde aparece la manipulación de la memoria histórica. A menudo, las narrativas son remodeladas para encajar en el molde del populismo. En 2004, mientras se recordaba el atentado yihadista del 11M, se lanzó un bulo que utilizaba a las víctimas para justificar un discurso en pro de la unidad y la defensa del sistema. Un ejemplo claro de manipulación emocional que se convierte en disfraz político.

¿Qué podemos aprender de esto? Es crucial recordar la historia tal como sucedió y criticar a las figuras públicas que intentan jugar con ella a su favor. Nunca está de más leer un poco sobre lo que realmente ocurrió y tratar de no dejar que los discursos vacíos nos inserten en las narrativas de otros.

Cómo enfrentar la pseudocracia con sentido común

Ahora, que ya hemos resumido un panorama devastador y vívido de la pseudocracia y la pseudoinformación, es momento de ponernos serios. Pero no tanto, porque no quiero que esto se vuelva un lamento. Te ofrezco aquí varias estrategias que podemos seguir para ser más críticos y escépticos frente a la desinformación.

1. Haz tu propia investigación

Antes de compartir cualquier cosa, ¡haz tu tarea! No es tan complicado. Si un titular suena demasiado bueno para ser verdad, lo más probable es que lo sea. Pregúntate: ¿Quién lo dice? ¿Cuáles son las fuentes? Si puedes, verifica el contenido a través de sitios web de verificación de hechos. No tengas miedo de ser ese amigo odioso que dice: «¿En serio, leíste esa fuente?».

2. Fomenta el diálogo

Conversar sobre temas espinosos es un desafío, pero es vital. ¿Alguna vez has intentado cambiar las opiniones de alguien compartiendo un meme? No funciona así, amigos. En lugar de eso, intenta abordar las diferencias desde un lugar de curiosidad. Quién sabe, quizás los lleves a una nueva forma de ver el mundo.

3. Refuerza la educación mediática

La educación mediática debería ser parte de nuestro crecimiento como ciudadanos. ¿Quién sabe? Tal vez un día tengamos un plan de estudios que incluya un curso de “Cómo No Ser Un Viralizador de Desinformación”. Y ahí estaré, o al menos espero que lo esté, enseñando a todos mis amigos a compartir contenido real.

4. Apoya a los buenos medios de comunicación

No todos los medios son iguales. Esfuérzate por seguir y apoyar aquellos que realmente están comprometidos con la verdad y el periodismo responsable. Sí, el periodismo no está muerto, aunque algunos intenten demostrar lo contrario. Puedes convertirte en un activista de los medios bien intencionados. ¡Siempre se puede hacer más!

Reflexiones finales: Una batalla constante

Al final del día, la lucha contra la pseudoinformación y la pseudocracia es una batalla constante. Si bien puede parecer complicado, todos tenemos un papel que desempeñar en la mejora del panorama informativo.

Así que, a todos los que están leyendo esto, los invito a ser más conscientes, críticos y por qué no, un poco más divertidos. A veces, un poco de humor puede aligerar el peso de la verdad. La próxima vez que un amigo comparta una noticia cuestionable, recuérdales que aún estamos bajo el mismo cielo, en un mundo donde la verdad y la mentira bailan un tango eterno.

Antes de irme, te dejo con una última pregunta: ¿realmente estamos dispuestos a enfrentar la realidad, o preferimos seguir siendo cómplices de las mentiras que consumimos a diario? ¡Eso depende de nosotros!