El liderazgo es un arte complejo, a menudo más similar a un delicado equilibrio que a un camino recto y predecible. Si bien el título de este artículo podría sonar como el resumen de un manual de autoayuda, no se dejen engañar: el tema que tratamos es de crucial importancia hoy en día. Tras la devastadora DANA que azotó la Comunidad Valenciana, el liderazgo se ha convertido en la pieza clave para la reconstrucción y la recuperación. Y aquí entra en juego el teniente general Francisco Gan Pampols, cuya experiencia militar y liderazgo afrontará desafíos en un escenario incierto. En su libro El arte de mandar bien. Querer, poder, saber, Gan ofrece reflexiones que son realmente aplicables, no solo a un contexto militar, sino también a la vida diaria y, ojalá, a la política activa.
Un cisne negro que nadie vio venir: la importancia de la preparación
A lo largo de su carrera, Gan ha enfrentado «cisnes negros», o eventos inesperados con impacto desproporcionado. La pandemia de COVID-19 fue uno de ellos. Si me preguntan, recuerdo perfectamente cuando, sentado en la sala de espera del dentista, escuché las noticias por primera vez. La preocupación y confusión en el aire eran palpables. Se sentía como una película de terror, pero sin los efectos especiales. Este tipo de eventos nos recuerda que, aunque es imposible predecir todo lo que puede suceder, hay que estar preparados para lo inesperado. Y aquí es donde el liderazgo juega un papel crucial.
¿No les parece que podría aprenderse mucho de las situaciones desbordadas? Gan sugiere que la clave para enfrentar el futuro reside en la creación de planes de contingencia. Sí, puede sonar un tanto aburrido (como ver a alguien organizar su armario), pero estos planes no son solo cuestiones burocráticas; son salvavidas en tiempos de crisis.
La lección de la comunicación: fundamental en tiempos inciertos
En un mundo lleno de ruido y desinformación, Gan enfatiza que la comunicación precisa, veraz, oportuna y continua es vital. ¿Cuántas veces hemos tenido que lidiar con «fake news» o rumores descontrolados? A menudo parece que la verdad se esconde detrás de una montaña de especulaciones. Su comentario sobre lo ocurrido durante el COVID-19 se hace eco en muchas de nuestras experiencias. En lugar de tener un mensaje claro y conciso, a menudo nos vimos inundados por voces cruzadas que solo añadieron caos.
Francisco Gan señala que uno de los recuerdos que se quedarán grabados en la memoria colectiva es la imagen de los líderes locales y nacionales hablando de la pandemia: algunos con claridad y otros… bueno, simplemente no lograron conectar con la ciudadanía. ¿No les parece fascinante cómo la forma en la que se comunican puede afectar nuestro bienestar y nuestra respuesta ante una crisis?
Cómo liderar en el mundo moderno: un enfoque humanista
Una de las premisas que destaca Gan es que mandar no es lo mismo que liderar. En un mundo donde la gente busca más conexión y menos control, es fundamental que los líderes desarrollen un enfoque más humanista. Pero, ¿qué significa eso realmente? En su opinión, los líderes deben ser auténticos, apoyarse en valores claves como la comunicación y la ejemplaridad, y no pedir a los demás que hagan lo que ellos mismos no están dispuestos a hacer.
En este sentido, puede ser alentador saber que, según estudios recientes, los líderes que muestran vulnerabilidad y disposición a escuchar son más efectivos. Cuando el líder dice “no tengo todas las respuestas, pero juntos podemos encontrar el camino”, se crea un sentido de comunidad, lo cual es invaluable en tiempos de crisis.
Los siete valores fundamentales de un líder
Si hay algo que resuena en las palabras de Gan es la necesidad de contar con un sólido código de valores. Para él, los siete valores fundamentales son: justicia, honradez, firmeza, valor, prudencia, templanza y compasión. A primera vista, podría parecer una receta muy conocida; sin embargo, en la práctica, resulta ser todo un desafío. Después de todo, establecer y mantener estos valores, especialmente en momentos de tensión, no es tarea sencilla.
Recuerdo una vez, stando en el supermercado, vi a un padre discutiendo acaloradamente con su hijo sobre por qué no podía tener esa caja de cereales con forma de dinosaurio. El chico, pobre de él, solo deseaba algo especial, algo que seguramente lo conectaría con un refugio en medio de la torpeza de crecer. El padre, aunque a veces poco compasivo, mostraba firmeza en su decisión. Aquí se plantean preguntas sobre los límites y cómo equilibrar la autoridad con la empatía. Y este es un dilema típico, ¿verdad?
Gan nos alienta a no ser solo jefes, sino líderes que incluyan estos valores en su toma de decisiones. ¿Les imagina un mundo donde todos los líderes se guían por estos principios? Las interacciones cotidianas, desde la política hasta la gestión de equipos en las empresas, podrían transformarse mágicamente.
La importancia de aprender del error
“No hay mejor maestro que el error, excepto quizás un buen libro”, dice Gan, haciendo un guiño a nuestro amor por la literatura. La capacidad de aprender de nuestras experiencias y errores es esencial para un líder efectivo. Después de todo, ¿quién no ha metido la pata alguna vez? Levantando la mano virtualmente, yo soy el primero en admitir que en varias ocasiones he dejado un plato en el fogón demasiado tiempo, solo para recordar que, afortunadamente, hay pizza congelada en el congelador.
Gan sugiere que los líderes deben aprender de los errores, tomar decisiones informadas y estar listos para adaptarse. ¿A quién no le ha pasado comenzar un proyecto con grandes expectativas y darse cuenta, meses después, que se necesita un enfoque diferente? La clave radica en tener un plan B (o C, o incluso D) para asegurar que la organización se mantenga en el camino correcto.
La capacidad de delegar eficazmente
Otro aspecto crucial que destaca Gan es la capacidad de delegar. Muchos líderes sienten que deben llevar el peso del mundo sobre sus hombros, pero lo cierto es que no se trata de ser el mejor de todos, sino de ser el mejor para todos. Es como un equipo de fútbol; un buen capitán no debería tratar de marcar todos los goles, sino de permitir que cada jugador brille en su posición.
¿Cuántos de nosotros hemos tenido que lidiar con un “micromanager”? Sería más fácil si necesitaras un mapa para encontrar tu propia área de trabajo. Aprender a confiar en los demás no solo alivia la presión del líder, sino que también fomenta un ambiente donde el trabajo en equipo puede prosperar.
La figura del líder en tiempos de crisis
En su ensayo, Gan menciona que los tiempos de crisis requieren líderes que sepan ejercer influencia de manera efectiva. En un país donde la percepción de la clase política se encuentra, en ocasiones, tan manchada como un par de zapatos blancos en un día de lluvia, el papel de un líder fuerte se vuelve aún más urgente. Gan ensalza la figura del rey Felipe VI como un ejemplo a seguir de liderazgo en el contexto español, enfatizando que la ejemplaridad y la capacidad para coordinar esfuerzos son fundamentales.
La falta de ejemplos claros y de liderazgo puede dejar a la población sentir que se hunde en la incertidumbre. ¿No es un pensamiento inquietante pensar que, en lugar de guiar, algunos líderes pueden naufragar mientras la marea sube?
Conclusiones finales: el futuro del liderazgo
A medida que nos enfrentamos a un futuro lleno de desafíos y cisnes negros, las enseñanzas de Francisco Gan Pampols sobre el liderazgo toman más relevancia. Es imperativo que los líderes actuales y futuros comprendan que su papel no es solo mandar, sino guiar, inspirar y servir de ejemplos para sus equipos y comunidades.
Como hemos visto, un enfoque más humanista, apoyado en valores fuertes, puede ser la respuesta que el mundo necesita. Así que la próxima vez que escuchen a un líder hablando, pregunten: ¿Está mandando, o realmente está liderando?
Mi esperanza es que todos podamos encontrar un poco del legado del teniente general Gan en nuestra vida cotidiana, ya sea en el trabajo, en casa o en nuestras comunidades. Quién sabe, tal vez un día sepamos sobre los líderes que forjaron un cambio significativo simplemente por haber escuchado, tomado el contexto en cuenta y haberse comprometido a mejorar, siempre dispuestos a recordar que el arte de mandar bien es, en última instancia, la habilidad de servir a los demás por un bien mayor.