La Berlinale, uno de los festivales de cine más celebrados y anticipados del mundo, acaba de cerrar sus puertas y lo ha hecho con un aire de desencanto. En un evento que solía brillar por su diversidad y su capacidad para reflejar voces relevantes en el cine internacional, la versión 2025 ha dejado a muchos con un sabor agridulce. Pero, ¿qué sucedió realmente en esta ocasión? Tomemos una taza de café y hablemos de ello.
La apertura y las expectativas
El festival comenzó, como es habitual, con grandes expectativas. Con la llegada de Tricia Tuttle como nueva directora, muchos esperaban un cambio significativo en la dirección artística del certamen. Había promesas de incluir películas de gran calidad, protagonizadas por estrellas del cine contemporáneo y, por supuesto, reflejar una variedad de voces desde Hollywood hasta el cine independiente. Personalmente, me sentía como un niño en vísperas de Navidad: emocionado y casi inquieto por lo que estaba por venir. Sin embargo, la realidad pronto demostró que las sorpresas no siempre son agradables.
Sueños, amor y una película decepcionante
La película ganadora del Oso de Oro, Dreams (Sex Love) del director noruego Dag Johan Haugerud, fue, para muchos, un reflejo de la falta de contundencia que caracterizó al certamen. Aunque el título sugiere una exploración profunda sobre la sexualidad y el amor, la película terminó sintiéndose como un ejercicio de pereza intelectual. Recuerdo cuando Jennifer, una amiga cinéfila, salió de la proyección y comentó: “Eso fue más plana que mi intento de hacer soufflé la última vez”. Y tiene razón; la película se siente carente de energía, atrapada en una danza de sutilezas que a menudo se confunde con la inacción.
A menudo se dice que el cine debería hacerte sentir algo, ya sea tristeza, alegría o incluso pura rabia. Pero con Dreams, la única emoción que sentí fue una ligera confusión sobre por qué horarios de cine como estos recibían premios. ¿Es este el tipo de arte que queremos valorar?
Un palmarés sorprendente, pero decepcionante
A lo largo de la edición 2025, los premios y reconocimientos generales generaron más preguntas que respuestas. Por ejemplo, O último azul, una película multifacética del brasileño Gabriel Mascaro, recibió el Gran Premio del Jurado. Defensa del cine que se sale de los lugares comunes, esta obra combina elementos de drama, comedia y ciencia-ficción. Sin embargo, a pesar del talento innegable de Mascaro, muchos cuestionaron el juicio del jurado. ¿Se le da el premio a la diversidad y no a la calidad?
Por otro lado, el premio al mejor guion se otorgó a Kontinental ’25 del rumano Radu Jude, quien logró captar la complejidad de la marginalidad social con solo un teléfono móvil y diez días de rodaje. Me parece casi aterrador lo que a veces se puede lograr con unos pocos recursos. Pero aquí también, como en las películas de Hitchcock, lo que hace falta es un gran guion y una dirección audaz, ¿no crees?
Las interpretaciones que brillaron
Por el lado positivo, el festival contó con actuaciones memorables. Rose Byrne, galardonada como mejor actriz principal por su papel en If I Had Legs I’d Kick You, dejó sin aliento al público con su interpretación desgarradora. Es un hecho que cualquier actuación que pueda eclipsar a una obra que no resuena positivamente merece ser celebrada.
Y no podemos olvidar a Andrew Scott, quien triunfó en el apartado de mejor actor secundario por su participación en Blue Moon de Richard Linklater. Este era, sin duda, uno de los aspectos más satisfactorios del festival. Sus logradas interpretaciones sirven como recordatorio de que, incluso en un certamen en su mayoría decepcionante, el talento humano aún puede sobresalir.
Un grito sutil por parte de la industria
La decepción generada por la selección de este año no pasó desapercibida. De hecho, se escucharon murmullos de descontento entre los miembros de la industria cinematográfica, que se unieron al coro de críticos que lamentaron la falta de innovación y el estancamiento del festival en lo que solía ser un foro vibrante para el cine. Alemania, conocida por su firmeza y determinación, no escatimó esfuerzos en expresar su frustración. Según el periódico Die Zeit, la edición número 75 de la Berlinale debería haber sido un indicador de cambio, pero en su lugar reflejó una necesidad urgente de revitalización.
Al final del día, muchos se preguntan: ¿es realmente la Berlinale un festival que ha perdido su camino, o simplemente está pasando por una fase de transición? Es un dilema que hemos visto en otros festivales anteriormente, y podría ser que, con tiempo, el festival encuentre su ritmo nuevamente.
Reflexiones sobre el futuro del cine
Mientras reflexionamos sobre la Berlinale 2025, es evidente que la industria del cine está en un cruce de caminos. Con streaming y otras plataformas digitales interrumpiendo el status quo, la forma en que consumimos el cine ha cambiado radicalmente. Muchas películas ahora se ven primero en casa, y los festivales como la Berlinale enfrentan preguntas difíciles sobre su relevancia.
Quizás la Berlinale necesita, más que nunca, un enfoque renovado que le permita regresar a sus raíces de diversidad y espectacularidad. Los espectadores anhelamos esas joyas cinematográficas que nos dejan hablando durante días, no solo sobre la película sino sobre la experiencia en su conjunto. ¿Deberíamos considerar la posibilidad de que la Berlinale se sumerja en el mundo del cine independiente, explorando nuevos talentos y perspectivas inesperadas?
Conclusión: Un llamado a la acción
En resumen, la Berlinale 2025 ha dejado un legado de reflexiones que van más allá de las películas seleccionadas. Nos recuerda que el cine es un espejo de la sociedad; en este caso, un espejo que necesita urgentemente un pulido. Si bien la selección de este año no pudo cumplir con las altas expectativas, la Berlinale sigue siendo una plataforma crucial para cineastas y artistas de todo el mundo.
Siempre hay esperanza de que la 76ª edición nos traiga una selección más robusta, provocativa y, sobre todo, relevante. En el arte y en la vida, a menudo será nuestra propia curiosidad y nuestra sed de nuevas historias lo que nos guíe hacia la próxima gran revelación cinematográfica. ¿Quién está listo para acompañarme en este viaje?