La ciudad condal está en medio de un dilema que quizás muchos de nosotros no hemos imaginado: la posible desaparición de uno de sus pilares culturales más preciados, la librería Sant Jordi. Todo esto ha salido a la luz tras el fallecimiento de su dueño, Josep Morales, un verdadero custodio de la pasión por la lectura en el barrio Gòtic. De repente, la librería Sant Jordi, ese lugar donde los libros saltan de las estanterías y encuentran su hogar en manos de soñadores y lectores empedernidos, se encuentra bajo una sombra incierta.
En este artículo, haremos un recorrido por la situación actual, los movimientos políticos que se están gestando en torno a este asunto, y, por qué no, reflexionaremos sobre el significado que tienen estos espacios en nuestras vidas.
El legado de Josep Morales: más allá de los libros
La primera vez que entré a la librería Sant Jordi, lo reconozco, fue un poco por curiosidad y mucho por un impulso casi mágico que sentí al cruzar la puerta. Y es que hay lugares que nos hablan; unas estanterías llenas de libros pueden contarnos más sobre la esencia de una ciudad que cualquier guía turística. Josep Morales no solo vendía libros; era un narrador, un guía que conectaba las palabras de autores de épocas pasadas con las inquietudes de sus visitantes. Su fallecimiento ha dejado un vacío que no es fácil de llenar.
La reciente proposición del Ayuntamiento de Barcelona, impulsada por el partido BComú, es un claro intento de responder a este vacío. La comisión de Derechos Sociales, Cultura y Deportes se reunió este martes con la esperanza de preservar la librería Sant Jordi y frenar la oleada de cierres de locales emblemáticos en nuestra querida ciudad. Pero, ¿es suficiente este acto simbólico para cambiar las cosas?
BComú y la reacción institucional: una lucha por la supervivencia
La proposición ha sido aprobada gracias a los votos de PSC, Junts, ERC y PP. Sin embargo, también se ha escuchado la voz de Vox, que se opone a la idea de que el consistorio se convierta en un «librero». ¿Realmente hay espacio para la ironía en un asunto que podría determinar la existencia de tantas librerías valiosas? Aunque la postura de Vox puede haber sido un tanto exagerada, hay un punto importante que resalta: el papel del gobierno municipal y sus límites.
Como ciudadanos, ¿no nos sentimos a veces atrapados entre la pasión por lo local y las realidades de una burocracia que muchas veces avanza a paso lento? La discusión sobre la posible intervención del Ayuntamiento revela las limitaciones jurídicas y técnicas que a menudo enfrentan las iniciativas de protección cultural. La pregunta es: ¿puede un gobierno realmente intervenir en la dinámica del mercado sin interrumpir la libertad de elección del consumidor?
La protección de librerías emblemáticas: un tema de todos
No obstante, la historia no termina aquí. La propuesta también busca defender a las librerías de proximidad frente a la presión inmobiliaria que amenaza su existencia. Esto no es solo una cuestión de preservar un edificio. Se trata de la cultura, de mantener el acceso a libros que inspiran, educan y entretienen. ¿Cuántos de nosotros hemos pasado horas hojeando libros en un espacio como la librería Sant Jordi? Cada título en sus estanterías encierra un pequeño mundo, un universo paralelo que nos invita a escapar de la realidad, aunque solo sea por un rato.
ERC ha señalado cuidadosamente el «goteo» de cierres que se ha convertido en parte del paisaje urbano de Barcelona. La lucha por las librerías emblemáticas es un reflejo de una ciudad que parece estar cambiando a un ritmo alarmante. Es un recuerdo de que cada comercio perdido es una parte de nuestra historia que se desvanece.
Así que la pregunta que podría hacerse es: ¿qué podemos hacer como ciudadanos para apoyar nuestro comercio local? Comprar un libro en la Sant Jordi va más allá de enriquecer nuestras estanterías. Es un acto de rebelión en un mundo que a menudo se siente más orientado hacia lo digital.
La importancia de las librerías de proximidad en la era digital
En un mundo cada vez más digitalizado, defender la existencia de librerías de proximidad puede parecer una causa perdida. Pero aquí hay algo irónico y bonito al mismo tiempo: el acceso a la cultura y el conocimiento no siempre se reduce a un clic. Aunque podemos adquirir un libro en Amazon al instante, la experiencia de perderse en una librería llena de carácter y personalidad nunca se puede reemplazar.
Recuerdo aquella vez en que decidí regalarme un día de exploración en la ciudad y terminé en una pequeña librería de malasaña en Madrid. En un rincón, el dueño estaba leyendo un fragmento de un libro en voz alta. La magia del momento se apoderó del lugar y, aunque no compré nada, me fui con una sonrisa en el rostro y una historia en la cabeza. ¿No es curioso cómo a veces eso es todo lo que necesitamos? Momentos como ese, que terminan siendo más significativos que cualquier compra.
La pregunta que queda es: ¿qué tipo de legado queremos construir para las futuras generaciones? Librerías como Sant Jordi no son solo lugares de venta, son espacios de encuentro, de diálogo y de descubrimiento.
La mirada del Ayuntamiento: ¿acción o solo palabras?
Al acordar estudiar la protección de librerías emblemáticas, el Ayuntamiento está dando un paso hacia la acción, pero las palabras son solo un inicio. Los residentes de Barcelona están atentos; las promesas políticas son comunes, pero las acciones son las que realmente cuentan. La ciudadanía también debe involucrarse en esta defensa cultural. No podemos quedarnos de brazos cruzados mientras nuestra historia se ve erosionada.
Tal vez deberíamos considerar hacer de nuestras visitas a las librerías un acto de oro: un recordatorio de que cada libro que leemos tiene un lugar en esta vasta red cultural y emocional que nos conecta a todos. Si hay algo que sabemos sobre los libros, es que su magia no solo reside en sus páginas, sino en los corazones de quienes los leen.
El futuro de la librería Sant Jordi y el comercio local en Barcelona
En lo que respecta a la librería Sant Jordi, es difícil predecir qué sucederá. Pero una cosa es clara: su legado no se acabará con la vida de Josep Morales. Ojalá aquellos que toman decisiones políticas comprendan que están jugando con un hilo que entreteje la identidad de la ciudad.
La presión inmobiliaria es un monstruo de mil cabezas que necesita ser domesticado, no solo en Barcelona, sino en muchas ciudades del mundo. Proteger las librerías de proximidad es proteger la cultura misma. La cultura no es una mercancía que se pueda comprar y vender; es un sistema interconectado de experiencias, emociones y conexiones humanas.
Reflexiones finales: por un futuro donde las librerías prosperen
Así que, queridos lectores, en medio de la incertidumbre que rodea a la librería Sant Jordi, debemos considerar nuestras propias acciones. Visitar librerías, recomendar títulos y compartir nuestro amor por la lectura son pequeñas cosas que, cuando se suman, pueden hacer una gran diferencia. La próxima vez que pasen por una librería, tómense un momento para detenerse, mirar a su alrededor y respirar la magia que se encuentra en el aire.
Estamos en un punto crucial para el futuro de estos espacios tan preciados. Mientras conversamos sobre la continuidad de la librería Sant Jordi y la supervivencia de todas las librerías en Barcelona, recordemos también por qué amamos estos lugares. Después de todo, nunca se sabe cuándo un libro puede cambiar nuestra vida o inspirar un sueño.
Así que, ¿están listos para unirse a esta causa? La próxima vez que vean un libro en las estanterías de Sant Jordi, pregúntense: ¿cómo puedo contribuir a mantener vivo este legado? Porque cada libro es una historia que merece ser contada, un refugio que merece ser preservado y, sobre todo, una conexión que merece ser sostenida en el tiempo.