La Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) acaba de golpear la mesa con su informe sobre el clima de 2024, y vaya que trae tela para cortar. Si pensabas que el cambio climático era solo un tema de conversación en cenas navideñas, permíteme introducirte a un mundo que me dejó con la boca abierta y un poco de sudor en la frente. ¿Listo? Agárrate, porque vamos a navegar por un año que no fue nada menos que «extremadamente cálido». Pero no solo eso, también fue un año con sorpresas lluviosas que nos dejaron a muchos con la ceja levantada.
Un año caluroso pero húmedo: El gran dilema
Está claro que los seres humanos somos criaturas que tienden a quejarse de lo que no pueden controlar. Si hace calor, nos quejamos del calor y si llueve, pues… ya te imaginas. En este caso, 2024 fue un año extremadamente cálido en España, y no lo digo solo porque haya sudado a raudales, sino porque el dato se presenta en la Aemet. Con una temperatura media de 15 grados Celsius, estamos hablando de un incremento de 1,1 grados sobre lo normal. Y antes que te vengas abajo, deja que te mencione que este ha sido el tercer año más caluroso desde que se tienen registros, solo superado por los dos años anteriores. Así que, bienvenidos a la chispeante nueva realidad climática.
Pero no todo es malo. El informe destaca que, a pesar de las altas temperaturas, hubo un carácter húmedo que no veíamos desde 2018. Imagínate, entre bromas y risas, tenía tanto miedo de que un par de gotas se convirtieran en un diluvio, pero no fue el caso. En la península, los meteorólogos reportaron una media de 669,1 litros por metro cuadrado, lo que representa un 105% del promedio normal entre 1991 y 2020. ¡Es una buena noticia hasta ahora, verdad?
De lluvias que asustan y sequías que angustian
Claro, también hay regiones que no tuvieron la misma suerte. Por ejemplo, en Baleares el clima fue más bien… normal (vaya decepción, ¿no?). En el sureste, la región se tornó un poco seca, mientras que en Canarias se vivió el año más seco desde 1961, con apenas 138,8 litros por metro cuadrado. Hablando de crisis, ¿alguna vez te has sentido como si el tiempo estuviera conspirando en tu contra? Como cuando sales a hacer un asado y llueve a cántaros, eso es lo que les pasó a algunos en estas regiones.
Sin embargo, no olvidemos el evento más impresionante: entre el 28 de octubre y el 4 de noviembre, hubo una lluvia increíble en Valencia, donde se registraron hasta 771 litros de lluvia en un solo día. Imagínate ver caer agua de esa magnitud y pensar en lo que significa para la infraestructura local. Mi amigo Juan me contó que se sintió como si viviera en un episodio de «La lluvia de los sapos». Esas son las cosas que pasan cuando la madre naturaleza decide mostrar su lado dramático.
El lado destructivo del clima: una llamada de atención
En el contexto de estos balance, no podemos pasar por alto el hecho de que la DANA más destructiva del siglo ocurrió en este año. Con 223 muertos, y una gran parte de ellos en la Comunidad Valenciana, fue uno de los recordatorios más tristes de que el clima puede tener efectos devastadores y que, a menudo, quienes más sufren son aquellos que menos culpa tienen en la situación. Mientras disfrutamos de una tarde de sol, otra persona podría estar lidiando con los escombros de su hogar. ¿Acaso no te hace reflexionar?
A colación de esto, el impacto económico fue significativo, situando la DANA entre las diez catástrofes climáticas más costosas de 2024 a nivel mundial. Eso sirve como un llamado a la acción para todos los países, especialmente cuando hay tantas inversiones en infraestructura y prevención necesarias para que situaciones como esta no se repitan.
Los dientes afilados del calor extremo
Sobre las temperaturas, es difícil no dejarse llevar por la pesadilla del calor. Personalmente, me recuerda al verano del año pasado, donde intenté salir a hacer ejercicio por la mañana. Chicos, nunca más. En 2024, el invierno fue el más cálido desde que se llevan registros, y en términos de olas de calor, los números son desalentadores. Tres olas de calor, con hasta 22 jornadas de temperaturas extremadamente altas, lo que equivale a uno de cada cuatro días de un verano ardiente. ¿Acaso es esto la nueva normalidad?
Sin embargo, el récord de calor nacional sigue intacto: 47,6 grados Picasso (sí, por alguna razón siempre me recuerda a esa pintura abstracta en la que nadie sabe qué está mirando) en La Rambla, Córdoba, el 14 de agosto de 2021. En 2024, las temperaturas más altas quedaron en 43,5 grados en Morón de la Frontera, y 43,3 grados en Badajoz. Así que, si te preguntabas por qué tus helados se derriten tan rápido, ahí tienes la respuesta.
Climas erráticos: Lo que nos depara el futuro
A medida que reflexionamos sobre estos datos, la pregunta que persiste en mi mente es: ¿qué nos depara el futuro? Las predicciones meteorológicas nos están lanzando algunas señales alarmantes. Según los expertos, estos cambios climáticos extremos pueden intensificarse en los años venideros. De hecho, el aumento del agua en la columna atmosférica, que facilita lluvias torren-ciales, es justificado por un mar más cálido que evapora más agua. Algo que verán más que probablemente se repita.
Aquí vale la pena hacer una mención especial a las acciones a nivel mundial que necesitan tomarse. No solo se trata de tu vecino regando sus plantas en un día de lluvia o de tu cuñada presumiendo de su nueva eco batería. Cada uno de nosotros juega un papel crucial. Ya sea reciclando, utilizando el transporte público, o incluso simplemente hablando sobre estos temas en la mesa.
Reflexiones finales: Cambios que llegan para quedarse
En resumen, el balance climático de 2024 es un collage de extremos que desafían nuestras percepciones. Como sociedad, debemos adaptarnos y prepararnos para un futuro donde estos eventos climáticos extremos se vuelvan rutina.
Ya sea que te guste el frío o que prefieras el calor, lo cierto es que la naturaleza no pide permiso. Y si los datos de la Aemet nos han enseñado algo, es que debemos prestar atención y actuar, no solo por nosotros, sino también por las generaciones venideras. Para terminar, te dejo con una reflexión: ¿cuánto tiempo más podemos seguir ignorando las señales? La respuesta está en nuestras manos.
Así que la próxima vez que te quejes del clima, piensa en quienes están lidiando con fenómenos mucho más severos. Después de todo, en este viaje llamado vida, todos nos enfrentamos a las lluvias y al sol, pero también podemos elegir juntos cómo navegar las tormentas. ¡Hagámoslo!