El reciente anuncio del Ayuntamiento de Burgos sobre la retirada de 119.000 euros en ayudas a las ONG ACCEM, Burgos Acoge y Atalaya Intercultural ha generado un maremoto de reacciones en la comunidad. La decisión, defendida por el vicealcalde Fernando Martínez-Acitores de Vox, establece un nuevo rumbo en la política migratoria y social de la ciudad que, a mi modo de ver, tiene más matices de lo que parece.

Un tijeretazo a la solidaridad: el trasfondo político

Dicen que cuando el río suena es porque agua lleva, y en este caso, el agua es bastante turbia. La justificación del vicealcalde, que sitúa la retirada de ayudas en la lucha contra el efecto llamada hacia la inmigración ilegal, invita a la reflexión sobre cómo los discursos políticos pueden moldear la realidad social.

En su comparecencia, Martínez-Acitores afirmó que “la inmigración ilegal es la esclavitud del siglo XXI”, un eslogan contundente que apunta a generar una reacción. Pero, ¿realmente es toda la inmigración un problema tan grave? Lo cierto es que esta decisión no solo reduce recursos, sino que también coloca un estigma en una parte de la población que, muchas veces, busca simplemente una vida digna.

El papel de las ONG en Burgos

Las ONG como ACCEM y Burgos Acoge han trabajado incansablemente en la integración de migrantes, ofreciendo no solo un refugio económico, sino un acogimiento humano que muchas veces es vital. ¿Quién no ha oído la historia de alguien que llegó a España con maletas llenas de sueños y encontró, en estas organizaciones, un hogar?

Recuerdo una charla que tuve con un voluntario de ACCEM, quien me relató la historia de un joven de Venezuela que había llegado a Burgos con la esperanza de encontrar trabajo. Gracias a la ONG, pudo integrarse y, ahora, no solo mantiene a su familia aquí, sino que también aporta su granito de arena a la comunidad. Esta es la verdadera riqueza de la diversidad, algo que muchas veces se olvida en medio de los discursos polarizantes.

Política y empatía: ¿dónde están los límites?

Algunas decisiones políticas pueden parecer frías, como números en un presupuesto. “Estamos hablando de 119.000 euros sobre un presupuesto total de 250 millones de euros”, expresó Martínez-Acitores. Pero creo que es esencial recordar que detrás de esos números hay vidas, historias y, sobre todo, personas que dependen de ese apoyo para sobrevivir.

Las consecuencias del recorte

La retirada de estas ayudas cuyo objetivo era la integración social de migrantes puede tener un efecto dominó, afectando directamente a más de 8,000 personas que fueron atendidas el año pasado por estas ONG. Concentremos la atención en las cifras, pero no olvidemos que detrás de cada número hay una historia.

Las reacciones no se han hecho esperar. Desde el PSOE, la concejala Sonia Rodríguez ha advertido que este recorte constituye “un perjuicio importantísimo para la ciudad”, señalando que los servicios especializados que ofrecían estas organizaciones dejarán de existir, considerando que la llegada de migrantes a Burgos siempre ha estado vinculada a las oportunidades laborales.

Pero aquí surge una pregunta: ¿realmente estamos dispuestos a sacrificar el bienestar de muchos por una agenda política? ¿Cómo pueden nuestros dirigentes equilibrar la responsabilidad social con las presiones políticas?

Cáritas se libra del ‘tijeretazo’

Curiosamente, el único beneficiario que se salvará del recorte es Cáritas, que recibirá 19.000 euros. Este hecho ha llevado a muchos a cuestionar por qué esta organización ha quedado exenta, mientras que otras que realizan labores similares enfrentan drásticos recortes. ¿Son acaso los vínculos con la Iglesia el motivo de tal favor? Esta ambigüedad también deja entrever cómo la política a veces selecciona a sus aliados.

El vicealcalde no ofreció una explicación convincente respecto a Cáritas, limitándose a afirmar que esta organización no “colabora con el efecto llamada”. Cuando lees entre líneas, te das cuenta que los argumentos son muchas veces tan vagos como el eco de una conversación de bar: se siente, pero no se entiende del todo.

Implicaciones para el futuro de las ONG en Burgos

Con el rostro un poco caído, las ONG en Burgos se enfrentan a un futuro incierto. ACCEM, por ejemplo, comentó que se sienten impotentes ante la retirada de ayudas, lo que les obliga a implementar cambios drásticos en su forma de operar. Con 28,188 euros, han atendido a miles de migrantes, facilitando su integración en la comunidad. Pero ahora, se preguntan cómo podrán mantener sus servicios sin el apoyo económico del Ayuntamiento.

La Asociación Atalaya Intercultural, por su parte, destacó que a lo largo de su trayectoria han brindado apoyo a más de 385 migrantes en situación de vulnerabilidad. Su labor no solo se limita al apoyo material, sino que también incluye un programa educativo para jóvenes, ayudando a integrar a estas familias en la sociedad burgalesa. ¿Acaso merecen ser víctimas de una política que ignora sus contribuciones?

Las reacciones de la comunidad

En medio del caos administrativo, la comunidad está comenzando a reaccionar. Ya llegaron a mis oídos rumores de movilizaciones y campañas de concientización sobre la importancia de mantener las ayudas a estas ONG. Al final, la pregunta que nos debemos hacer es: ¿qué tipo de ciudad queremos ser?

Burgos siempre ha sido un lugar que se define por su rica mezcla cultural. Alejandro, un vecino del barrio de Gamonal, me lo resumió de manera sencilla: “La diversidad es la salsa de vida. ¿Por qué querríamos perder eso?”, añadiendo con una sonrisa, “además, ¿quién va a mantener la frescura de nuestras fiestas si no hay nuevos ‘ingredientes’?” Con un guiño y un toque de humor nos recordó que hasta el más viejo de los burgaleses ha llegado de otro lugar en algún momento.

Caminando hacia adelante: el apoyo de la comunidad

Las ONG están explorando formas alternativas para seguir atendiendo a las personas que han sido su foco de trabajo durante años. Con la determinación expuesta por los voluntarios, parece que las comunidades pueden encontrar formas creativas de sobrevivir.

Preocupa, sin embargo, el panorama que se dibuja sin un respaldo claro. Afortunadamente, la comunidad burgalesa ha demostrado una y otra vez que siempre puede encontrar formas de unirse. Gastar recursos, tiempo y esfuerzo para buscar soluciones implica que muchas veces la solidaridad es más valiosa que cualquier política municipal.

Reflexiones finales: más allá de la política

Las decisiones políticas tienen consecuencias reales en la vida de las personas. Por ello, es vital que como ciudadanos mantengamos un ojo crítico sobre lo que ocurre en nuestras ciudades. A menudo pensamos: «¿Qué puedo hacer yo, un simple ciudadano?» Pero, ¿y si cada acción, aunque pequeña, sumara a un cambio mayor? ¿Qué tal si comenzamos a involucrarnos más?

Así las cosas, en Burgos el escenario puede parecer sombrío, pero la esperanza sigue viva en cada rincón de la ciudad. La comunidad ha demostrado que pueden hacer mucho con poco, y es ahí donde reside su fortaleza, en la determinación de hacer de Burgos un lugar acogedor y solidario para todos. Por mucho que el viento sople en contra, este barco llamado Burgos sigue navegando, y su destino depende de nosotros.

¿Qué historias emergen de esta situación? ¿Cuánto más podemos aprender de nuestras diferencias? Porque al final del día, lo que nos une como sociedad es la humanidad compartida en la experiencia de vivir. Sigamos adelante, Burgos.