El tema de la construcción ilegal en nuestras ciudades y campos es uno que suscita pasiones. Ya sea por la creciente frustración de los vecinos ante edificaciones irregulares o la expresión de un espíritu rebelde que se manifiesta en la creación de nuevos hogares en terrenos no urbanizables. La Campiña de Montilla se ha convertido en un microcosmos de este conflicto. Pero, ¿por qué estamos hablando de esto ahora? ¿Qué ha sucedido en Montilla que nos lleva a cuestionar la ordenación del territorio? Acompáñame en este recorrido donde desglosaremos las situaciones y las decisiones que están tomando las autoridades.

El auge de la construcción ilegal en montilla: causas y consecuencias

Han pasado ya algunos meses desde que encontramos noticias que revelaban que la construcción de viviendas ilegales había resurgido. La crisis del COVID-19 dejó a muchos buscando un refugio más allá de las ciudades atestadas. Claro, la idea de una casa de campo, rodeada de naturaleza, sonaba muy atractiva. Pero aquí y ahora, estamos aterrizando en un hecho crucial: no se puede construir donde no está permitido.

Personalmente, recuerdo una anécdota: cuando era niño, mis amigos y yo construimos una «casa» en el jardín de mi abuela. Fue un gran proyecto infantil que, aunque estaba diseñado con alas de papel y un poco de imaginación, no obtuvo el beneplácito de la abuela que, con su sabiduría, afirmaba que, «si no está en los planos, no cuenta». Podría decirse que ese pequeño «proyecto de construcción» es un eco de lo que está ocurriendo en Montilla, solo que con un trasfondo legal mucho más complejo.

Construcciones ilegales: la necesidad de un refugio

Con el descubrimiento de varias edificaciones incipientes en terrenos no urbanizables -casas prefabricadas, almacenes y cortes perimetrales- las autoridades están llamando la atención. En una nota de prensa reciente, se informó que los agentes del Seprona en Baena han tenido que intervenir en esta oleada de edificaciones ya que, como dicen, «todo lo que brilla no es oro».

Aquí es donde las cosas se ponen espinosas. Las edificaciones ilegales no son solo un problema estético. Tienen efectos negativos en el medio ambiente, alterando la biodiversidad y la estructura del suelo. Pero, ¿no se puede tener algo de empatía por aquellos que buscan un espacio de vida más tranquilo? Esta dualidad entre necesidad y legalidad es lo que está en el centro del debate.

El nuevo conocido fenómeno parcelario

La Fiscalía ha lanzado una advertencia sobre la proliferación de parcelaciones ilegales y construcciones en Montilla. Estamos hablando de un fenómeno que se ha ido acentuando, especialmente después de la pandemia. A medida que el trabajo remoto se establece, cada vez más personas desean abandonar el bullicio de la ciudad. Por supuesto, esto no es solo un capricho; muchos buscan establecerse de manera permanente en un entorno más sereno.

Aunque las razones para la construcción de viviendas en terrenos no urbanizables pueden parecer válidas para muchos, es crucial entender que la ordenación urbanística existe por razones que van más allá del control. Se trata de preservar la naturaleza, evitar el crecimiento urbano descontrolado y proteger las infraestructuras existentes.

Pero entonces, llegamos a la pregunta fundamental: ¿Es posible encontrar un equilibrio entre el deseo humano de construir y la necesidad de proteger el medio ambiente?

El papel de las autoridades

Así como un maestro en una clase de matemáticas debe asegurarse de que todos sigan la misma fórmula, las autoridades deben imponer normativas que prevengan la construcción ilegal. El hecho de que se hayan «detectado» varias construcciones en Montilla sugiere que es un fenómeno de mayor alcance. ¿Quizás algunos se sienten invencibles ante las leyes, pensando que siempre habrá un camino secundario para resolver las cosas?

Ahora, los cinco individuos implicados en las construcciones han sido investigados por posibles delitos relativos a la ordenación del territorio. Una pregunta retórica aquí podría ser: ¿valió la pena el riesgo? La respuesta, evidentemente es no, ya que enfrentan consecuencias que afectan no solo a ellos, sino también a la comunidad.

Reflexiones finales: La importancia del diálogo y la planificación

A medida que continúo reflexionando sobre esta situación, me doy cuenta de que la clave para prevenir la construcción ilegal en Montilla y otros lugares radica en el diálogo. Es esencial que las autoridades escuchen a los ciudadanos y tomen en cuenta sus necesidades. Las decisiones no deben ser impuestas, y la planificación urbana debe involucrar a la comunidad.

En mi experiencia, he aprendido que la mejor manera de abordar un conflicto es involucrando a todas las partes. Después de todo, un terreno puede ser solo un pedazo de tierra, pero para muchos representa un hogar, una esperanza de una vida mejor. Así que, si dejáramos que el diálogo y la planificación conjunta guiaran el camino, quizás podríamos encontrar soluciones más eficientes y satisfactorias para todos.

Conclusión: ¿Qué nos depara el futuro?

Así que, queridos lectores, a medida que nos adentramos en un futuro en el que la construcción sigue en aumento, deberíamos preguntarnos: ¿Estamos realmente preparados para los desafíos que esto conlleva? La Campiña de Montilla puede que sea solo un lugar en el mapa, pero es el reflejo de un dilema urbano que enfrenta nuestro mundo hoy: la lucha entre el desarrollo humano y la preservación de la naturaleza.

Por lo tanto, recordemos que cada acción tiene consecuencias. Y al igual que mi abuela no permitió que mi «casa de papel» se hiciera realidad, debemos entender que algunas restricciones están ahí para el bienestar general. Y quizás, solo quizás, con un poco de empatía y comunicación, podemos construir juntos un futuro que sea sostenible y armonioso.

Si te sientes motivado, ¡comenta abajo! ¿Qué opinas sobre la construcción en terrenos no urbanizables? ¿Deberíamos permitir más flexibilidad o, por el contrario, fortalecer las restricciones?