El mundo se encuentra en una lucha continua por la igualdad y la justicia, algo que se evidencia, de manera lamentable, en casos como el que involucra al Arzobispado de València. Recientemente, un escándalo relacionado con las terapias de conversión sexual ha generado un torbellino de reacciones en la sociedad, invitándonos a cuestionar hasta dónde llega la injerencia de ciertas instituciones religiosas en nuestros derechos. Pero, ¿realmente estamos avanzando hacia una sociedad más inclusiva, o estamos retrocediendo ante las viejas sombras del conservadurismo?
¡Prepárate! Vamos a explorar esta controversia, adentrándonos en los entresijos del Arzobispado de València y su Centro de Orientación Familiar (COF), a la vez que nos reímos un poco de la necedad y la irracionalidad de ciertos grupos.
La confirmación del presidente del COF y sus implicaciones
Primero, hagamos un poco de historia. La controversia gira en torno a Federico M. V., quien fue confirmado como presidente del COF ‘Mater Misericordiae’ por el entonces arzobispo Antonio Cañizares. Según la documentación que ha salido a la luz, este COF ha estado bajo la dirección de un individuo que ha reconocido realizar terapias de conversión sexual, prácticas que son prohibidas en España y, además, han sido ampliamente desacreditadas en la comunidad médica y psicológica.
¿Te imaginas llevar una vida en la que te dicen que hay algo “incorrecto” en tu identidad? La comunidad LGTBI ha enfrentado este tipo de agresiones psicológicas y físicas a lo largo de la historia, y lo peor es que se repiten incluso en sociedades que aclamamos como avanzadas. La confirmación de un presidente con tales creencias en un organismo vinculado al Arzobispado es, sin duda, un retroceso inaceptable.
El trasfondo de la denuncia
Los estatutos del COF revelan un control absoluto por parte del arzobispado, que incluye desde el nombramiento del presidente hasta la disolución de la entidad ante un “escándalo”. Esta estructura jerárquica sugiere que el mismo Arzobispado tiene un papel activo en la promoción de estos servicios especializados que se presentan como “orientación” y “asesoramiento”. Es casi como una serie de Netflix, donde el malo es… bueno, el malo.
La introducción de los estatutos y el papel del arzobispado
Los estatutos mencionan que uno de los fines de este COF es proporcionar “asesoramiento y terapia para favorecer una vida matrimonial y familiar equilibrada”. Pero, ¿qué tipo de equilibrio están promoviendo? ¿El tipo que asegura que las personas LGTBI se sientan incómodas con su autenticidad?
No quiero parecer grosero, pero esto me recuerda a esos amigos que siempre intentan “ayudar” a arreglar a los demás. Cuántas veces hemos escuchado: «Tienes que cambiar esa camisa» o «deberías probar un corte de pelo diferente». Si tan solo los alter ego de estos consejeros pudiera ser como los peluqueros, que al menos están ahí solo por el dinero.
El escándalo de las terapias de conversión en la comunidad
La Fiscalía ha abierto una investigación respecto a la cuestión, pero el dilema es si realmente se tomarán acciones efectivas o terminará en una charla al estilo «del deber ser» que rara vez atraviesa la pared del dogma religioso. La evidencia sugiere que estas terapias, que tratan de “convertir” a las personas LGTBI a través de una forma de terapia coercitiva, no solo son ineficaces, sino que pueden resultar en consecuencias devastadoras para la salud mental de quienes las sufren.
Recordemos el caso de tantos profesionales que han tenido que cargar con el peso de estas ideologías a sus espaldas; es como hacer malabares con cuchillos afilados mientras el circo se derrumba a tu alrededor.
La respuesta del arzobispo actual
El actual arzobispo de València, Enrique Benavent, ha tomado una posición más abierta y ha optado por distanciarse de este escándalo. Es un paso que muchos aplauden, a pesar de que algunos lo ven como una manera de cerrar la puerta después de que el caballo había salido del establo. La investigación interna suena bien, pero, ¿realmente se abordará esta problemática con la seriedad que merece?
Recuerda, esto no es solo un asunto de leyes, sino que las vidas de muchas personas están en juego.
La presión social y política en torno al Arzobispado
Desde el punto de vista político, Compromís no tardó en vincular al Arzobispado con una trama de terapias de conversión sexual. Esto es un recordatorio de que las acciones de un grupo, ya sea eclesiástico o ligado a cualquier otro tipo de organización, no solo son cuestionadas a nivel jurídico sino ante la sociedad en su conjunto. La ciudadanía requiere transparencia y responsabilidad, pues no estamos hablando simplemente de diagnósticos erróneos, sino de vidas que podrían verse gravemente alteradas por tales prácticas.
¿Y qué esperamos de las instituciones? ¿Debían ser contenedores de la ignorancia o deberían ser faros de luz y esperanza? La respuesta parece clara, pero a veces no se traduce en acciones.
Un aparente paradoja: búsqueda de la salud y la ética
A medida que escuchamos testimonios de personas que han sido afectadas negativamente por estas terapias, es difícil ignorar el velo que cubre el verdadero propósito detrás de estas prácticas. Es una paradoja que presenta dos caras de una misma moneda: por un lado, la búsqueda de la salud, y por el otro, un enfoque ético que valora la vida y autenticidad de cada individuo.
¿Se podría imaginar un mundo donde se tratara a cada persona con el respeto y la dignidad que merece, sin forzarles a encajar en moldes que no son suyos? En lugar de intentar «arreglar» a los demás, ¿no sería más sencillo aceptar que todos somos diferentes?
Mirando hacia el futuro: la esperanza de un cambio real
Tal vez, la pregunta más relevante en este ámbito es: ¿hay esperanza para un cambio real? La respuesta no es sencilla. La historia reciente ha mostrado avances en el reconocimiento de los derechos LGTBI, pero también retrocesos significativos, especialmente en contextos donde todavía se privilegian ideologías arcaicas frente a evidencias científicas.
Para las generaciones más jóvenes, estas luchas pueden parecer distantes, pero la realidad es que siguen siendo vigentes. La lucha por los derechos LGTBI es una preocupación de todos, independientemente de nuestra orientación o identidad. Construir un futuro más inclusivo requiere de un compromiso activo por parte de todos los sectores de la sociedad.
Recuerdo una conversación que tuve con un amigo, un artista que siempre está a la vanguardia de la inclusión. “La vida”, decía, “es como una paleta de colores. Cuantos más colores, más hermosa es la pintura”. ¡Qué frase más hermosa!
Conclusión: el camino hacia la inclusión
El caso del Arzobispado de València y su COF nos recuerdan que aún queda mucho por hacer en la lucha por los derechos LGTBI. Aunque es trivial decir que las instituciones deben cambiar, lo que no es trivial es reconocer que la comunidad LGTBI no se quedará callada. El futuro se define por nuestras acciones presentes.
Así que, a ti que lees esto, te invito a reflexionar sobre tu papel en todo esto. ¿Te gustaría vivir en una sociedad donde cada persona pudiera ser quien realmente es sin miedo y en libertad? La respuesta parece obvia, pero las acciones son lo que realmente cuenta.
Finalmente, recuerda que el compromiso comienza en casa, en nuestra comunidad y, sobre todo, en nuestros corazones. Al fin y al cabo, la verdadera transformación comienza por nosotros mismos.
Y tú, ¿qué estás dispuesto a hacer para construir un mundo más inclusivo?