En un mundo donde los museos suelen ser sagrados feudos del arte al que solo se puede mirar, Tina Benawra ha decidido romper moldes. Imagina poder tocar el arte como si estuvieras acariciando la superficie de un sueño, un rincón donde el braille se convierte en el lenguaje que trasciende la vista. En su galería en Nairobi, esta artista keniana de 41 años torna la experiencia artística en una travesía sensorial, permitiendo que aquellos con discapacidad visual no solo «vean» el arte, sino que lo sientan. ¿Qué te parece? ¿No es una idea fantástica?
Un inicio inesperado en la creación artística
Tina no planeaba convertirse en una pionera del arte accesible. Su viaje comenzó como un simple proyecto caritativo para ayudar a niños que necesitaban operaciones de cataratas, y como muchas cosas grandiosas, se gestó -si me disculpas la metáfora- en una taza de café. Regresó a Kenia en 2019 tras una temporada en Estados Unidos, buscando un camino nuevo, un propósito. ¿Quién de nosotros no ha sentido, en algún momento, que necesita un cambio en su vida? A menudo, esos cambios vienen disfrazados de oportunidades emocionantes.
En su búsqueda, fue contactada por una organización local que le propuso un proyecto que integrara el braille. Aquí se nos presenta la primera lección: a veces los caminos más inesperados nos llevan a los destinos más bellos. Tina, sin conocimiento previo del braille, se lanzó de cabeza y comenzó a experimentar. Fue durante este proceso que conoció a Winnie Ongoje, una mujer que perdería su visión a los 19 años. Winnie no fue solo su guía; se convirtió en su musa y, francamente, en un personaje digno de una película. ¿Quién no sentiría curiosidad al saber qué se siente ser un artista sin poder ver?
Conectando a través del arte: más que solo una visión
Winnie compartió con Tina su experiencia de vida, revelando un mundo que la mayoría de nosotros no conoce. “Una persona que ve tiene algo que se llama nervio óptico. Cuando observa algo, los nervios envían mensajes al cerebro. En mi caso, el mensaje no llega por el nervio óptico, sino por los nervios táctiles de los dedos. Cuando toco los cuadros, siento que es el cielo», cuenta Winnie. Su colaboración con Tina da vida a un aprendizaje vital: la comunicación es la clave. Conversar sobre colores, texturas y sensaciones se convierte en su forma de crear. Y aquí está la curiosidad: una conversación profunda puede desatar creatividad ilimitada. ¿Alguna vez has tenido una charla que cambió tu perspectiva sobre algo?
El proceso creativo: un trabajo colaborativo
Así que, ¿cómo es el proceso de creación de estos cuadros accesibles? Es, en esencia, un viaje de descubrimiento compartido. Comienza con un “marco de referencia”, donde Tina y su equipo palpan el lienzo para familiarizarse con las texturas. Es un momento casi meditativo, un poco como lo que yo hago cuando procrastino y empiezo a tocar el teclado sin rumbo. Luego, se mezcla la pintura con intenciones. Tina pinta colores, y Winnie los interpreta en otro papel. Es una forma magnífica de recordar que el arte no es solo visual; es un lenguaje en el que podemos enrollar nuestra propia narrativa.
Tina no solo vende sus obras; tal es su visión inclusiva que no descarta ofrecerlas gratuitamente a quienes realmente las necesiten. ¿No te parece admirable? En un mundo donde el individualismo tiende a prevalecer, este enfoque comunitario refleja un compromiso genuino con los demás.
El mensaje oculto en el arte táctil
El gran toque de Tina está en cómo traduce esa experiencia táctil en un mensaje visual poderoso. Sus cuadros son como laberintos; llevan al espectador a diferentes secciones que contienen mensajes en braille. Imagina tener que seguir un hilo táctil con tus dedos solo para descubrir que una obra de arte dice “Amor” en su centro. Esa es la invitación que Tina lanza a sus espectadores: siente el arte, y deja que te toque emocionalmente.
La importancia de la accesibilidad en el arte
La obra de Tina también pone de relieve un aspecto crucial: la accesibilidad en el arte. En un mundo donde apenas el 15% de espacios culturales están adaptados para personas con discapacidad, su enfoque se convierte en un faro de esperanza. Según cálculos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), en África hay 26,3 millones de personas con discapacidad visual. Pregúntate: ¿qué mejor manera de integrar a estas personas en nuestra sociedad que a través del arte?
Un sueño grande: del espectáculo al servicio
Tina también es estudiante de neurología en un prestigioso programa de la Ivy League. Es impresionante que, mientras crea obras artísticas que cambian vidas, también esté absorbiendo conocimiento sobre el cerebro y los nervios ópticos. Su sueño va más allá del arte; aspira a levantar infraestructuras sanitarias en el noreste de Kenia, donde la atención médica es escasa. ¡Eso es tomar el arte y ponerlo al servicio de la salud! Aquí volvemos a una pregunta clave, que podría hacerse a Tina: ¿qué legado quieres dejar? Y ella, sin duda, lo tiene claro: un mundo donde la salud y el arte se entrelazan para beneficiar a quienes más lo necesitan.
Reflexiones finales sobre el arte inclusivo
En resumen, el trabajo de Tina Benawra no solo transforma la percepción del arte, sino que también desafía nuestras ideas preconcebidas sobre cómo debería ser la accesibilidad. Imagina un mundo donde todos pudieran experimentar el arte de manera más plena. Su historia es inspiradora y es un recordatorio de que a veces hay que romper las reglas para crear algo verdaderamente significativo.
Así que la próxima vez que te encuentres en un museo, piensa en esa barrera entre el espectador y la obra. ¿No sería increíble si pudiéramos tocar el arte, sentirlo, y descubrir lo que el artista realmente quiso transmitir? No olvidemos que la belleza de la creatividad es que puede encontrar formas de incluir a todos. Entonces, ¿qué arte podemos crear juntos para el mañana? La respuesta está en nuestras manos, y más pronto de lo que piensas, podría estar bajo tus dedos, esperando ser descubierto.
Con esto en mente, celebremos la obra de Tina Benawra y su impactante contribución a un arte que habla a todos, no solo a unos pocos. Y recordemos que, aunque cada uno ve el mundo de manera diferente, el arte debe ser un espejo donde todos nos podamos reflejar.