¿Quién no ha sentido alguna vez que estaba en dirección a un desastre, pero decidió solo hacer un pequeño ajuste en el volante? Esa es, en esencia, la metáfora más amable que puedo encontrar para describir la situación actual de la Unión Europea (UE). Después de años de tensiones geopoliticas, con la sombra de Vladimir Putin acechando y la incertidumbre creada por el exprimer Donald Trump, Europa se encuentra en un cruce de caminos. Sin embargo, parece que muchos de sus líderes se han decidido por el camino de la complacencia.

Una realidad inquietante

Marlene Wind, una influyente voz en la política europea y directora del Centro de Política Europea de la Universidad de Copenhague, ha dejado claras sus preocupaciones. Durante una reciente visita a Madrid, Wind abordó este angustiante tema, peligrosamente reminiscentes de la dichosa frase “no hay que asustar a los niños”. La realidad, sin embargo, es que debemos ser los adultos en esta historia.

«La UE sigue sin tomar las medidas necesarias para garantizar su seguridad y autonomía estratégica», afirma Wind. Y yo me pregunto: ¿cuánto tiempo más podremos dar excusas mientras damos un paseo por el parque, ajenos a la tormenta que se avecina?

Dicha tormenta no es solo figurativa. Tras la invasión a gran escala de Ucrania y el ascenso de Donald Trump en la política estadounidense, el viejo mundo resulta un lugar mucho más amenazante. Sin embargo, los líderes europeos parecen atrapados en una especie de «síndrome de Estocolmo», donde aceptan y normalizan la locura política de Trump y, a la vez, sienten que deben mantener un estatus quo que ya no existe.

Más terrorífica que una película de horror

Recuerdo una conversación con un amigo ilustrado que solía decir: «No hay nada más aterrador que un político que convencido de que las cosas no van a cambiar». Era como hablar de un personaje de película de terror: si el grupo de amigos se rehúsa a ver que el asesino está tras ellos, ¿realmente tienen alguna esperanza de sobrevivir a la trama?

Wind señala que, a pesar de todo lo que ha sucedido con Trump, los líderes europeos parecen andar medio adormecidos, como un zombi en una película de George A. Romero. ¿Acaso no ven que mantener una buena relación con alguien como Trump, que parece incapaz de ejercer la presidencia con responsabilidad, es como llevar a un león a una carnicería y esperar que no ataque?

¿Puede la UE salir adelante?

Pero, aún más, ¿cómo puede la Unión Europea prepararse para lo peor? La respuesta de Wind es clara: “Deberíamos estar mucho más alarmados de lo que estamos”. Hay un sentido de urgencia que se ha perdido entre discursos diplomáticos y reuniones interminables. La apatía se ha apoderado de un continente que debería estar buscando formas de protegerse. ¿Es necesario realmente esperar un nuevo apocalipsis para conseguir que Europa tome acción?

Aunque muchas personas piensan que un nuevo mandato de Trump puede ser inevitable, Wind tampoco sugiere que dejemos de comunicarnos con él en el futuro. La clave está en prepararte para la tormenta y fortalecer la defensa europea. Suena sensato, pero ¿cuántos de nosotros nos sentimos realmente cómodos enviando a nuestro país a la guerra contra una potencia como Rusia? Ciertamente, me gustaría no imaginar que estamos al borde de otra contienda mundial.

¿Estamos siendo ingenuos?

La polarización política y el aumento del populismo han añadido capas de complejidad a este problema. ¡Oh, el populismo! Esa moderna versión de Dr. Jekyll y Mr. Hyde que ha salido a revolucionar las calles europeas. Por un lado, se alzan voces que defienden a los ciudadanos comunes, mientras que, por el otro, a menudo se encuentran manipulaciones y desinformación.

Wind menciona que hay una desconexión entre las élites y aquellos que parecen estar más idóneos para seguir a partidos populistas. En los sectores más olvidados y rurales, esto crea una especie de sentido de marginación que, lejos de calmarse, se convierte en un caldo de cultivo para que los partidos populistas encuentren apoyo.

¿Alguna vez has sentido que tu voz no cuenta? Yo lo he experimentado, esa sensación de estar gritando en un apático océano de indiferencia. Esa frustración es lo que alimenta a los populistas y, desafortunadamente, muchos líderes tradicionales no han sido capaces de conectar con esas preocupaciones legítimas.

Comunicación en la era digital

A medida que avanzamos, un tema recurrente es cómo los partidos tradicionales se han quedado atrapados en un lenguaje demasiado técnico. En esta época de interacción instantánea y redes sociales, parece obvio que la comunicación efectiva es clave. ¿Deberían los partidos del centro volver a la escuela y aprender a conectarse de manera más emocional y directa con la gente? Wind cree que sí.

Un buen ejemplo de este fenómeno es el contraste entre Olaf Scholz, canciller alemán, y el carisma que se había visto inicialmente en Emmanuel Macron. Uno se siente más como un abuelo hablando de fútbol y las guerras pasadas, mientras que el otro, al menos al principio, hablaba la lengua de la juventud. Pero la relevancia se disipa rápido si no se está dispuesto a aprender.

¿Preparados para el siguiente paso?

Volviendo al malestar geopolítico, Wind hace una analogía interesante: si Trump vuelve al poder, lo primero que hará será llamar a Putin, y entonces estaremos todos en problemas. Como ella misma dice, «nos estamos enfrentando a una amenaza existencial por la evolución política en EE. UU.».

Así que el mensaje es claro: aumentar nuestra autonomía, construir nuestras propias capacidades defensivas y, sobre todo, no dejar que la dirección del viento la marquen individuos cuyas decisiones pueden tener repercusiones desproporcionadas para el continente.

Una Europa unida o fragmentada

Al final del día, ¿qué hacemos? Nos enfrentamos a la perspectiva de una Europa fragmentada o una que se una bajo una misma bandera, defendiendo un solo camino frente a la crisis. Es un dilema. Wind plantea que, aunque no necesitamos el acuerdo de los 27 países de la UE para actuar, sí necesitamos hacer un esfuerzo consciente para presionar a aquellos que se niegan a adaptarse a las nuevas circunstancias del mundo.

Lo que está claro es que, independientemente de quién ocupe la Casa Blanca en los próximos años, entregar el futuro de Europa a la incertidumbre no es una opción. En este escenario, cada uno de nosotros puede desempeñar un papel, ya sea apoyando el activismo, la democracia, o simplemente alzando la voz ante nuestras inquietudes.

Reflexiones finales

Así que, ¿qué hacemos mientras tanto? Podemos optar por ignorar la realidad, como muchos líderes parecen hacer, o incluso sentirnos impotentes ante la grandeza de los problemas que tenemos que enfrentar. Pero, en lugar de una película de terror, tengo la esperanza de que este sea un llamado a la acción. Porque, aunque estamos ante un desafío considerable, también tenemos la capacidad de marcar la diferencia.

Al final, solo el tiempo dirá si Europa logra levantar la voz y prepararse, o si decidirá seguir dando paseos despreocupados al borde del abismo. Tal vez lo más inquietante de todo es que ni siquiera sabemos qué decisión tomará finalmente la UE. ¿Nos dejará con la esperanza de un futuro brillante, o nos condenará a un caos político que haría que incluso la serie de más suspenso quedara como un cuento de hadas?