El conflicto en Gaza ha escalado a niveles preocupantes y ha despertado un torrente de opiniones, debates y, sobre todo, una vorágine de corazones y mentes en alerta. Antes de meternos de lleno en este tema que podría rivalizar con una novela de intriga, es importante que entendamos no solo lo que está sucediendo, sino también lo que ha llevado a esta situación. En este artículo, queremos explorar la realidad de Gaza y analizar el papel que juega Occidente en este complicado mosaico de tragedia y responsabilidad.

Una perspectiva histórica imprescindible

A veces, cuando me siento a reflexionar sobre el curso de la historia, no puedo evitar recordar lo que aprendí en mis clases de historia del colegio. Recuerdo a un profesor un tanto excéntrico, que decía que “el pasado siempre está presente”, y cuánta razón tenía. La ubicación del conflicto actual se encuentra en un terreno minado de causas que se remontan a décadas de tensiones, colonización y malentendidos culturales. ¿Acaso podemos realmente entender el presente sin mirar hacia el pasado?

El reciente ataque de Hamas el 7 de octubre es solo uno de los muchos eventos que salpican esta historia compleja. Pero, ¿por qué le prestamos tanta atención a ese día en particular? En gran medida, porque ha sido el desencadenante de una reacciones internacionales que, para algunos, parecen desmesuradas y, en ciertos contextos, criminales.

«La historia que se escribe hoy es la de los vencedores», dijo Didier Fassin, un académico importante del Collège de France. Occidente ha tenido una voz potente en el discurso sobre el conflicto palestino-israelí. Sin embargo, una voz particularmente silenciosa es la de los propios palestinos y sus sufrimientos. Fassin, al igual que otros expertos, plantea la pregunta de si realmente podemos hablar de un genocidio en Gaza, y si la inacción de muchos gobiernos occidentales podría interpretarse como complicidad.

La difícil línea entre genocidio y guerra

¿Y qué exactamente constituye un genocidio? A menudo se escucha la palabra en discusiones apasionadas, y es importante no caer en la trampa de trivializar su significado. La Corte Internacional de Justicia ha considerado que los actos en Gaza podrían ser descritos de esa manera, pero esto no es solo un juego de palabras; es la diferencia entre lograr justicia para un pueblo o ser testigos de una catástrofe humanitaria en silencio.

Vuelvo a recordar un artículo que leí hace un tiempo, que desglosaba la manera en que definimos el “genocidio”. ¿Podemos hablar de genocidio cuando las víctimas son poco más que estadísticas? Cuando observamos las imágenes desgarradoras de la devastación, surge la pregunta: ¿seremos nosotros, como sociedades, responsables de lo que ocurre no solo en Gaza, sino en cualquier rincón del mundo donde hay opresión?

La alternativa de la empatía

Es fácil hablar del conflicto desde un escritorio, pero, ¿alguna vez has pensado en lo que realmente significa ser un civil atrapado en medio de un asedio? Mi experiencia viajando a zonas de conflicto me ha mostrado que, independientemente del lado en el que nos encontremos, las historias humanas son las que nos tocan el corazón.

Imagina a una madre, cuya única preocupación es salvar a su hijo de los escombros de su hogar. ¿Acaso esa imagen no debería llamar a nuestras conciencias? Puede que no estemos en Gaza, pero, al menos, tenemos la facultad de hablar y alzar nuestras voces por aquellos que están callados por la fuerza de la violencia.

La sombra de Estados Unidos

Si hay un país que tiene un papel preponderante en la actual crisis, ese sería Estados Unidos. No podemos ignorar el hecho de que el apoyo estadounidense a Israel ha sido un pilar fundamental en el conflicto. Expertos como Rashid Khalidi, de la Universidad de Columbia, argumentan que EE.UU. no solo proporciona refugio y apoyo diplomático, sino que también se convierte en cómplice de las acciones de Israel. ¿Realmente lo hacemos de manera consciente o estamos simplemente alineados con la narrativa de la “realpolitik nacional”?

Recuerdo un episodio en una manifestación donde se levantaban pancartas en contra de la intervención estadounidense. Las miradas confundidas de aquellos que sostenían las pancartas reflejaban una lucha interna: ¿por qué nuestro gobierno apoya lo que los demás ven como opresión?

La complicidad del silencio

Es un hecho que muchas naciones occidentales han cerrado los ojos ante las atrocidades cometidas en Gaza, y este silencio podría considerarse, en sí mismo, una forma de complicidad. Es doloroso aceptar que, a menudo, nuestras acciones (o falta de ellas) pueden tener consecuencias catastróficas.

Una cita de Samuel Huntington resuena en mis pensamientos: “Occidente ganó el mundo no por la superioridad de sus ideas o valores o religión, sino por su superioridad en aplicar la violencia organizada”. ¿Qué estamos haciendo, como ciudadanos de naciones occidentales, para desafiar este status quo?

Las voces de quienes sufren

En medio de esta vorágine, es esencial escuchar a quienes están involucrados directamente en la tragedia. La historia que se cuenta sobre Gaza no debe ser solo la narrada por los vencedores. Hay otro relato, uno que debe ser documentado y revisado, que debe tener en cuenta las voces de quienes han sido despojados de sus tierras, sus derechos y su humanidad.

La «policía del pensamiento» y la crítica silenciada

La noción de que criticar las políticas de Israel se asocia con el antisemitismo ha creado un ambiente en el que el debate se ha vuelto tóxico. Hay que recordar que la crítica no es sinónimo de odio. Recuerdo un amigo que, tras expresar sus dudas sobre la política israelí, se encontró en medio de una tormenta de acusaciones. La libertad de expresión debe ser un derecho que todos podamos ejercer sin temor a represalias.

¿Qué futuro nos espera?

A medida que las tensiones continúan aumentando, una pregunta persiste: ¿se podrá encontrar el camino hacia la paz en medio de la destrucción? Muchos académicos, como el historiador Avi Shlaim, enfatizan la necesidad de un diálogo honesto que contemple tanto las historias de los israelíes como las de los palestinos.

¿Podrán eventualmente encontrar el espacio necesario para la reconciliación? Este es un dilema que a menudo parece tan lejano como el final del conflicto mismo.

Conclusión: la responsabilidad de todos

En última instancia, todos tenemos la responsabilidad de reflexionar sobre lo que ocurre en Gaza y en cualquier otro lugar donde la injusticia y la violencia prevalezcan. No se trata solo de ser meramente observadores pasivos, sino de ser voces activas que exigen un cambio.

Al leer estas palabras, te invito a considerar: ¿cuál es tu papel en esta narrativa? La historia está siendo escrita en este mismo momento, y todos somos parte de ella, aunque podríamos preferir ignorarlo. Cuando la historia del futuro se cuente, ¿querrás ser recordado como aquel que miró hacia otro lado, o como alguien que se atrevió a desafiar las narrativas impuestas?

Mientras contemplamos el futuro del conflicto en Gaza, recordemos siempre que las historias más poderosas son las que se construyen sobre el entendimiento y la empatía. Al final del día, somos humanos, y nuestras historias están entrelazadas. La humanidad debe prevalecer sobre la política, y nosotros tenemos el poder de hacer que eso suceda.