En el vasto océano de la televisión, donde los programas a menudo parecen más un espectáculo que una reflexión sobre la realidad, Crims ha emergido como un faro distintivo que navega con precaución por las tumultuosas aguas de la crónica negra. ¿Alguna vez te has preguntado cómo un programa puede captar la atención de cerca de tres millones de personas? Sí, lo has leído bien. En una Cataluña donde las historias de crimen parecen atraparnos, Crims ha logrado construir un relato atractivo y, ante todo, respetuoso con las víctimas. Pero, ¿qué lo hace tan especial? Vamos a desentrañar sus secretos.
La narrativa de un crimen: ¿espectáculo o realidad?
Una de las primeras cosas que llama la atención al sintonizar Crims es su enfoque ético. Mientras que otros programas de crónica negra pueden caer en la trampa de sacar provecho del morbo—porque, admitámoslo, uno a veces siente una extraña fascinación por el lado oscuro de la humanidad—Crims nos ofrece una perspectiva diferente. El creador Carles Porta se lo ha tomado muy en serio. “No se trata de dar voz a los asesinos, sino de contar la historia de las víctimas”, ha dicho en ocasiones. Esta declaración resuena profundamente en el espectador, quien así se siente un poco menos como un voyerista y un poco más como un ser humano empático.
Personalmente, recuerdo una vez en la que estaba viendo un documental sobre un asesinato que había tenido lugar en mi ciudad. El morbo era palpable, las imágenes impactantes, pero la falta de sensibilidad hacia los afectados me dejó un sabor amargo. En contraste, Crims evita este camino. ¿No es refrescante encontrar un programa que respete el dolor de las familias de las víctimas, en lugar de explotarlo para tramar una narrativa llena de dramatismo?
¿Por qué la audiencia está enganchada?
La magia de Crims radica en su habilidad para mantener al espectador enganchado sin caer en el espectáculo vulgar. La verdadera crónica negra no necesita adornos; la realidad, en su forma más cruda, ya es lo suficientemente poderosa. Así, en cada episodio, el espectador se encuentra sumergido en relatos escalofriantes de asesinatos, pero narrados desde un ángulo humano.
Tomemos como referencia un episodio en particular, donde se habla del caso de Carme Gallart, una víctima cuya identidad sigue siendo un fantasma en los recuerdos de aquellos que la conocieron. La historia no se centra en la brutalidad del crimen, sino en el vacío que deja su ausencia y en el dolor de una familia que busca respuestas. El enfoque en la experiencia humana, en lugar de en el crimen en sí mismo, permite que la historia resuene profundamente con el espectador.
Esto nos lleva a cuestionar: ¿cuántos programas de televisión pueden decir realmente que han hecho un esfuerzo por mostrar la vida de las víctimas y no solo los detalles macabros de sus muertes? Quizás no tantos.
El dilema de mostrar o no mostrar
Uno de los aspectos más intrigantes de Crims es su compromiso ético de no mostrar imágenes gráficas. En el mundo del espectáculo donde más es más, esa elección puede parecer anticuada, pero en realidad, es un gran paso hacia adelante. Recuerdo cuando vi el primer episodio. La intriga estaba presente, pero sin los grotescos espectáculos visuales a los que a menudo estamos acostumbrados. En lugar de imágenes de cuerpos y detalles sangrientos, se manejaban elementos visuales que proporcionaban un contexto sin el dramatismo innecesario.
A medida que indagas en la narrativa de cada caso presentado, te das cuenta de que no es solo una historia de crimen, sino una historia humana. Las imágenes de antenas de telefonía móvil y el cableado que forman parte de la narrativa crean una atmósfera de inquietud sin necesidad de caer en lo visceral. ¿No es esto un testimonio del poder de una buena storytelling?
La soledad tras el drama
Un aspecto que conmueve profundamente en Crims es la forma en que aborda el sufrimiento de las familias de las víctimas. Después del злочин, tras la marea de atención mediática y el torbellino emocional, ¿qué permanece? A menudo, es la soledad y el olvido. Attestando a esto, Carles Porta ha descrito cómo en este programa intentan capturar no solo el acto del crimen, sino también el impacto duradero que tiene sobre quienes quedan atrás.
En los casos que se presentan, los familiares sufren una pérdida trágica que solo se agrava con la falta de respuestas. Esta narrativa de seguir a las familias después de la sentencia es crucial. En un mundo donde todos parecen tener prisa por moverse hacia el siguiente escándalo o noticia, Crims se toma el tiempo necesario para contemplar el dolor y las secuelas.
A veces me pregunto si realmente entendemos la magnitud de la pérdida que enfrentan estas familias. En un episodio, Porta menciona que la vida de quienes quedan detrás no termina con un veredicto; el eco de la tragedia sigue resonando en cada rincón de sus vidas. Al final, el programa nos invita a reflexionar:
El papel del periodismo en la crónica negra
A medida que la serie avanza, también se abre el debate sobre la naturaleza del periodismo en este género. Si bien muchas producciones priorizan el ‘quién lo hizo’ en lugar del ‘por qué’, Crims elige un camino que examina el trasfondo de cada caso.
Las investigaciones se sienten más como un relato detectivesco donde el espectador tiene la oportunidad de formarse su propio juicio, en vez de ser guiado de la mano por expertos que, a menudo, pueden no ser tan fiables como uno supondría. La conexión directa entre el espectador y los protagonistas de la historia genera una dinámica que infunde mayor interés y respeto hacia el sufrimiento real que se expone.
¿No te parece que el verdadero periodismo aquí debería ser precisamente eso: ofrecer una voz a aquellos que han sido afectados sin chantajes mediáticos y sensacionalismos?
Conclusión: Un valor oculto en la narrativa de crímenes
Crims destaca en un panorama mediático saturado de series que a menudo cruzan la línea entre entretener y explotar. Su capacidad para contar historias complejas, eligiendo la empatía como su guía, es un recordatorio valioso de que el periodismo no solo debería informar, sino también, de alguna manera, humanizar.
Así, al finalizar un episodio, no solo nos permite salir a la vida real con información, sino que también nos hace reflexionar sobre nuestra propia humanidad. Cuando el telón cae, nos quedamos con un puñado de preguntas y un profundo respeto por las historias que a menudo pasan desapercibidas.
Así que, la próxima vez que te sientes a ver Crims, recuerda: estás ante más que una simple historia criminal. Estás frente a un relato humano que clama por ser escuchado, un llamado a no olvidar a aquellos que, en su silencio, aún resuenan.