El Día de Acción de Gracias, un momento supuestamente reservado para la reflexión, la gratitud y el tiempo en familia, se vio ensombrecido por un oscuro acontecimiento en Estados Unidos: amenazas de bomba dirigidas a varios congresistas demócratas. ¿Qué tipo de mundo es este, en el que la amenaza de violencia se cruza con el espíritu festivo de una festividad que debería unirnos? No sólo me encuentro preocupado por lo que esto dice de nuestra sociedad, sino que me suena familiar; similar a cuando recibí una llamada telefónica sospechosa que me hizo pensar en cómo las acciones extremas de otros pueden repercutir en nuestra cotidianidad.
¿Qué ocurrió realmente en Acción de Gracias?
Según informaron múltiples fuentes, entre ellas NBC, al menos siete congresistas demócratas fueron objeto de amenazas de bomba en la víspera del Día de Acción de Gracias. Los peligrosos mensajes apuntaron específicamente a miembros de la Cámara de Representantes de Connecticut, como Chris Murphy y Jahana Hayes, así como a otros representantes de Massachusetts y Rhode Island. El isuáase de la violencia se intensificó, siendo incluso peor que aquellas situaciones en las que te encuentras tratando de convencer a tu abuela de que el puré de papas no necesita tanta mantequilla.
Las amenazas no se limitaron a una simple advertencia, sino que incluyeron planes para colocar bombas caseras en los buzones de los legisladores y realizar lo que se conoce como “swatting”, que son llamadas de emergencia falsas que movilizan equipos de policía, potencialmente desatando situaciones descontroladas. ¿Puede imaginarse la angustia que esto provoca? Pienso en lo que sería recibir una llamada preocupante en medio de los preparativos para una cena familiar, en lugar de la típica pregunta sobre la receta del pastel de carne.
La respuesta de los legisladores y el contexto actual
La respuesta de algunos de los congresistas afectados es digna de atención. Hakeem Jeffries, líder de la minoría de la Cámara, describió la violencia política como algo que no tiene cabida en la sociedad americana. Es irónico; la época navideña, que debería ser un tiempo de paz, se entrelaza con la intimidación y el miedo.
Aún más inquietante es que estas amenazas no son incidentes aislados. Antes de estas amenazas, varios nominados del presidente electo Donald Trump también recibieron amenazas similares. De hecho, el FBI ha comenzado una investigación para rastrear el origen de esta ola de violencia–o como yo prefiero llamarlo, el “Día de la Brecha Familiar”.
Imaginen la escena: el presidente Biden, al ser interrogado sobre estas preocupaciones, se compromete a “trabajar duro” en la investigación. Espero que este “trabajo” no implique simplemente buscar en Google “cómo detener la violencia política”, porque, spoiler alert: no existe una respuesta rápida.
La violencia política: un fenómeno creciente
Desde las elecciones de 2016, la polarización política ha alcanzado niveles que habrían hecho sonrojar a los propios padres fundadores de EEUU. La violencia política ha pasado de ser un fenómeno raro a algo casi cotidiano. ¿Cuántas veces hemos visto a figuras públicas enfrentarse a amenazas o incluso ataques? Una de mis propias experiencias más impactantes fue cuando, al dar una charla en una universidad, un estudiante me interrumpió para expresar sus deseos de “explosión” cada vez que hablaba de una política que él desaprobaba. Aunque en tono de broma, la burla no se aleja tanto de la realidad.
Entonces, cabe preguntarse: ¿por qué hemos llegado a este punto en nuestra cultura política? Es sencillo: la constante exposición a la violencia en los medios de comunicación, la polarización de las redes sociales y, quizás más importante aún, la falta de diálogo civilizado y constructivo.
¿Qué podemos hacer al respecto?
Tal vez te estés preguntando, “¿y yo qué puedo hacer?” Bueno, creo que todos tenemos una responsabilidad activa en fomentar un discurso más amable. Aquí algunos pasos sencillos que podemos tomar:
- Participación en foros y debates: Escuchar diferentes opiniones puede no ser fácil, pero es esencial. Una vez, asistí a un debate entre políticos muy opuestos, y aunque me sentí tentado a estirarme en mi asiento y girar los ojos, escuchar ambos lados realmente me ayudó a comprender la complejidad de ciertos problemas.
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Defensa de la comunidad: Involúcrate en iniciativas que busquen fomentar la paz y la civilidad. Ofrécele a alguien una taza de café en lugar de insultos en redes sociales.
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Educación y empatía: Fomenta la educación sobre la violencia política y sus efectos en la sociedad. No hace falta ser un político para hacer una diferencia. En una ocasión, pasé un fin de semana entero discutiendo con amigos sobre la historia y la política en un evento local, y ¡sorpresa! Todos aprendimos algo valioso.
Reflexiones finales
La violencia política no debe ser nuestro nuevo normal. Lo que experimentaron los congresistas en Acción de Gracias debería hacernos reflexionar sobre hasta dónde hemos llegado, y quizás lo más importante, adónde queremos ir. Tal vez en lugar de ver un maratón de películas de acción, tal vez este año podríamos centrarnos en los placeres sencillos de la vida, como cocinar juntos, o compartir historias en la mesa de acción de gracias, por muy incómodos que puedan parecer.
Recordemos: al final del día, somos humanos, y todos compartimos este planeta: hay mucho más que nos une que nos divide. Así que, mientras nos preparamos para los días festivos, es esencial no perder de vista lo importante: la compasión, la empatía y el deseo de entender a los demás, incluso a aquellos con los que podríamos no estar de acuerdo.
¿Quién sabe? Tal vez un simple gesto de amabilidad en la vida real pueda ser el primer paso en la búsqueda de un futuro más pacífico. Después de todo, ¿quién no quiere más días de acción de gracias llenos de amor, risa y cero amenazas?