En el vasto universo del arte, hay historias que resuenan tan profundamente que se convierten en verdaderos ecos en el tiempo. Hoy vamos a explorar una de esas historias, la de Alejandra Fierro Eleta, una mujer cuya pasión por la música latina no solo la ha llevado a construir un legado impresionante, sino que también ha alcanzado a miles de corazones a través de su fundación, Gladys Palmera.

El arte como refugio: un comienzo apasionado

Desde pequeña, Alejandra encontró en el arte un refugio, un lugar donde podía escapar de la rutina y sumergirse en sonidos que le hablaban de raíces, cultura y amor. ¿Alguna vez te has sentido abrumado por la vida y has buscado consuelo en una canción? Yo lo he hecho, y puedo entender perfectamente por qué Alejandra optó por sumergirse en el mundo musical.

Su historia comienza con un legado familiar fascinante; su padre es venezolano, su madre es panameña, y su tío, Carlos Eleta, es conocido por su impactante contribución al bolero con «La historia de un amor». Así, desde el inicio, Alejandra estaba rodeada de una rica herencia musical que la inspiraría a crear su propia voz en este mundo sonoro.

De la radio a un archivo sonoro invaluable

La radio fue el primer canal donde Alejandra pudo difundir su amor por la música. En 1999, tras una conversación con su padre sobre la idea de crear una emisora de música latina, y con un icónico «no con mi nombre», nació la radio Gladys Palmera. Una decisión emprendedora que no solo le permitió a ella, sino también a muchos artistas emergentes, encontrar su voz. ¿No es inspirador cómo de una simple conversación puede surgir una revolución musical?

La fundación, ubicada en San Lorenzo de El Escorial, Madrid, alberga actualmente un archivo impresionante: ¡54,000 vinilos y 25,000 CDs! Su hogar se ha convertido en un museo sonoro que captura la esencia de múltiples generaciones y estilos musicales. Imagina ingresar a un lugar donde la música vive y respira a través de cada pared y objeto. Es como entrar en un santuario donde los sonidos del pasado se entrelazan con la vibrante actualidad.

La misión de preservar la cultura latina

Con la Fundación Gladys Palmera, Alejandra no solo busca conservar su vasta colección, sino que también aspira a convertirla en un recurso accesible para las generaciones futuras. Es emocionante pensar que una colección de esta magnitud está en camino de ser donada a importantes instituciones como la Smithsonian Institution de Estados Unidos o el Ministerio de Cultura de España. Ciertamente, ¿quién no querría que su legado musical no solo perdurara, sino que floreciera?

Tommy Meini, el curador principal de la Fundación, comparte que el proyecto busca seguir creciendo y viviendo. La idea de que esta colección sea más que un mero archivo, que se convierta en un lugar donde la gente pueda interactuar con la música y la cultura, es una visión que nos toca a todos. ¡Nada mejor que un lugar donde las melodías pasadas y presentes se unan para crear un futuro vibrante!

Una plataforma para el talento joven: el poder de la música independiente

Alejandra no es simplemente una recopiladora de música; es una impulsora del talento joven. Desde su emisora hasta su canal de YouTube, donde más de 1,800 artistas han grabado, ha estado en primera línea apoyando a la música independiente. En un mundo donde las grandes superestrellas suelen dominar las listas de popularidad, su enfoque en apoyar a artistas emergentes es un soplo de aire fresco.

Quizás tengas un amigo que ha diseñado una canción que nunca ha visto la luz del día. ¿Recuerdas la emoción de escuchar música que resuena con tus experiencias personales? Alejandra ha hecho posible que otros sigan ese camino y canten su verdad.

La colección: un viaje a través de la historia musical

Cada vinilo, cada CD en la colección de la Fundación cuenta una historia. Por ejemplo, el disco más antiguo data de 1829 y algunos de los más curiosos fueron diseñados para aprender a bailar. ¡Imagínate tener un disco con instrucciones paso a paso para bailar salsa! Como dice el dicho, «el baile es la poesía del pie», y estoy seguro de que muchos de nosotros deseamos tener un mapa para no pisar los pies de nuestros compañeros de baile.

Además, la colección incluye artefactos sorprendentes, como el vestido de Celia Cruz, que siempre ilumina cualquier habitación con su increíble energía y legado. Hay también piezas que nos muestran el lado oscuro de la historia, especialmente en relación con la representación de la mujer en la música. Las exposiciones que la Fundación está organizando, como la dedicada a la mujer latina, son testamentos de las luchas y triunfos que muchas han vivido.

Un legado musical en evolución

Lo que más me fascina de la manera en que Alejandra y Tommy gestionan la colección es cómo combinan lo antiguo con lo nuevo. Por ejemplo, han adaptado armarios diseñados para farmacias para almacenar CDs. Es un ingenio que demuestra que la pasión por la música no está limitada por los espacios o lugares; puede transformarse y rejuvenecerse.

La historia de cada pieza se investiga y documenta, creando un archivo que, no solo conserva música, sino que también narra historia. Imagínate explorar historias de abusos laborales a través de la música, como lo hace Juan Andrés Milanés con su trabajo sobre testimonios de abusos. La música no es solo entretenimiento; es una forma de contar historias, de sanar y de unir a las comunidades.

Mirando al futuro: el impacto social de la música

En 2009, Alejandra lanzó la Escuelita del ritmo en Portobelo, Panamá, un centro gratuito donde la música es la herramienta principal para la transformación social. Aprender inglés e informática en un entorno musical no solo brinda a los jóvenes una educación, sino que también les da un espacio donde pueden encontrar su voz y su identidad. La música tiene ese poder, ¿no crees?

En un mundo tan dividido, estos espacios se convierten en oasis de esperanza y oportunidad. La imagen de jóvenes bailando y cantando juntos, dejando de lado sus diferencias, es un recordatorio de que la música puede unirnos.

Reflexiones finales

La trayectoria de Alejandra Fierro Eleta es un recordatorio poderoso de la importancia del arte en nuestras vidas. Nos invita a pensar: ¿qué lugar ocupa la música en nuestra existencia? Para Alejandra, ha sido un refugio, una herramienta de cambio y una forma de conectar con su identidad.

Así como los ecos de su colección resuenan por todo el mundo, también deberían resonar en nosotros. La próxima vez que escuches una canción que te haga sentir vivo, recuerda la historia detrás de ella. Recuerda que, al igual que Alejandra, todos tenemos el poder de crear nuestro propio legado y conectar con el mundo a través del arte.

Finalmente, cuidemos y compartamos estos regalos culturales con los demás. Porque al final del día, el arte es un regalo, y compartirlo es el mayor acto de amor.

¿Y tú, qué música llevas en tu corazón?