La Cumbre del Clima, conocida como COP29, se ha inaugurado en Bakú, Azerbaiyán, y la participación de los líderes mundiales, quienes son los que realmente pueden marcar la diferencia, deja mucho que desear. Si pensamos en la cumbre como un evento de alto nivel, donde los presidentes y primeros ministros deberían discutir soluciones, el escenario se torna un tanto desalentador. ¿Por qué, podríamos preguntarnos, han decidido los mandatarios de los países más contaminantes no asistir? En una época en la que todos dependemos tanto de nuestro entorno, es triste ver que algunos de esos mismos líderes no están dispuestos a reconocer la gravedad de la crisis climática, ¿no lo creen?

La apertura de la cumbre: expectativas y la dura realidad

El secretario general de la ONU, António Guterres, abrió la sesión con un discurso contundente, aunque dio la impresión de estar hablando a un público en el que algunos ponentes son culpables de mirar para otro lado. Su mensaje fue claro: la revolución de las energías limpias está en marcha y no hay vuelta atrás. Sin embargo, es difícil no sentir que, a pesar de su optimismo, Guterres está hablando a un grupo de personas que, en su mayoría, preferirían ignorar el problema.

Mientras tanto, el presidente de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, elevó su voz en defensa de los combustibles fósiles, citando que estos son el «regalo de Dios». Es casi como si hubiera dicho que el petróleo y el gas son nuestra salvación, mientras que el resto del mundo se está ahogando en un mar de calentamiento global y desastres naturales. Es el clásico caso de ‘no quiero ver la realidad que me rodea’, y por eso, lo achaco a una falta de empatía que resulta alarmante. Quizás haya reencontrado un viejo amor: el petróleo.

Una asistencia que da que pensar

Entre las ausencias notables en la cumbre se encuentran los líderes de los seis grandes emisores del planeta: Estados Unidos, China, India, Rusia, Brasil y la Unión Europea. ¿No les parece extraño que quienes más contribuyen al calentamiento global se ausenten de un evento tan crucial? Claro, esto podría parecer una estrategia para evitar tener que dar explicaciones incómodas y prometer cosas que no tienen intención de cumplir. En un momento en el que se requiere unidad y cooperación, la falta de representación de estos países no es solo un simple malentendido o descuido, es un mensaje claro de falta de compromiso.

Incluso el presidente español, Pedro Sánchez, se presentó en Bakú, ¡aunque no sé si eso realmente cuenta! Es un poco como invitar a la última persona en la fiesta a hacer un discurso, pero eso no cambia el hecho de que, de fondo, la música sigue sonando igual de fuerte. ¿Qué pasaría si los jefes de Estado simplemente decidieran asistir a esta cumbre como si fuera la “cumbre de la pizza” en lugar de una discusión sobre nuestro futuro colectivo?

Recursos y financiación: ¿la clave para el cambio?

Una de las discusiones más centrales de la COP29 gira en torno a la financiación climática. Guterres ha hecho un llamado para que los países más desarrollados desembolsen 100.000 millones de dólares anuales a las naciones en desarrollo. Pero volviendo al ‘realismo’ del que habló Aliyev, ¿realmente creen que los países ricos están dispuestos a soltar esa cantidad de dinero? Hay un viejo dicho que dice: «es más fácil pedir prestado a alguien que no conoces,» y eso parece encajar bien aquí.

Dicho esto, está claro que los países en desarrollo se están llevando la peor parte en este asunto. La escasa financiación y una deuda aplastante hacen que sus esfuerzos por adaptarse al cambio climático sean casi imposibles. De acuerdo con Guterres, el año pasado, los mercados en desarrollo recibieron solo 15 centavos por cada dólar destinado a energía limpia. Eso es prácticamente una limosna en comparación con lo que realmente necesitan.

La solución parece ser que debemos derribar los muros a la financiación climática. Recuerdo una experiencia similar cuando trataba de levantar mil euros para una causa benéfica; nunca pensé que reunir ese dinero sería más complicado que conseguir que mi gato se bañe. Así que, ¿podríamos pensar que, a nivel mundial, pasa algo similar?

Estrategias innovadoras y la necesidad de acción

En este contexto, Guterres ha propuesto gravámenes para el transporte marítimo, la aviación y la extracción de combustibles fósiles como solución para la crisis de financiación. En teoría suena genial, y todos estamos de acuerdo en que los contaminadores deben pagar, pero mi pregunta es: ¿quién realmente cree que eso sucederá? En la coyuntura actual, los bancos multilaterales de desarrollo deben ser recapitalizados para que puedan mover más financiamiento hacia las zonas que realmente lo requieren. Pero si bien se requieren nuevas ideas, lo que parece faltar es la voluntad de actuar.

La política del cambio climático y el regreso de los protagonistas ‘no tan’ deseados

Una sombra se cierne sobre esta cumbre: el posible regreso de Donald Trump a la Casa Blanca. Aunque su actual administración está ausente de la cumbre, todos recordamos cómo, durante su primer mandato, sacó a EE. UU. del Acuerdo de París. Ahora más que nunca, existe el temor de que una nueva administración bajo su liderazgo represente un retroceso en los compromisos internacionales contra el cambio climático. ¿Acaso no estamos atrapados en un ciclo vicioso?

Guterres ha hecho un llamado significativo para que los países dejen de considerar el cambio climático como un asunto secundario. “Ningún país se libra,” sugirió. Pero, seamos honestos, es crucial que los multimillonarios y las grandes corporaciones sean responsabilizados. Según un informe de Oxfam que se mencionó en la cumbre, “los multimillonarios más ricos emiten más dióxido de carbono en una hora y media que una persona media en toda su vida.” ¡Eso es un dato que deja sin palabras!

Alternativas más brillantes: energías limpias y nuevas oportunidades

Sin embargo, a pesar de las dificultades, hay una luz al final del túnel: la creciente expansión de las energías renovables. Guterres apunta a que ahora casi en todos los lugares, las fuentes de energía solar y eólica son las más económicas para la instalación de nuevas infraestructuras eléctricas. Resulta que las soluciones se están volviendo más asequibles, y es ahí donde somos nosotros, los consumidores, los que podemos hacer una elección real.

Si de verdad queremos contribuir al cambio, tal vez deberíamos empezar a considerar cómo nuestras decisiones diarias—desde el café que compramos hasta el tipo de coche que conducimos—pueden influir en la dirección del futuro energético del planeta. Personalmente, desde que comencé a hacer hincapié en la sostenibilidad en mi estilo de vida, he sentido una especie de conexión con la tierra que no sabía que necesitaba. ¿Podríais imaginar un futuro donde todos tuviéramos esa misma conexión?

Reflexiones finales: es hora de actuar

A medida que avanzamos en la COP29, es evidente que los desafíos son enormes, pero la urgencia es aún mayor. La pregunta no es simplemente si estos líderes tomarán decisiones críticas, sino si el público estará dispuesto a actuar junto a ellos. La financiación climática, el compromiso político y las energías renovables son los caballos de batalla esenciales. Ahora más que nunca, la colaboración internacional y la empatía por las generaciones futuras son esenciales.

Así que aquí estamos, ¿podemos afirmar con seguridad que los que están en el poder realmente están comprometidos? Tal vez la respuesta no sea tan sencilla, pero está claro que, a medida que el mundo se enfrenta a crisis climáticas cada vez más severas, el tiempo de tomar decisiones audaces es ahora. Así que, ¿estamos listos para aceptar ese reto o seguiremos sentados en la sala esperando que el mundo se resuelva solo?

En definitiva, es momento de que la COP29 deje de ser solo una cumbre y se convierta en un verdadero punto de inflexión. Después de todo, el futuro del planeta, y nuestras propias vidas, cuelga en la balanza. ¡Actuemos todos, o nos encontraremos mirando atrás, preguntándonos qué salió mal!