La historia tiene una forma peculiar de enseñarnos lecciones, a veces a través de momentos brillantes de gloria y otras veces mediante oscuros capítulos de nuestra humanidad. Este 27 de enero de 2025, conmemoramos 80 años de la liberación de Auschwitz, un campo de concentración que se ha convertido en sinónimo del horror del Holocausto. La liberación de este campo de exterminio no solo marcó un hito en la historia, sino que también sirve como un recordatorio de la fragilidad de la civilización y la lucha constante contra el extremismo.
Auschwitz: Un símbolo del horror humano
Cuando la mayoría de nosotros pensamos en Auschwitz, lo primero que nos viene a la mente son imágenes desgarradoras de sufrimiento y dolor. En enero de 1945, cuando las tropas soviéticas llegaron al campo, solamente quedaban unas 7,000 personas, la mayoría de ellas enfermas, desnutridas y en condiciones casi irreales. Para entender la magnitud del sufrimiento que se vivió allí, debemos retroceder en el tiempo.
La historia del exterminio judío por parte de los nazis es uno de los capítulos más oscuros de nuestra historia contemporánea. Desde la llegada de Adolf Hitler al poder en Alemania en 1933, se inició un crescendo de violencia y hostigamiento hacia el pueblo judío. A medida que las leyes discriminatorias se intensificaron, condenando a estos individuos a la marginación, se gestó lo que eventualmente se convertiría en la “Solución final”.
Para ir más allá de lo que los libros de historia nos cuentan, permíteme compartir una anécdota personal. Un viaje que hice a Polonia hace unos años me llevó a Auschwitz. La atmósfera era sobrecogedora. Caminando entre sus barracones, uno no puede evitar pensar en las historias de aquellos que pasaron por allí; historias que no estaban escritas en las paredes, sino en las miradas vacías de quienes alguna vez respiraron allí. Las emociones son un torbellino, y es casi imposible no sentir la desesperación y la tristeza.
La importancia de recordar
El acto de recordar es esencial. Según Emilio Sáenz-Francés, un reconocido profesor de Relaciones Internacionales, “Hoy, 80 años después, no parece que la vacuna de la victoria de los aliados haya sido tan definitiva para poder decir que ese mal haya sido erradicado”. Es una afirmación impactante que invita a la reflexión. Aunque las generaciones presentes nunca hayan vivido el Holocausto, estamos condenados a repetirse si olvidamos las enseñanzas del pasado.
La conmemoración de este aniversario no es solo un tributo a las vidas perdidas, sino también una respuesta a la creciente ola de populismo y extremismo que se vislumbra en todo el mundo. En Europa, el aumento de partidos de extrema derecha no solo despierta inquietudes sobre el futuro, sino que también es un recordatorio de que los ecos del pasado aún resuenan en nuestras democracias contemporáneas.
La lucha contra el extremismo hoy
Es perturbador pensar que, 80 años después, muchos de los discursos que escuchamos hoy en día, aunque no sean idénticos a los del nazismo, presentan similitudes inquietantes. Encontramos discursos xenófobos que despiertan temores sobre “el otro”, lo que resulta en un ciclo de intolerancia y miedo. ¿No hemos aprendido nada? La memoria histórica es crucial para garantizar que nunca más se repita un horror similar.
La cita de Sáenz-Francés sobre la “fiebre de extremismo” es realmente relevante. En nuestra era de redes sociales y comunicación instantánea, las ideas extremas pueden ser amplificadas con una rapidez alarmante. Así como en los años 30, donde el extremismo condujo a la segunda guerra mundial, hoy en día predomina un enfoque de “nosotros contra ellos” que promete tensiones similares si no nos detenemos a reflexionar.
Los líderes mundiales y su responsabilidad
Este año, 42 representantes de naciones de todo el mundo se congregarán en Auschwitz, incluidas 27 delegaciones al más alto nivel. Mientras visualizo a esos líderes en una ceremonia solemne, me pregunto: ¿realmente entienden el peso de la historia que cargan? En alguna medida, su presencia sirve para recordar que es deber de todos nosotros, no solo recordar, sino actuar.
Si bien se espera que figuras como el ministro de Educación de Israel estén presentes, es crucial preguntarse qué acciones concretas se tomarán tras esta conmemoración. Las palabras tienen el poder de inspirar, pero las acciones son las que pueden cambiar el curso de la historia.
La mediación de las naciones en el Holocausto
La historia de España durante el Holocausto es un recordatorio de que la complicidad no siempre se manifiesta a través del acto de exterminar. Según Sáenz-Francés, “España no fue un colaborador activo del Holocausto, pero sí hubo una actitud de mirar para otro lado”. La pasividad puede ser tan perjudicial como la acción activa en la promoción del odio y la persecución.
Un punto crucial es la distinción entre los tipos de antisemitismo. Muchos de aquellos que vivieron en la España de Franco no estaban directamente involucrados en el exterminio, pero la indiferencia y el antisemitismo tradicional se entrelazan en una narrativa que debe ser estudiada y entendida. Recordar que, mientras el mundo luchaba, otros estaban mirando a otro lado es una lección que debemos internalizar.
¿Qué podemos hacer para honrar la memoria?
Volviendo a Auschwitz, resulta fácil sentirse abrumado. ¡Es tanta la historia que, a veces, uno quiere encerrarse en su burbuja y dejar que el mundo siga su curso! Sin embargo, es vital que movamos esa incomodidad hacia acciones positivas. Aquí hay algunas reflexiones sobre cómo podemos honrar la memoria de aquellos que sufrieron:
- Educación continua: Debemos involucrarnos en la educación sobre el Holocausto y otras tragedias humanas. ¿Por qué no asistir a un seminario local sobre el tema o leer un libro que profundice en estas historias de manera más personal?
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Compromiso cívico: Participar en discusiones sobre política y comprender el impacto que las decisiones políticas tienen sobre nuestra sociedad y, en particular, sobre las minorías.
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Plantilla de respeto: Construir comunidades inclusivas. No se trata solo de aceptar a los demás, sino de celebrar sus diferencias.
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Voz activa contra la intolerancia: No podemos permitir que el silencio y la apatía guíen nuestras acciones. Si escuchamos algún tipo de discurso de odio, debemos levantar la voz. Cada acción cuenta.
Reflexiones finales
A medida que nos adentramos en este desafiante aniversario, recordemos que no es solo un día para llorar, sino también para actuar. La liberación de Auschwitz fue un momento que marcó un cambio, una oportunidad para crecer como humanidad. Pero nos queda la pregunta de si realmente hemos aprendido nuestras lecciones.
Así que, mientras aquellos líderes mundiales se congreguen para recordar el horror del pasado, les preguntaría: ¿qué legado están dispuestos a dejar? Como observadores de la historia, nosotros también tenemos una responsabilidad. En tiempos de odio y división, recordemos que la empatía puede ser nuestro escudo más poderoso. Al final del día, todos compartimos este mundo, y es tarea de cada uno de nosotros asegurarnos de que nunca se repita una historia tan desgarradora como la que comenzó en Auschwitz.
La memoria no solo nos recuerda el pasado; nos impulsa a construir un futuro más brillante. ¿Estamos listos para ese reto?