Un nuevo capítulo en la historia española

Hace exactamente 50 años, España se encontraba en un periodo de transformación que, aunque costoso, ha definido el futuro del país. La muerte del dictador Francisco Franco marcó el inicio de una nueva era, un momento en el que muchos se sintieron por fin libres. Y aquí estamos, a punto de conmemorar ese hito, en medio de debates, tensiones políticas y, por supuesto, bastante drama royal.

La pregunta que muchos nos hacemos es: ¿realmente necesitamos esta conmemoración? Y si es así, ¿qué significado tiene para nosotros hoy? Seguro, hay ocasiones en la historia que se perciben con tanto peso que desearíamos que nos dieran un par de meses para ponerle sentido. Pero aquí estamos, y lo que se nos viene encima no es menor.

En 2025, el Gobierno español, encabezado por el presidente Pedro Sánchez, iniciará una serie de actos centrados en los “50 años de libertad”. Pero, esperen, déjenme aclarar un detalle: en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros, el ministro de Política Territorial y Memoria Democrática, Ángel Víctor Torres, nos dejó claro que no se festejará la muerte de Franco como tal, sino que se celebrará “una victoria colectiva” en pro de la democracia. Y claro, eso de la victoria colectiva suena muy bonito, pero ¿cuántos de nosotros realmente entendemos ese concepto en un país que aún resuena en eco con su historia reciente?

La trama política: ¿hacia dónde vamos?

Así es, el contexto político en torno a estos actos es, si no explosivo, al menos picante. Juan Carlos I, el rey emérito que vivió la transición, fue designado como jefe de Estado por el mismo Franco. Pero oh, el gran dilema: el Gobierno de Sánchez opina que no se debe conmemorar la figura de un rey que ha dejado su país por Emiratos Árabes, y que, en su día, tuvo un papel crucial en la transición democrática. Al final, la historia está llena de matrimonios incómodos.

Entonces, ¿quién va realmente a participar en estas celebraciones? Ya sabemos que el rey no asistirá al primer evento, y que el PP, bajo el liderazgo de Alberto Núñez Feijóo, también ha decidido permanecer al margen. Por cierto, ¿no resulta irónico que estén en la misma cancha de no compromiso con la historia? Como cuando invitas a tu mejor amigo a la fiesta y te dice que “tal vez no se le antoja”.

Torres ha hecho un llamado al PP para que se una a esta conmemoración, porque, preguntémonos, ¿qué demócrata puede realmente defender la dictadura? Sin embargo, el silencio del PP podría ser un reflejo de su complicada relación con el pasado. La política española es a menudo como una telenovela: siempre hay un nuevo giro, un nuevo traidor, pero también un montón de malentendidos.

Conmemoraciones y contenciones: el círculo que no se cierra

El problema de trascender nuestra historia parece ser que a veces no sabemos dónde poner el foco. Por un lado, el Gobierno quiere poner de relieve la “libertad alcanzada”, y, por otro, aún temen que se glorifiquen las figuras que nos llevaron a la dictadura. Torres menciona ejemplos de otros países como Portugal y Alemania, donde sí se celebran las caídas de sus dictadores; parece que no quisiéramos dejar nada al azar.

Mientras tanto, si hacemos un paréntesis y echamos un vistazo al pasado, el papel de Juan Carlos I en la movida de la transición no puede ser olvidado. Mucho se ha debatido sobre su rol en 1975, cuando, tras la muerte de Franco, asumió el cargo de jefe del Estado. Sin embargo, muchos alegan que su influencia se ha desvanecido en las sombras, especialmente en las últimas décadas. Siento decirlo, pero la historia es un juego de arrastrar los pies por el camino de los acontecimientos y a veces se le falta al respeto, como cuando intentas explicar a un niño de cinco años lo que es un sistema democrático mientras come helado.

«Estamos en contacto con la Casa Real y lo que hagamos lo acordaremos» – Torres.

Con esto, se siente como si se estuvieran abriendo más preguntas que respuestas. ¿Estamos realmente en contacto o simplemente esperando que las cosas se calmen para mandar el comunicado de lo que “conviene” recordar y lo que “no”?

Las repercusiones del silencio: ¿un eco en la memoria histórica?

Ahora, no seamos ingenuos. Los debates sobre libertad y memoria histórica son espinosos y requieren de una conciencia crítica por parte de todos nosotros. Cabría preguntarse también: ¿qué legado dejaremos a las futuras generaciones? Ignorar el pasado puede ser tentador, pero en algún momento debemos enfrentarlo.

Aquí es donde entra en juego la figura de Franco y sus 36 años de dictadura. A pesar de que los detalles de su régimen se han discutido más que las recetas de mi abuela, el hecho de que su legado aún permanezca vivo, aunque sea en controversias, en sí mismo cuenta una historia. La conmemoración puede brindar un espacio para recordar lo que nos ha enseñado la historia en lugar de solo tachar nombres de una lista.

Además, el movimiento “Memoria Histórica” ha estado en el centro del debate en España, y muchos ciudadanos se han mostrado a favor de dar una voz a aquellos que sufrieron durante el régimen. ¿De verdad creemos que el silencio hará que ese sufrimiento se desvanezca?

La postura del Gobierno y el papel del rey actual

En este culebrón, también hay que mencionar al actual rey, Felipe VI, que no asistirá al inicio de estas conmemoraciones. ¡Vaya forma de iniciar una fiesta! Ambos monarcas, Juan Carlos I y Felipe VI, tienen historias entrelazadas, pero sus caminos parecen divergentes: uno está en el exilio y el otro, intentando construir una imagen moderna y responsable para la Corona, como un hijo que quiere siempre marcar la diferencia con su padre, pero con el mismo legado.

El Gobierno tiene la intención de coordinar el evento de manera que la presencia del rey emérito no cause polémicas incesantes. Y eso es de aplaudir, porque en un país donde el pasado y el presente a menudo chocan, encontrar una manera de reconciliar ambos mundos es un reto mayor que tratar de enseñar a mi gato a salir a pasear.

Dicho esto, el miedo a abrir viejas heridas y provocar divisiones internas está muy presente. ¿Quién es el que tiene la última palabra sobre cómo recordar la historia? En la memoria histórica, todos tenemos algo que decir, pero a veces las voces se ahogan en los gritos políticos.

Reflexiones finales y preguntas abiertas

Hay tantas dimensiones en esta historia y muchas preguntas aún sin respuesta. A medida que el reloj avanza hacia las celebraciones de estos 50 años de libertad, quizás debamos reflexionar sobre el significado de nuestra historia. Si hay algo que hemos aprendido es que mirar hacia atrás puede ser tan importante como mirar hacia adelante.

Así que, cuando esa campaña de conmemoración empiece en 2025, sería interesante ver si todos nos atrevemos a hablar. Aquellos que están dispuestos a recordar el pasado lo hacen con la esperanza de construir un futuro más brillante. En esta sociedad, todos tenemos un pequeño eslabón que ofrecer en esta cadena de la memoria. Después de todo, ¿por qué aprender del pasado si no tenemos la intención de usar sus lecciones para vivir mejor hoy?

En definitiva, la cuestión es que la memoria no debe ser un fardo, sino más bien una brújula que nos ayude a navegar por el intrincado mapa de la identidad española. Celebrar los 50 años de libertad es un deber moral, pero también un acto de responsabilidad. La forma en que elegimos recordar es un reflejo de quiénes somos y de cuánto hemos crecido como sociedad. Este pulso entre la memoria, la historia y nosotros es lo que nos mantiene vivos.

Así que, amigos, prepárense para lo que se viene y mantengan las palomitas cerca, porque esto se va a poner interesante.