El 24 de noviembre de 2023, Uruguay se encuentra en una encrucijada trascendental. Con aproximadamente 2,7 millones de ciudadanos llamados a las urnas, la segunda vuelta de estas elecciones presidenciales promete ser un evento decisivo en el futuro político del país. Tras un primer acto electoral donde ninguno de los once candidatos logró superar el 50% de los votos, ahora se enfrentan el actual presidente Álvaro Delgado, candidato de la coalición oficialista, y Yamandú Orsi, representante de la oposición del Frente Amplio. ¡Pero, espera! Antes de emocionarte demasiado, tomemos un momento para profundizar en lo que esto realmente significa para los uruguayos.

La paridad en el aire: ¿quién llevará la delantera?

Las últimas encuestas reflejan una paridad asombrosa entre Delgado y Orsi. Si alguna vez sentiste ansiedad esperando el desenlace de una película, esto es algo similar. Imagínate a millones de uruguayos mordiéndose las uñas, preguntándose si el país seguirá por el camino del oficialismo o si abrazará un nuevo rumbo con la oposición. ¿Un cambio de timón será suficiente para resolver los desafíos actuales del país? El secretario de Presidencia del actual gobierno, en su búsqueda por un segundo mando, viene con un historial como diputado y senador, mientras que el profesor de Historia ha sido intendente de Canelones. ¡Qué currículos tan distintos! Sin embargo, ambos tienen un fuerte deseo de llevar a Uruguay a nuevas alturas.

Elecciones por la continuidad: ¿un argumento válido?

Llevo un tiempo reflexionando sobre la idea de la continuidad versus el cambio. En ocasiones, la continuidad puede parecer un camino más seguro; después de todo, si ya tienes un barco que navega, ¿por qué cambiarlo? Sin embargo, cada vez que escucho a las personas hablar sobre su deseo de que las cosas cambien, no puedo evitar preguntarme si eso es lo que realmente quieren o simplemente algo en lo que se han acostumbrado a pensar.

Delgado, quien fue secretario de Presidencia desde 2020 hasta 2023, llega a esta contienda con la meta de consolidar los logros de su administración. No obstante, algunos podrían decir que esta es una estrategia arriesgada. ¿Qué tan bien lo hará si su representación actual no ha superado las expectativas de todos? Las críticas sobre cómo se han gestionado ciertos temas económicos y sociales resuenan por todo el país.

Conversando con una amiga sobre esto, me dice «Es como cuando tienes una relación. A veces la comodidad no es señal de felicidad; puede ser solo miedo al cambio». Y, aunque puede que no estés eligiendo a un nuevo compañero sentimental, el concepto es bastante similar.

El dilema del cambio: ¿una nueva dirección?

Por otro lado, Yamandú Orsi representa una nueva visión para el país. Con su experiencia como intendente de Canelones, argumenta que un cambio es esencial. En este punto, muchos ciudadanos se enfrentan a la incertidumbre de lo que eso realmente implicaría. ¿Qué ofrecerá Orsi que no haya sido explorado ya? ¿Será el cambio un atajo hacia un futuro mejor o abrirá las puertas a más problemas?

Es fácil entrar en esta discusión y perderse en la ansiedad. Para muchos uruguayos, las promesas de un cambio pueden sonar atractivas, pero la incertidumbre es como esa amiga que siempre llega a la fiesta sin ser invitada: nadie la espera, pero todos la ven. “Me siento como si fuera un videojuego”, dice mi amigo Rami. “Cada decisión tiene sus consecuencias y lo único que quiero es no ser derrotado en esta partida”. Las elecciones son, en efecto, un juego para todos, pero los resultados determinan los caminos de una nación entera.

Historia electoral uruguaya: del pasado al presente

Es interesante reflexionar sobre la historia reciente de las elecciones en Uruguay. La segunda vuelta fue implementada en 1999 tras un plebiscito que modificó la Constitución, permitiendo que los ciudadanos voten nuevamente si nadie supera el umbral del 50%. Desde ese momento, hemos visto algunos momentos memorables en su historia electoral, como la victoria de Tabaré Vázquez y José Mujica que llevaron a la izquierda uruguaya al poder. Pero, ¿acaso la historia se repetirá o se escribirá un nuevo capítulo este noviembre?

Si algo hemos aprendido de los procesos electorales es que siempre hay espacio para sorpresas. Vázquez fue el primer presidente que ganó sin una segunda vuelta. Luego, con Mujica en el poder, la política uruguaya sufrió cambios significativos, y en 2019, Lacalle Pou hizo su debut electoral, llevando a algunos a preguntarse si el ciclo de liderazgo de la izquierda había terminado.

El debate: presentando los argumentos

A cinco días de la veda electoral, el debate entre Delgado y Orsi ofreció una ventana a las propuestas y visiones de ambos candidatos. Durante el debate, se presentó un choque de ideas, y, a mi parecer, eso siempre es refrescante. A nadie le gusta ver un debate sin chispa, es como ver una película sin escenas emocionantes. Ambos candidatos supieron mantener al público interesado, pero el desafío planteado es cómo llevar esas palabras a la acción.

Delgado enfatizó el compromiso de seguir con las políticas actuales en materia económica y social. En un momento, me pregunté si de verdad el resto de la audiencia podía conectar con sus propuestas. ¿Son las promesas de continuar realmente lo que esperan los uruguayos? Por otro lado, Orsi tiró el guante. Propuso algunas reformas y diseños nuevos que, a su juicio, abarcarían las necesidades reales del uruguayo promedio. Esto me hizo pensar en cómo, a veces, el deseo de cambio no se traduce en un plan claro de acción. ¡Necesitamos más que palabras!

La veda electoral: un respiro en la campaña

Desde el viernes pasado, el país vive la veda electoral. En este contexto, muchos se preguntan: ¿es realmente un descanso o más bien un momento para reflexionar sobre el futuro? Las campañas se apagan y, de repente, todos los anuncios, las pancartas y las promesas se desvanecen. Es el momento en que los ciudadanos pueden dejar de lado la publicidad y comenzar a pensar en lo que quieren realmente para su país. No me malinterpreten, a veces un respiro es la mejor manera de procesar tanta información.

Como personal trainer de decisiones, a veces creo que es necesario hacer una pausa y preguntar: «¿Qué es lo que de verdad quiero?» ¿Es el deseo de cambio, de continuidad, o simplemente el deseo de no quedarme fuera de la conversación?

¿Qué está en juego?

Uruguay está abocado a una electiva que no solo decide el futuro inmediato, sino que también refleja las aspiraciones y frustraciones de su sociedad. Más allá de las propuestas y los debates, está la necesidad de entender lo que realmente sucede detrás de estas elecciones. Hay temas como la política económica, la gestión de la salud pública y la educación que no deben quedar en segundo plano.

Imagínate una conversación de amigos donde todos empiezan a hablar del estado de la política internacional y de las repercusiones que esto tendría a nivel local. Ahí es cuando uno dice: «Si no elijo bien ahora, podríamos terminar con decisiones que afecten nuestras vidas durante años». A veces estas reflexiones, aunque suenen exageradas, pueden ser ciertas.

Conclusión: el poder de la decisión y la importancia del voto

La fecha marcada en el calendario se acerca y lo que está en juego no es trivial. La capacidad de decidir el rumbo de un país es un poder que recae en manos de sus ciudadanos. Por más ligera que se sienta la charla en esa barbacoa entre amigos, esa misma conversación puede influir en la decisión final en la urna.

Si estás sentado, ahí pensando “No sé si realmente vale la pena”, recuerda que tu voto cuenta. Ser parte de algo más grande es esencial, y dejemos atrás esa idea de que «no hay nada que hacer». Si algo hemos aprendido en los últimos años es que, a veces, incluso la decisión más pequeña puede tener repercusiones enormes. Así que el 24 de noviembre, ¿estás listo para dejar huella en la historia uruguaya? La elección puede ser entre seguir navegando en la misma dirección o explorar nuevas aguas. Solo tú puedes decidir tu destino.

Ahora, reflexiona: ¿cómo se siente ser parte de este proceso? La historia de Uruguay está en tus manos. ¡Así que a las urnas!