El otro día estaba a punto de aventurarme en las bulliciosas calles de Barcelona. Allí, entre el famoso Mercat de la Boqueria y las angostas calles del Barri Gòtic, siempre una ola de turistas desborda mi tranquilo camino al trabajo.
«¿Dónde está la ciudad que una vez conocí?» me pregunté. Y al parecer, no soy el único con esa pregunta revoloteando en mi cabeza. Una encuesta reciente revela que uno de cada tres españoles siente que su lugar de residencia ya está demasiado saturado con turistas internacionales. ¡Uno de cada tres!
Paradójicamente amamos a los turistas, pero…
Antes de que salgan con los lanzas y antorchas (metafóricas, por supuesto), déjenme aclararles una cosa: Nadie está diciendo que debemos cerrar nuestras fronteras y mantener a los turistas alejados de nuestros tesoros culturales. ¡Vamos, somos España! La tierra del flamenco, la paella y la arquitectura de Gaudí. Es comprensible que el mundo quiera un pedazo de ello. Pero, un toque de equilibrio no vendría nada mal.
La encuesta, realizada por YouGov para el periódico The Guardian, llega tras un verano marcado por manifestaciones en contra del impacto del turismo masivo, tanto en España como en Italia, Grecia y Portugal.
España en el punto de mira
La irónica coincidencia es que España parece ser el país más afectado por el turismo descontrolado. Según el estudio, el 32% de los españoles piensa que el turismo en su ciudad ya es excesivo. Ahora, si nos adentramos en la ciudad de Barcelona, donde conviven 1,6 millones de personas y unos 32 millones de visitantes al año, el porcentaje aumenta al 48%. Casi la mitad de los barceloneses siente que el turismo es excesivo.
Y aquí viene la parte polémica: un 28% de los españoles tiene una opinión negativa de los turistas. Lo sé, suena un poco duro. No deberíamos generalizar y mostrar desdén hacia todos los visitantes por igual, ¿verdad? ¡Claro que no! Lo que este dato realmente expresa es una frustración, no hacia los individuos, sino hacia esta máquina descontrolada de turismo masivo que parece estar tragándose nuestras ciudades.
Según estas cifras, España lidera el ranking en negatividad hacia el turismo. En comparación, en Francia sólo el 18% de los encuestados se siente abrumado por los turistas internacionales.
Nota mental: Tal vez es hora de aprender francés.
El negocio de alquiler vacacional, en la diana
No hay villano en esta historia que no sea íntegramente humano. Un actor clave en el drama del turismo descontrolado es el sector de alquiler vacacional. Aquí también España se lleva el trofeo, pero esta vez no de oro sino de plomo. Según la misma encuesta, más de un tercio de los españoles (37%) piensa que este tipo de alquileres trae más perjuicios que beneficios.
Pero… ¿por qué el sector de alquiler vacacional está en la mira? Pues, entre otras cosas, se culpa al sector de sacar alojamientos del mercado residencial local, inflando los alquileres hasta el punto de expulsar a residentes.
Limitar el número de turistas: ¿una solución?
Entonces, ¿qué podemos hacer al respecto? Bueno, parece que la solución que se alza por mayoría en todos los países europeos encuestados es la limitación del número de turistas en lugares populares. Tal medida requeriría que los turistas reserven con anticipación para obtener acceso a sitios emblemáticos – una política ya adoptada en atracciones como el Coliseo de Roma y el Louvre en París.
Esto puede sonar un poco restrictivo (imagínate tener que reservar un puesto en tu playa favorita), pero ¿sabrías cuál es la alternativa? Ir a la playa y no tener ni un centímetro cuadrado para poner tu toalla. ¿Agradable? No tanto.
Viajar es descubrir, no invadir
Recordando mi experiencia personal, tengo que decir que he tenido momentos maravillosos gracias al turismo. Hace apenas unos meses hice una viaje a Málaga y estoy seguro de que los malagueños que conocí deben pensar que las cosas no son tan malas con los turistas después de todo.
Así, en resumidas cuentas, el mensaje que debemos tomar de esta encuesta no es que los españoles odiemos el turismo. Al contrario, amamos compartir nuestra cultura, nuestra historia. Pero amamos también nuestras ciudades, nuestros espacios, nuestra calidad de vida. Y, en este momento, el turismo descontrolado está amenazando todo ello.
Por lo tanto, la próxima vez que planifiquen sus vacaciones, les propongo que recuerden esto: Viajar es sobre descubrir, no sobre invadir. Vamos a disfrutar de este maravilloso mundo, pero siempre con respeto y consideración hacia aquellos que lo llaman hogar.
Por último, y solo porque eso de limitar el número de turistas me dejó pensando… Tal vez, y justo tal vez, lograríamos más si en lugar de limitar turistas, limitamos la tontería. Al final, como un querido profesor solía decirme: «No hay turista estúpido, sólo estúpido que se va de turista». ¡A pensar en eso!