Imagina despertar un día y descubrir que un pedazo de tu ciudad, en medio del bullicio y la rutina, se convierte en un pequeño estado soberano. Sí, así de surrealista suena la propuesta del primer ministro de Albania, Edi Rama, quien ha lanzado la idea de crear un microestado para la comunidad sufí de los Bektashi, conocido históricamente por su promoción de la tolerancia religiosa. Pero, dejémonos llevar por el relato y profundicemos en esta curiosa iniciativa que ha desconcertado a muchos.

El anuncio y sus repercusiones

La noticia tuvo su origen en una conferencia de la ONU en la que Rama presentó planes para construir un museo, una clínica y otras infraestructuras en una explanada situada a las afueras de Tirana, que ocupa cerca de 11 hectáreas, un tamaño comparable a cinco manzanas de Nueva York. Lo que en principio parece un proyecto arquitectónico más se transforma rápidamente en un debate candente sobre identidad, religión y política.

¿Te imaginas enterarte de una decisión de esta magnitud en lugar de hilo de noticias de la tarde? Ahí se encontraba yo, tomando un café y leyendo a trasluz la noticia, cuando el primer sorbo casi se me atraganta. «¿Un estado sufí en Albania?», pensé mientras visualizaba a mis amigos organizando un viaje improvisado para hacer turismo religioso. La propuesta se perfila como un auténtico rompecabezas.

El contexto religioso y político en Albania

Albania, un país que hasta hace poco era conocido por ser uno de los más cerrados de Europa, ha ido abriendo sus puertas al mundo en las últimas décadas. En 2023, se registró un incremento del 56% en las llegadas de turistas, lo que ha cambiado significativamente la economía local. Sin embargo, este crecimiento acelerado también ha generado tensiones y debates sobre la identidad nacional y religiosa del país.

Rama justifica su propuesta como un intento de promover la paz y la tolerancia religiosa, recordando que el islam en Albania se caracteriza por su pluralidad y diálogo. Él afirma: “Debemos cuidar este tesoro, que es la tolerancia religiosa y que nunca debemos dar por sentado”. Pero, ¿es esta iniciativa realmente un acto de amor y bondad hacia la comunidad Bektashi, o hay algo más detrás?

La resistencia de la opinión pública albanesa

Al igual que un buen chiste, esta propuesta ha dividido la opinión pública. Muchos albaneses se sienten incómodos con la idea de un microestado Bektashi, y su resistencia se manifiesta en el desdén de los críticos, quienes consideran que la propuesta fue una mera artimaña política para ganar atención internacional. Albert Rakipi, presidente del Instituto Albanés de Estudios Internacionales, lo sintetizó de forma contundente: “Antes de que una idea de este tipo se haga pública en el extranjero, debería haberse discutido en Albania”.

Debo admitir que la idea de que un grupo selecto de gente decida por el resto me recuerda a aquellos grupos de whatsapp en los que siempre hay alguien que toma el control y pone la fecha del encuentro, mientras el resto solo asiente sin mucha voluntad. ¿Es esto lo que realmente queremos?

La vista hacia el futuro: ¿qué significaría este microestado?

Como si la situación no fuese ya lo suficientemente compleja, los Bektashi, que componen alrededor del 10% de la población albanesa y son conocidos por su enfoque inclusivo y pacífico del islam, se verían a la vez beneficiados y perjudicados por este nuevo estatus. El líder Bektashi, Baba Mondi, sueña con que esta iniciativa se convierta en un símbolo de tolerancia religiosa a nivel global. Pero, ¿no resulta un tanto arriesgado saltar a este tipo de propuestas sin una discusión amplia?

La idea de un enclave religioso, similar a lo que representa el Vaticano, pero con un enfoque menos restrictivo (se permitirá el consumo de alcohol y la vestimenta libre), lleva consigo una serie de interrogantes sobre su legitimidad y viabilidad dentro del marco constitucional de Albania, que establece que el país es “unitario e indivisible”.

Tensión entre la tradición y la modernidad

Otra de las críticas sugiere que esta acción podría perturbar los delicados acuerdos entre las diversas religiones que coexisten en Albania. ¿Acaso crear un estado para una minoría religiosa puede generar divisiones más profundas en un país que históricamente ha luchado por la armonía?

Además, varios líderes religiosos, como Akil Pano de la comunidad protestante, han calificado de “traición nacional” la iniciativa de Rama. Aquí es donde el humor se convierte en un arma de doble filo: quizás lo que se interprete como una muestra de amor por los Bektashi podría ser visto por otros como una medida de desprecio a la unidad nacional. ¿Es posible agradar a todos en una sala llena de diferentes creencias y opiniones?

Albano, el nuevo destino turístico…

Mientras el debate sobre el microestado Bektashi avanza, Albania ha encontrado en su identidad turística una nueva forma de resurgir de las cenizas de un pasado reciente. Las playas de aguas cristalinas y precios más bajos han atraído a turistas a raudales. Este auge podría, en teoría, ser una carta ganadora en el juego del desarrollo económico que busca el gobierno.

El crecimiento del PIB del país es una muestra palpable de esa recuperación, y el aumento del turismo parece haberle puesto alas al país. Sin embargo, no todo el mundo está contento. Hay quienes se preguntan si convertir a Albania en un gigantesco casino inmobiliario de lavado de dinero es realmente la dirección que queremos para el país. Para algunos, la búsqueda de inversión extranjera directa podría parecer un sacrificio de la identidad nacional en pos de unos pocos billetes más. ¡Qué dilema!

…o un microestado lleno de contradicciones

Es irónico cómo las mejores intenciones pueden estar plagadas de contradicciones. La propuesta de crear un microestado sufí en Tirana es, sin lugar a dudas, un acto lleno de complejidades. Mientras algunos lo ven como un acto positivo que promueve la paz y la armonía, otros tienen reservas que invitan a la reflexión.

Rama ha dejado claro que no le importa ser visto como “loco” por intentar crear un nuevo enclave de amor y bondad. “Lo importante, loco o no, es luchar por el bien”, dice. En un mundo donde la lucha por la buena imagen puede convertirse en una prioridad, me pregunto si estamos dispuestos a seguir a un líder que busca el reconocimiento más que el entendimiento.

Reflexiones finales

La realidad es que la creación de un microestado en plena Albania es una decisión que probablemente no se tomará a la ligera. Hablar de un pequeño enclave religioso en el contexto de una nación con una historia rica y un futuro incierto plantea más preguntas que respuestas. Sería presuntuoso asegurar que tengo la respuesta correcta, pero como ciudadanos y seres humanos, es nuestro deber cuestionar y dialogar.

Como siempre, las decisiones más relevantes requieren un amplio debate y la participación activa de todos los sectores de la sociedad. Entonces, ¿estamos listos para aceptar la complejidad de la coexistencia? Quizás, al final del día, la única respuesta correcta sea la empatía, esa que nos conecta y nos recuerda que todos somos parte de la misma historia.

En resumen, la propuesta de Edi Rama podría ser vista como una oportunidad para el florecimiento de un nuevo paradigma de tolerancia, o una bomba de relojería que podría afectar los frágiles equilibrios de la identidad albanesa. Como todo en la vida, solo el tiempo lo dirá. Por ahora, mantendremos la mente abierta y el sentido del humor, porque a veces, en medio de tanta seriedad, una risa puede ser el mejor antídoto.