Este lunes comienza uno de esos eventos que, solo con leer su nombre, hace que el corazón de cualquier valenciano se acelere: la Comisión de Investigación sobre las causas de las inundaciones y consecuencias de la gestión de la gota fría en la provincia de Valencia. Detrás de esa palabrería formal se esconden tensiones políticas, decisiones cruciales, e incluso promesas incumplidas. ¿Realmente será esta comisión el faro que los valencianos necesitan para entender lo que pasó con las inundaciones, o se convertirá en un espectáculo teatral protagonizado por los actores políticos más polémicos del momento?

La pregunta que yo me hago es: ¿estamos dispuestos a soportar cómo se reparte el poder político como si fuera un juego de Monopoly, mientras las verdaderas víctimas de la DANA solo buscan respuestas?

El escenario político: una tragicomedia

Resulta un tanto irónico que la Comisión de Investigación esté presidida por una facción política que, cuando tuvo la oportunidad de actuar, decidió desmantelar la Unidad Valenciana de Emergencias. Sí, has oído bien. Esa misma unidad que, cuando las aguas desbordaron la región y miles de personas se encontraron en una situación vulnerable, se vio recortada por quienes ahora se sientan en la mesa de decisión.

El PP, en su estrategia, decide ceder la presidencia de la comisión a Vox, quienes no han tenido problemas en criticar la gestión actual, pero que, sorprendentemente, fueron parte del equipo que recortó los recursos dedicados a emergencias. Claro que, esto no me sorprende. Recuerdo una vez que mi amigo José decidió dejar de comprar comida sana, y luego se quejaba de tener poca energía. «Es que lo fácil es ir a la tienda a comprar galletas», me decía. Sí, José, pero eso no ayuda a tus niveles de vitamina C. Entonces, ¿por qué nos sorprende un reparto de poder que contradice la lógica?

Lo que necesitamos entender es el peso de este acuerdo. Diana Morant, secretaria general del PSPV-PSOE, se refiere a esto como un «nuevo Pacto de la Servilleta». Quizás nos deberíamos preguntar: ¿qué más han intercambiado PP y Vox en esta servilleta que nos pasaron por debajo de la mesa? Y, sobre todo, ¿cuáles serán las repercusiones para la ciudadanía si el clima de investigación se ve influenciado por intereses políticos y no por el deseo de servir a la gente?

Las alarmas sonando demasiado tarde

La Generalitat Valenciana alertó a los ciudadanos mediante mensajes en sus teléfonos, justo cuando muchos ya estaban atrapados en sus casas, viendo cómo el agua subía por sus ventanas. Esos mensajes, aunque útiles, llegaron con un retraso que me recuerda a la vez que mi madre me llamó para preguntarme si quería pizza cuando yo ya estaba en la pizzería. Al final, todos queremos prevenir desastres, pero si llegas tarde… ¿de qué sirve?

La alerta llegó tarde, pero ¿quién es realmente el responsable de esa demora? Aquí es donde la Comisión de Investigación debería hacer su trabajo: buscar respuestas claras y sostenibles, y no solo dedicarse a hablar de «cooperación entre partidos» y «nuevos pactos».

La administración de la verdad: una comedia de errores

La presidencia de la Comisión de Investigación no es solo un puesto decorativo; es crucial. Esta figura, quien tendrá el poder de moderar debates y, para nuestra desgracia, decidir a quién se invita a asistir, marca el rumbo de la investigación. Si se elige a alguien que tiene posiciones negacionistas sobre el cambio climático y sus consecuencias, podríamos estar ante una encuesta de opinión más que ante un análisis riguroso y necesario.

Es cierto que las quejas de la oposición sobre el nombramiento no han tardado en llegar, y Diana Morant no ha dejado pasar la oportunidad para expresar su preocupación ante la manipulación que podría lengjqal en esta comedia de errores. Se pregunta ¿cuánto ha costado este acuerdo entre el PP y Vox? A veces, creo que los políticos negocian con los derechos de la gente como si fuesen fichas en un juego de mesa y no como la vida real.

Un abarrote de «expertos» y «testigos»

Uno de los máximos retos que enfrentará esta comisión será la elección de expertos y testigos. Aquí es donde debemos ser especialmente cautelosos. Antes de que comiences a reírte, déjame decirte que en ocasiones anteriores hemos visto cómo se eligen personas que no tienen la más mínima idea de lo que están hablando. Como ese amigo que siempre tiene una solución rápida pero nunca ha practicado un deporte en su vida: «Tienes que entrenar más fuerte, amigo». Claro, pero quizás porque nunca ha entrenado más que un par de veces, su perspectiva no es la más confiable.

Sin embargo, hoy más que nunca, necesitaríamos a verdaderos expertos —ingenuamente pensé que eso sería lo estándar— que no solo hablen de política, sino que tengan un conocimiento profundo de la gestión de emergencias, del medio ambiente y, por supuesto, del cambio climático.

Promesas incumplidas y expectativas desbordadas

Mientras tanto, el tiempo corre, y los afectados por la DANA siguen esperando una investigación real. La sensación de que esta «comisión» puede ser una comedia en lugar de una acción sustantiva es apabullante. En un momento en que la gente anhela respuestas y rendición de cuentas, decisiones como la de entregar la presidencia a Vox parecen una broma de mal gusto.

Aunque la falta de medidas concretas y efectos sostenibles puede parecer alarmante, los verdaderos protagonistas son los ciudadanos. Cada día viven en el miedo de que una próxima tormenta nuevamente los golpee. La pregunta sigue siendo: ¿Qué vamos a hacer al respecto?

¿Hacia dónde vamos?

Las declaraciones de Morant en un acto con militantes sugieren que esta comisión de investigación podría terminar siendo una versión de una «investigación fake», que limita las posibilidades reales de entender la situación y mejorar nuestras infraestructuras y nuestras políticas de gestión de emergencias. Pero, aunque es fácil caer en la desesperanza, confiemos que algunos legisladores aún poseen el sentido común y el deber de actuar.

Quiero terminar con una reflexión personal. Recuerdo la vez que me encontré en medio de una tormenta en la playa; el cielo se oscureció rápidamente y todos salieron despavoridos. Lo que pensé entonces fue: «Qué rápido cambian las cosas, y cómo, en un segundo, puedes perder todo». Eso mismo les sucede a muchas familias valencianas. Crear un entorno seguro no debería ser un juego político, sino una obligación.

La serie de decisiones relacionadas con la Comisión de Investigación sobre la DANA no solo será un reflejo de la moral política, sino también de cómo cada una de nuestras decisiones puede repercutir en la vida de otros. Así que, queridos lectores, mantengamos los ojos abiertos y la mente crítica. ¡Y esperemos que, al final, haya un rayo de luz que ilumine este sendero tan turbio!

¿Estás listo para ser parte de una conversación más amplia sobre cómo podemos ayudar a esos afectados por la DANA y a hacer del mundo un lugar más seguro? Yo definitivamente lo estoy.