El 3 de diciembre de 2024, España dio un paso importante en la regulación del acceso de los niños y adolescentes a la tecnología. Tal y como informan medios nacionales, se aprobó un informe de 150 páginas solicitado por el Ministerio de Juventud e Infancia, elaborado por un equipo de 50 expertos independientes. ¿El objetivo? Brindar recomendaciones sobre cómo los más jóvenes deben interactuar con las pantallas, un tema que no solo produce debate en los pasillos gubernamentales, sino que también toca cada hogar en el país.

A medida que la tecnología avanza a pasos agigantados, muchos padres enfrentan un dilema: ¿Realmente importa cuánto tiempo pasan sus hijos frente a una pantalla? En un reciente almuerzo familiar, mi primo, que tiene un niño de cuatro años, se desahogó sobre cómo su hijo solo se calmaría –y dejara a sus padres descansar– cuando se le daba el control remoto de la televisión. Estoy seguro de que muchos han vivido algo similar, ¿verdad? Pero la buena noticia es que hay nuevas pautas de las que hablar y analizar. Así que, ¡prepárate para un viaje informativo!

¿Por qué esta necesidad de regulación?

La pregunta del millón es: ¿por qué se ha llegado a este punto? La respuesta es sencilla. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha advertido que el uso excesivo de pantallas puede tener efectos adversos en la salud de los menores. En 2019, se recomendó que los niños menores de un año no tuvieran exposición a pantallas y que, hasta los cinco años, deberían limitarse a una hora diaria. Sin embargo, ¿sería posible que estas recomendaciones fueran solo un consejo más en la lista de cosas que los padres olvidan en su afán de cumplir con el día a día?

El informe recién aprobado intenta dar respuesta a esta preocupación y propone una serie de medidas para regular el acceso de los menores a tecnología, estableciendo pautas claras basadas en la edad. Así, los expertos han clasificado la exposición a dispositivos digitales en varias categorías, que vamos a explorar juntos. No te preocupes; no entraré en un análisis exhaustivo de cada recomendación. No soy el nuevo Einstein de la tecnología, pero seguramente tendré algo interesante que decir.

Pautas de uso de tecnología según la edad

De 0 a 3 años: Cuidado absoluto con las pantallas

La primera y más radical recomendación es cero pantallas para los menores de tres años. Esto puede sonar extremo, y quizás alguno de ustedes se pregunte: «¿Pero qué pasa con los videos de la vaca que hace muuu?» Comprendo la tentación, pero el consenso es que la interacción inicial de un niño con el mundo debe ser a través de experiencias físicas y humanas. Estudos han demostrado que no hay sustituto para el contacto humano en esta etapa.

Así que, si estás pensando en dejarle a tu hijo jugar con tu tablet mientras haces la cena, piénsalo dos veces. No solo podrías estar sentenciando a tu hijo a perderse esos momentos clave de desarrollo emocional, sino que también estarías ante el gran poder de la limpieza: ¿cuántas migas de galleta acaba dejando tu pequeño en tu tablet?

De 3 a 6 años: Supervisión parental y pantallas en dosis pequeñas

Una vez que pasamos de esa fase adorable de gateadores y babas, la recomendación es desaconsejar el uso de pantallas salvo excepciones y siempre con supervisión. Este enfoque se centra en la calidad del contenido, considerando que no es lo mismo que un niño vea «La hora de la aventura» que un documental sobre tiburones. En este sentido, la responsabilidad de los adultos se vuelve fundamental. Personalmente, siempre me he preguntado cuánto tiempo pasarían los pequeños si tuviéramos “adultos en casa controlando el contenido”. A veces, un poco de control es lo que se necesita, y eso es más fácil de decir que de implementar.

De 6 a 12 años: Limitaciones más estrictas

Cuando los niños alcanzan la etapa de 6 a 12 años, el uso de teléfonos sin internet se convierte en la norma, priorizando actividades en entornos físicos. Sabemos lo que significa esto: más actividades al aire libre, más juegos en grupo y, si somos honestos, un regreso al glorioso pasado de los días sin redes sociales. Siempre recordaré esos juegos de la infancia que consistían en corer detrás de una pelota; volvían a mí todas esas memorias mientras escuchaba a mis amigos hablar de su estrés laboral de adultos.

Claro que esto no significa que tus hijos estén completamente desconectados de la tecnología. Se permite el uso puntual de dispositivos bajo la supervisión de un adulto y con límites preestablecidos. Es como ponerle un chaleco reflectante a tu hijo mientras juega, para que sea seguro pero aún así, ¡divertido!

De 12 a 16 años: la transición a la independencia digital

Finalmente, tenemos a los adolescentes. Esta etapa puede ser un verdadero campo de batalla entre padres e hijos. A partir de los 12 años, la recomendación es priorizar los teléfonos sin internet y utilizar smartphones con controles parentales que eviten el acceso a contenido inapropiado. ¡Dicho de otra manera! No se puede dejar a los adolescentes a su libre albedrío en internet como si estuvieran en una fiesta sin supervisión.

En un mundo lleno de redes sociales y aplicaciones de mensajería, la responsabilidad parental toma un papel crucial. Podría ser tentador dejar que los adolescentes naveguen en internet a su antojo, pero como dice el refrán, «no todo lo que brilla es oro». Aquí, la clave se encuentra en la colaboración y el diálogo abierto. Recordarles que la vida no termina cuando la pantalla se apaga puede ser un buen comienzo—¿no?

A partir de 16 años: el primer smartphone con conexión a internet

La recomendación final es que, a partir de los 16 años, los adolescentes pueden tener su primer smartphone con conexión a internet. ¡Por fin! Este es el momento que han estado esperando, pero es vital recordar que la supervisión parental debe continuar, incluso si ya pueden votar y conducir.

La voz de la experiencia: ¿Qué dicen los padres?

Uno de los aspectos más interesantes de este debate es escuchar lo que piensan los padres. Según algunas encuestas recientes, muchos padres se sienten abrumados con la cantidad de información y las recomendaciones de expertos, pero a su vez, desean un equilibrio. En mi experiencia, he visto de cerca cómo unos pocos minutos de tiempo frente a la pantalla pueden llevar a un debate familiar; «¿Por qué mi hijo sabe tanto sobre Minecraft y yo no puedo recordar dónde dejé las llaves?»

Entendiendo cómo se sienten muchos padres en esta situación, es importante recordar que todos queremos lo mejor para los nuestros. Las pantallas son parte de la vida de nuestros hijos, pero establecer límites claros y garantizar un uso apropiado puede ayudar a encontrar un equilibrio.

La industria también tiene su parte que jugar

El informe, además de las recomendaciones, también se centra en la responsabilidad de la industria tecnológica. Es innegable que las empresas deben asumir un papel importante en este debate, desde la creación de dispositivos con características limitadas hasta asegurarse de que sus aplicaciones sean aptas para todas las edades. Como se menciona en el informe, “asumiendo que la autorregulación del sector es insuficiente”, se plantean medidas concretas que deben implementarse pronto.

Para aquellos escépticos sobre el impacto que las empresas tecnológicas pueden tener, recordemos el caso de Facebook, ahora Meta, y su controversia por las políticas de privacidad. ¿Te imaginas un mundo en el que cada empresa tome en serio su responsabilidad con la juventud? Sería como un sueño hecho realidad, ¿verdad?

Reflexiones finales: La tecnología y el futuro de nuestros hijos

Al final, el uso de tecnología en los niños y adolescentes es un tema cargado de matices. Es una cuestión que requiere un enfoque cuidadoso que involucre tanto a los padres como a la industria tecnológica. Como hemos visto, las pautas adoptadas por el Gobierno son un primer paso positivo para abordar este dilema. Sin embargo, no podemos dejar que las reglas se conviertan en un juego donde padres y niños solo busquen pelear.

Recuerda, la tecnología no es el enemigo, sino más bien un aliado–cuando se usa de manera efectiva. Fomentar un ambiente de discusión en el hogar sobre el uso de la tecnología, junto con el establecimiento de límites claros y razonables, puede ayudar a cultivar un sentido de responsabilidad.

Así que la próxima vez que te enfrentes a un grito acalorado de «¡Pero todos mis amigos tienen un smartphone!», respira hondo y recuerda que, al final del día, todos estamos aprendiendo en este viaje. Y quién sabe, quizás un día, en un par de años, serán tus hijos quienes te sorprendan a ti y a todos sus amigos con lo que han aprendido en una pantalla. ¡El futuro está en sus manos!