El baloncesto es un deporte lleno de historias fascinantes, y una de las más recientes es la de Rubén Domínguez, un joven talento que ha logrado conquistar a muchos con su destreza en el lanzamiento de triples. A menudo, escuchamos sobre los elegidos, esos jugadores que parecen no solo tener habilidades extraordinarias, sino también la capacidad de sobreponerse a las adversidades. Rubén es la prueba viviente de que con esfuerzo, dedicación y un poco de magia, se puede alcanzar la grandeza.
Un joven con un don: la historia de Rubén
Hace poco, Rubén Domínguez vivió uno de esos momentos que quedarán grabados en la memoria de los aficionados al baloncesto. Un partido en La Coruña, donde firmó una de las exhibiciones más impresionantes de la ACB. Ocho triples, cinco de ellos sin fallos, en un solo cuarto. Es imposible no pensar: ¿cómo llega un jugador a esa fragilidad de la línea de tres puntos, tan anhelada en el baloncesto moderno?
Rubén, originario de Puerto Real, Cádiz, nos cuenta su experiencia en una charla con el entrenador español Sergio Scariolo. Durante una concentración de la selección, Scariolo le reveló la importancia de su capacidad para anotar desde el arco y lo invitó a explotar al máximo su talento. Esa pequeña charla sería el impulso que da inicio a su renacimiento en el baloncesto profesional. ¿Quién diría que una conversación podría tener tanto impacto en la vida de un joven? A veces, las palabras correctas son todo lo que necesitamos para encender nuestra pasión.
De las expectativas a la realidad
No es fácil crecer en la sombra de lo que se espera de uno mismo. Rubén sabe de eso. Recuerda cómo, desde muy joven, las expectativas sobre su carrera eran ridículamente altas. Ser considerado un MVP en el Europeo sub 16, competir en el Mundial sub 19 y aparecer en listas del mock draft de la NBA. Aunque suene como un sueño hecho realidad, también puede convertirse en una pesada carga.
“Como niño piensas en tus sueños, el draft, la NBA… Se ve cerca”, dice Rubén, con una sinceridad que resuena con aquellos que han sentido la presión de cumplir expectativas. Y entonces, ¡boom! Un par de años de inactividad y el descenso del Estudiantes lo llevaron a replantear su camino. Es fácil perderse en el camino de un deportista, pero lo que lo distingue es su capacidad de resiliencia. “Hice muchas cosas extra”, precisa, algo que trae consigo una lección valiosa: no importa cuán oscura se vea la senda; siempre hay luz al final del túnel.
Trabajo duro y perseverancia
Genios no se hacen de la noche a la mañana, y Rubén es un claro ejemplo de ello. Repetición, repetición, repetición. Se ha convertido en su mantra. Desde pequeños entrenamientos con su padre, hasta innumerables horas en la cancha, cada tiro cuenta. Como bien dice, “Es fruto del trabajo diario”, y esto, mis amigos, es un recordatorio de que, por más dones que tenga alguien, el esfuerzo siempre es el verdadero protagonista.
La importancia de la disciplina se refleja no solo en su capacidad para lanzar triples, sino en su deseo de mejorar en todas las áreas del juego. Rubén admite que hay más en el baloncesto que solo anotar. “Lo difícil es quedarte en la pista y sumar en otros ámbitos”, reflexiona. Esa visión más holística del deporte es lo que puede llevar a un jugador a la grandeza, y Rubén parece tenerlo claro.
El rol de Jaume Ponsarnau
En todo este viaje, no podemos olvidar el papel crucial que ha desempeñado su técnico actual, Jaume Ponsarnau. En un momento en el que muchos habrían lanzado la toalla, Ponsarnau proporcionó a Rubén algo invaluable: confianza y paciencia. “Siempre me dice que si tengo 30 centímetros, tiene que ser un tiro para mí”, comparte Rubén, enfatizando la importancia de tener a alguien en tu esquina que crea y fomente tu talento.
A veces, los entrenadores pasan desapercibidos, pero su influencia es fundamental en el desarrollo de los jugadores, especialmente para aquellos como Rubén, que han tenido que enfrentar desafíos significativos. La confianza que le brinda Ponsarnau le permite no solo sentirse cómodo en la cancha, sino también asumir riesgos y ser protagonista. ¿Cuántas veces hemos visto a un jugador florecer gracias a un entrenador que confía en ellos?
Un día de gloria en La Coruña
Y llegó el día de su exhibición en La Coruña. No se trataba solo de un partido; era el resultado de años de preparación y autodescubrimiento. Ocho triples encestados, 35 puntos en total, y un récord para el Bilbao en la ACB. “Son momentos increíbles, con los que todo niño sueña”, dice Rubén, dejando claro que lo que siente no es simplemente satisfacción, sino una mezcla de felicidad y alivio. “Pero no es suerte. Es todo fruto del trabajo diario”, insiste, reafirmando la noción de que los momentos culminantes en el deporte provienen de esfuerzo persistente.
Estos son momentos en los que a menudo me gusta recordar mis propias victorias, aunque nadie esté pidiendo mis récords de lanzamiento de canicas en el patio de la escuela. A veces, el triunfo se siente colectivo; es como si todos aquellos que nos han apoyado y alentado se unieran a nosotros en la celebración. ¡Es pura magia!
La vida fuera de la cancha
Un dato curioso que Rubén comparte es que, además de su vida en la cancha, también tiene un lado “perro amante”. Vive en Bilbao con su novia y su perro Golden de 35 kilos, algo que ciertamente debe ser un desafío al momento de conseguir espacio en el sofá. Es en esos momentos de calma, lejos del bullicio, donde Rubén se permite reflexionar sobre su carrera y los sueños que aún desea cumplir.
Estar rodeado del amor y el apoyo de su pareja y su mascota es esencial. La vida de un deportista no solo trata de números y estadísticas, sino también de esas pequeñas alegrías que hacen que las horas de entrenamiento valgan la pena. Y hablando de entrenamiento, ¿alguna vez te has preguntado cómo se siente un perro al ver ejecutar una jugada? Probablemente le ladraría como si creyeran que fuera la gran final de la NBA.
Más que un tirador puro
Es interesante escuchar cómo Rubén no se identifica del todo como un «tirador puro». Eso llama la atención. “Anotar es relativamente lo más fácil del juego. Lo difícil es quedarte en la pista y sumar en otros ámbitos”, reflexiona, y es una afirmación cargada de sabiduría. En un mundo donde la fama muchas veces se asocia con anotar, Rubén nos recuerda que hay mucho más en el baloncesto que solo sumar puntos.
La cooperación en el equipo, aceptar roles y construir una buena química entre los jugadores son factores que a menudo se pasan por alto. Para aquellos de nosotros que hemos practicado deportes en la escuela, sabemos que no siempre se trata del jugador estrella; a veces, lo que se necesita es una jugada de equipo excepcional. Esa es la esencia del baloncesto: todos tienen un papel que desempeñar.
Reflexiones finales
La historia de Rubén Domínguez es un recordatorio de que el camino hacia el éxito está lleno de giros inesperados, y que la verdadera grandeza requiere trabajo, perseverancia y un poco de suerte. Veremos cómo se desarrollan sus próximos capítulos en la ACB y si logrará alcanzar esos sueños de jugar en la NBA. Pero, mientras tanto, celebremos su presente.
¿Quién sabe? Tal vez en unos años, Rubén sea el que inspire a otra generación de jóvenes a perseguir sus sueños, y entonces, quizás la próxima historia que contemos sea la de otro chico que, como él, escuchó las palabras adecuadas en el momento oportuno y decidió nunca rendirse.
Así que, amigos, cuando vean a Rubén lanzar esos impresionantes triples en la cancha, recuerden que, detrás de cada canasta, hay un camino de esfuerzo y dedicación. Y por último, no olvidemos a Rubén quien, además de ser un mago del triple, es también un chico con sueños grandes y una gran historia que contar.