El senderismo es una de esas actividades que nos conecta con la naturaleza, nos ayuda a despejar la mente y, a veces, nos proporciona anécdotas que contar en las comidas familiares. Sin embargo, no siempre todo es un día de campo. Imagínalo: un hermoso día soleado en los montes de Segovia, tus amigos alrededor, y de repente, ¡puff!, un esguince, un tropezón, o, en este caso, un pequeño accidente en la ruta. Hoy te traigo la historia de una mujer de 67 años que vivió una aventura inesperada mientras realizaba una caminata en Riaza, y cómo los servicios de emergencia demostraron que, con un poco de profesionalismo y despliegue, todo puede tener un final feliz.
La llamada de urgencia que cambió un día normal
Era un día cualquiera en el Centro Coordinador de Emergencias (CCE) de la Junta de Castilla y León. A las 14:50 horas, sonó un teléfono que no traía buenas noticias. Un grupo de senderistas se encontraba en un apuro: una de ellas había torcido su tobillo mientras caminaba por una ruta cercana al puerto de la Quesera, un lugar conocido por su belleza paisajística y su dificultad.
Imagina la tensión que sintieron aquellos senderistas, rodeados por montañas y naturaleza, con una de sus compañeras incapaz de avanzar. ¿Alguna vez has estado en una situación así? Lanzar una mirada de preocupación a un grupo de amigos puede hacer que te sientas como si estuvieras en una película de suspenso. En este caso, la adrenalina y la preocupación se mezclaron en una cóctel que exigía acción.
El grupo, aparentemente angustiado, hizo lo que muchos haríamos en una situación de emergencia: llamaron al 112. Este número es como el superhéroe de la telefonía, siempre listo para socorrerte, y en esta ocasión, no decepcionó.
Coordinación y acción: los héroes del día
Una vez que la situación fue reportada al 112, el gestor de emergencias tomó cartas en el asunto. En un abrir y cerrar de ojos, se organizaron los equipos de rescate. Se alertó a los Bomberos de Segovia, y se movilizó un helicóptero de rescate que contaba con dos rescatadores, uno de ellos enfermera. Aquí es donde las cosas se ponen realmente interesantes.
El helicóptero llegó al área de** difícil acceso**, que es como los montañistas llaman a los lugares donde una pierna torcida puede convertirse en una aventura épica. Todo esto ocurre mientras el sol se asoma y la naturaleza sigue su curso, ajena al drama humano que se desarrolla en su seno.
Un poco de diversión en medio de la crisis
Ahora, imagina lo que pudo haber sucedido cuando el helicóptero apareció. Quién sabe, tal vez alguien desde el grupo gritó “¡Me voy a casa en helicóptero!”, sin saber que, en su caso, la situación no era precisamente divertida. La realidad es que esos rescatadores —los verdaderos héroes— aterrizaron en la escena y se encontraron con una mujer que presentaba una posible fractura.
Esta es una de esas ironías de la vida. Mientras que muchos de nosotros, al igual que la mujer afectada, aspiramos a experimentar la emoción del senderismo, a veces el destino decide que será el día en que la naturaleza nos recuerde quién es el verdadero jefe en la ruta.
Atención médica: haciendo lo correcto
Los rescatadores no perdieron tiempo. Cuando tienes a alguien que no puede caminar, cada minuto cuenta. Inmediatamente le colocaron una férula de inmovilización en la pierna. Seguramente una idea brillante de esos cursos intensivos que toman, pero que en medio de la acción, parecen pura magia.
Esta labor no solo requirió destreza física, sino también una atención emocional a la mujer herida. Quién sabe cuántas historias escucharon los rescatadores en esos minutos estratégicos. A veces, cuando estamos en crisis, dejamos caer pequeñas perlas de conocimiento de nuestra vida. ¿Alguna vez te han contado una anécdota graciosa en medio de una crisis? A veces, el humor ayuda, aunque sea un poco raro.
La evacuación: de la montaña a la ambulancia
Una vez que lograron estabilizar a la mujer, el siguiente paso fue la evacuación. Los rescatadores, como si fueran parte de una coreografía bien ensayada, colocaron un triángulo de evacuación. Me imagino que en la sala de emergencias deben tener un salón de la fama por sus maniobras de rescate.
Después de todos los preparativos, el helicóptero voló de regreso a Riaza, donde una ambulancia de soporte vital básico esperaba para recoger a la paciente. Ah, la llegada a la ambulancia debe ser un alivio, ¿no? Pregúntale a cualquier persona que haya necesitado una ambulancia en el pasado, y probablemente te dirá que el contraste entre la angustia de los minutos anteriores y la llegada al vehículo de emergencia es como una bocanada de aire fresco después de haber estado bajo el agua.
Aprendiendo de la experiencia
El accidente de esta mujer, aunque desafortunado, es un recordatorio para todos nosotros sobre cuán impredecible puede ser una experiencia al aire libre. Nos hace preguntarnos: ¿Estamos tomando las suficientes precauciones? Siempre he pensado que un buen par de botas y un par de amigos aventureros pueden hacer una gran diferencia en una caminata. Pero, ¿quién está listo para una emergencia? Es importante planear adecuadamente, conocer la ruta, llevar suficiente agua, y siempre, pero siempre, tener un botiquín de primeros auxilios.
La naturaleza no es un parque temático
Claro, existe ese mito entre los principiantes en senderismo de que la naturaleza es un lugar seguro y acogedor. Pero aquí viene la verdad: la naturaleza también es hermosa y, a veces, traicionera. Cualquier excursionista experimentado podrá contarte sobre permisos fallidos o malas decisiones. ¡Yo mismo he estado allí! Una vez intenté subir un pico con unos amigos y subestimamos el tiempo que tomaría. El sol se cayó, la oscuridad se apoderó del lugar, y nos pasamos la noche contando chistes para no sentir miedo. Lo bueno es que alcanzamos el refugio al amanecer, pero cada aventura tiene su lección, ¿verdad?
Reflexiones finales
En conclusión, la experiencia de esta mujer en Riaza nos recuerda que cada caída no solo puede llevar a una fractura, sino también a una oportunidad de aprender y de apreciar a los que nos rodean. Gracias a los equipos de emergencias y a esos rescatadores que, sin duda, tienen el fervor de ayudar que todos desearíamos tener.
Al final de la jornada, todos tenemos algo que aprender de cada tropiezo, ya sea físicamente o en la vida misma. Así que la próxima vez que te encuentres en la naturaleza, recuerda: lleva agua, un buen par de zapatos, y nunca descuides la posibilidad de una aventura inesperada.
Espero que, al leer esto, te hayas sentido un poco más informado y, sobre todo, entretenido. ¿Te ha pasado algo similar en tus caminatas? Comparte tus anécdotas, porque a veces, compartir una risa es el mejor remedio. ¡Hasta la próxima aventura!