El 29 de octubre de 2023, España vivió uno de esos días que queda grabado en la memoria de todos. Tal vez lo recuerdes; quizás estabas en casa, disfrutando de un café, cuando de repente, las noticias comenzaron a llenar nuestros televisores y teléfonos de imágenes de destrucción y caos. Pero, ¿qué llevó a esta catástrofe? ¿Por qué se produjo una falta de respuesta ante lo que se veía venir? En este artículo, abordaremos las preguntas que surgen sobre el manejo de emergencias, la rendición de cuentas y las responsabilidades políticas, centrándonos en el reciente temporal que azotó la Comunidad Valenciana. Así que, si te acompaña un té (o algo más fuerte, dependiendo de la hora), ¡comencemos!

El contexto de la catástrofe del 29 de octubre

Como dice el dicho, «no hay mejor maestro que la experiencia». Pero en este caso, parece que esa lección no se aprendió. Según informes, la Comunidad Valenciana recibió 24 avisos de alerta sobre el inminente temporal, y, sin embargo, los resultados fueron desastrosos. Tal como ocurre en las mejores tramas de una película de acción, demasiado a menudo vemos que los personajes piensan que tienen todo bajo control, solo para descubrir, demasiado tarde, que no es así. ¿Y qué hay de la preparación?

En la política, existe una expectativa de que los líderes hagan uso de su experiencia para anticipar problemas. Sin embargo, la Comunidad Valenciana parece haber tenido un enfoque más cercano al “bailar sobre el borde del abismo”, dejando a los ciudadanos a merced de la furia de la naturaleza.

La necesidad de una comisión de esclarecimiento

En un contexto donde el pp ha enfatizado la importancia de una comisión de investigación para esclarecer lo sucedido, la pregunta en el aire es: ¿será suficiente? No se trata solo de asumir responsabilidades, sino de aprender y aplicar esos conocimientos. Hay un viejo adagio que dice que «los errores son buenos maestros». Pero, ¿pueden los políticos realmente aprender de sus errores? A menudo, es un ciclo de promesas y olvido, algo que los ciudadanos están cada vez menos dispuestos a ignorar.

Si miramos hacia el futuro, no se trata solo de una cuestión de política; hay vidas y bienes en juego. El PP ha argumentado que los protocolos existentes no fueron suficientes. Pero, ¿qué pasa con la gestión de crisis? Ah, la eterna lucha de los gobiernos con la burocracia y la inercia. ¡Necesitamos un cambio!

La indignación tras la reacción del gobierno

A nadie le gusta ver a sus representantes fallar en el momento crítico. La reacción de la vicepresidenta y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, tras dejar colgada a la comisión del caso Koldo para acudir a una “votación intrascendente” es solo un ejemplo de cómo la atención a los problemas más urgentes a menudo se ve eclipsada por decisiones de lo que se considera más importante. ¿Puede un político ser realmente eficaz si no pone a las personas en el centro de su gestión?

Los ciudadanos clamaron por respuestas, pero ¿qué encontraron? A menudo, la frustración de la gente se convierte en una tragedia griega. Lo que el PP exige es rendición de cuentas, una pieza clave en el rompecabezas de la gestión política que a menudo se extravía entre la retórica y la burocracia. Hablar de asumir responsabilidades suena bien en un discurso, pero requiere acciones concretas.

¿Qué aprendimos de los avisos previos?

Una de las partes más intrigantes de esta narrativa es el flujo de información. Los avisos enviados por la Confederación Hidrográfica del Júcar volaron a la burocracia a las 11:06 de la mañana. Pero, ¿fue suficiente? El hecho de que el aviso llegara a la coordinadora de emergencias no garantiza una respuesta efectiva. Recuerdo una vez que esperaba un paquete importante y, a pesar de haber recibido un aviso de entrega, el repartidor logró perderse en mi vecindario… varias veces.

La cruda realidad es que, en situaciones de emergencia, la comunicación no solo debe ser enviada; ¡debe ser recibida, entendida y, sobre todo, actuada! Sin embargo, parece que los protocolos de respuesta eran más parecidos a una partida de «¿Dónde está Wally?» que a un conjunto de medidas claras y efectivas.

La importancia de los protocolos y la experiencia

La dificultad de aprender del pasado es un gran desafío para muchas administraciones. Con cada desastre ocurre lo mismo. La historia nos da lecciones, pero ¿por qué, entonces, seguimos cometiendo los mismos errores? Es un poco como la historia de aquella vez que intenté hacer pan por primera vez; después de varios intentos, aún no había obtenido la textura perfecta, pero seguía intentándolo. Espero que los responsables de gestionar la emergencia no estén en la misma situación, repitiendo el proceso una y otra vez sin éxito.

Desde una perspectiva más amplia, cada aviso y procedimiento debe ser evaluado no solo para saber qué falló, sino para establecer un plan de acción que funcione. En este sentido, el papel de la comisión de investigación es crucial. La gente no solo quiere saber qué sucedió, sino que también desea que se establezcan medidas para evitar que vuelva a suceder. ¿Acaso no es eso lo más lógico?

Reflejar y actuar en el futuro

Cuando reflexionamos sobre el pasado, especialmente en eventos traumáticos como este, es importante reconocer el impacto en las personas. Vivimos en un mundo conectado, y cada acción puede tener repercusiones que van más allá de lo inmediato. Como ciudadano, seguramente has experimentado un momento donde la incapacidad de alguien en una posición de poder afectó a los que lo rodeaban. Y aquí está la pregunta: ¿qué podemos hacer como comunidad para asegurarnos de que no faltemos a la respuesta en momentos de crisis?

Lo más triste es que este evento no es un caso aislado. Muchos de nosotros hemos sido testigos de desastres naturales que podrían haberse mitigado con un mejor plan. Recientemente, durante una discusión con amigos sobre la prevención de desastres, surgió el tema de la preparación personal. ¿Estamos listos? Porque, al final del día, es nuestra comunidad y nuestras vidas las que están en juego.

Conclusión: La llamada a la acción

En resumen, la catástrofe del 29 de octubre es un recordatorio de que la política debe rendir cuentas. La experiencia debe ser valorada y utilizada para proteger a quienes representan. Aprender de los errores del pasado es una de las principales enseñanzas, y es vital que las autoridades tomen esto en serio. La rendición de cuentas es esencial, sí, pero también es fundamental la capacidad de escucha, la empatía y la acción.

Como ciudadanos, tenemos la responsabilidad de exigir respuestas y mejoras. La política no debe ser un escenario donde se habla mucho, pero se actúa poco. Al final de la historia, todos queremos dormir tranquilos, sabiendo que estamos seguros. Quizás deberíamos empezar por recordar que detrás de cada decisión política, hay vidas humanas que dependen de ello. Así que, amigos, ¿nos quedaremos en silencio o alzaremos nuestra voz por un futuro más seguro?