La historia se repite, aunque a menudo olvidamos las lecciones aprendidas. Esta fue una de las reflexiones más contundentes del presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, durante su discurso en el acto conmemorativo del 50º aniversario de la muerte del dictador Francisco Franco. Acompañado de ministros y con el Museo Reina Sofía de fondo, se lanzó a advertir sobre la posibilidad de un retroceso democrático: “Puede volver a ocurrir”. Un recordatorio potente que, si no se reflexiona, podría parecer simplemente un eco vacío en el salón de la política. Pero permíteme contarte un poco más sobre este tema.
Un ajetreado contexto político
Si alguna vez has estado en una discusión de amigos y uno de ellos menciona algo que despierta los recuerdos de un trauma compartido, sabrás que las conversaciones pueden cambiar de tono de inmediato. Algo similar está ocurriendo en España, donde los ecos de Franco resuenan en las paredes de la política moderna. Sánchez, al ser increpado por la oposición, subrayó que el evento no estaba diseñado para hacer sombra a la corrupción que rodea su gobierno, como afirmaban los opositores del Partido Popular (PP) y Vox. ¿Pero realmente necesitamos un evento así para recordar lo que se ha perdido y lo que está en peligro?
El eco de la historia
Sánchez no es el único que reflexiona sobre el pasado. Desde que la dictadura terminó, se han celebrado efemérides similares en otros países europeos que, como España, tienen historias cargadas de sombras. Por ejemplo, Alemania tiene su Día de la Liberación, y Portugal celebra la Revolución de los Claveles. ¿Por qué es tan tabú reconocer el legado del franquismo en España? Es curioso, ¿no? Esa especie de amnesia colectiva en torno a un tema tan crucial. De hecho, hay quienes pensarían que no hay nada más divertido que dos horas de gente hablando de cómo deberíamos ser más amnésicos… ¡la hilarante ironía de nuestra política!
La respuesta de la oposición
El PP, liderado por Alberto Núñez Feijóo, ciertamente no se quedó callado. Brandió la celebración como un “tapa” para los escándalos de corrupción rodeando al gobierno. “Sánchez, con Franco. Feijóo, con los valencianos”, fue la respuesta mordaz con la que el PP buscó distanciarse de los actos conmemorativos. Aquí, inevitablemente surgen preguntas: ¿Es apropiado mezclar la condena de un pasado oscuro con la actual partidocracia? ¿Acaso no es tiempo de que dejemos de mirar atrás y miramos hacia el futuro, en un sentido más constitucional y menos ideológico?
Un legado compartido
En su discurso, Sánchez hizo hincapié en que no se necesita ser de “izquierda, de centro o de derecha” para sentir tristeza y terror por los años oscuros del franquismo. A menudo pensamos que las ideologías nos dividen, pero el deseo de libertad y democracia es un valor universal, compartido por muchos. En mis años de aprender sobre política, alguna vez pensé en cómo todos esos debates sobre ideologías nos separan en lugar de unirnos. Pero el hecho de que todos queremos un futuro más brillante es un punto que debemos recordar.
La relevancia de las conmemoraciones
La historia detrás de estas conmemoraciones es más profunda de lo que aparenta. Celebrar 50 años de democracia es también una oportunidad para recordar de dónde venimos. Por ejemplo, a veces pienso en las discusiones en la mesa de cena sobre “cuántos años nos hicieron falta para salir de esto”. Estamos hablando de una generación entera que ha crecido sin experimentar el miedo del totalitarismo, y es fundamental recordar que esta libertad no puede darse por sentada. Aquí es donde la frase “la libertad no se conquista de manera permanente” de Sánchez resuena con fuerza.
El dilema de la memoria histórica
Pero ¿qué pasa con el tema espinoso de la memoria histórica? Es un campo de batalla político en sí mismo. Muchos se han opuesto a cualquier intento de abordar el franquismo, considerándolo un intento de “revivir viejas rencillas”. Pero, ¿puede una sociedad realmente prosperar cuando el pasado no se reconoce y se discute abiertamente? No es que estemos pidiendo una lucha constante, sino un diálogo sincero que retrate tanto las virtudes como los vicios de un pasado común. Y aquí, el discurso de Pilar Alegría, ministra portavoz, sobre por qué resistir al reconocimiento histórico es tan difícil es crucial.
Corrupción y política hacia adelante
El contexto de la corrupción que rodea a algunos miembros del gobierno español se convierte en un verdadero punto de controversia. Mientras el PP señala los escándalos que relacionan a Sánchez con políticas poco éticas, la estrategia de “seguir adelante” se hace cada vez más difícil de sostener sin un consenso generalizado sobre cómo manejar los resquicios de ese pasado franquista. Recuerdo una vez en una reunión de amigos, donde todos acordamos que “la ignorancia no es felicidad”. Es un poco lo mismo aquí: ignorar el pasado no resuelve nada.
La voz de la sociedad
Es importante notar cómo la sociedad civil ha respondido. Desde grupos de ciudadanos que han pedido justicia hasta movimientos para la memoria histórica, se están haciendo sentir. La conmemoración hacia Franco despierta emociones también entre los jóvenes que, aunque no vivieron directamente esos años de dictadura, han heredado la carga de un legado que no reconocen. Uno de los eventos más impactantes que mencionó Sánchez fue que “gracias a la lucha de muchos hoy gozan de derechos que antes se veían cercenados”. ¿No resulta estremecedor pensar que esto aún está en juego?
La mirada hacia el futuro
A medida que avanzamos hacia nuevas elecciones y un paisaje político cada vez más complicado, la pregunta sigue en el aire: ¿Puede el pasado ser una brújula para el futuro? Es preciso mirar hacia adelante. Las nuevas políticas, los cambios necesarios y el legado de los pasados enfrentamientos ideológicos deben ser abandonados para hacer espacio a un diálogo más constructivo. Si todos queremos lo mejor para el futuro, ¿no vale la pena encontrar un terreno común?
Reflexiones finales
Así que aquí estamos, en este fascinante cruce de caminos en la política española. El ente de la memoria histórica se mantiene presente, tanto como el recuerdo de Franco que parece nunca desvanecerse. Y mientras seguimos discutiendo, aprendamos a escuchar, reflexionar y sobre todo, a recordar que la libertad conquistada debe ser defendida a toda costa. La historia no es solo un fardo del pasado; es el mapa con el que podemos navegar hacia el futuro. Y aunque la política esté llena de giros y altibajos, siempre podemos volver a la esencia de la democracia: la voz del pueblo.
Así que, ¿qué piensas tú? ¿Deberíamos celebrar estos hitos de una vez por todas, o seguir considerándolos “cortinas de humo”? Personalmente, creo que un poco de humor, junto a un espíritu crítico, puede ayudarnos a encontrar un camino más luminoso. Al fin y al cabo, la democracia no es solo un regalo, sino un desafío constante. ¡Sigue adelante, España!
Espero que este artículo te haya resultado interesante y estimulante para reflexionar sobre un acontecimiento tan relevante en la historia y política de España.