La música tiene una forma especial de acercarnos, de unirnos en momentos de alegría y también en tiempos difíciles. Como todos sabemos, cuando las melodías suenan, se tejen conexiones que trascienden barreras. Recientemente, sucedió algo hermoso en Sevilla: se celebró un concierto llamado «Ofrenda musical por Valencia», un evento que tiene una historia detrás que vale la pena contar.
La tragedia que sacudió a Valencia
Recuerdo la primera vez que escuché el término “cambio climático”. Era un artículo en una revista más aburrida que un documental sobre la historia de una estufa eléctrica. Sin embargo, lo que parecía no importar tanto se volvió terriblemente real cuando las inclemencias meteorológicas comenzaron a afectar diversas comunidades, incluida la vibrante comunidad musical de Valencia. Locales de ensayo y, lo que es peor, instrumentos musicales, se vieron gravemente afectados. Es como si un desafortunado vandálico se hubiera apoderado de tu guitarra y hubiera decidido tocar acordes completamente desentonados.
David Gómez, director artístico del Carmen de Salteras, es originario de Valencia, y no puede evitar estar emocionalmente ligado a esta crisis. Su cercanía a la comunidad musical valenciana lo llevó a un punto crucial: no podíamos quedarnos de brazos cruzados. La música necesita sonar, y no solo en las festividades, sino también en la celebración de la solidaridad.
Un gesto de solidaridad en tiempos difíciles
La idea de un homenaje a los músicos afectados comenzó a cobrar vida. Jorge Valera, presidente del Carmen de Salteras, fue el cerebro detrás de la organización de este evento con un propósito claro: recaudar fondos para las sociedades musicales damnificadas. Así nació la idea del concierto benéfico «Ofrenda musical por Valencia», que tuvo lugar el 22 de noviembre en la iglesia conventual del Santo Ángel de Sevilla.
Más de un concertista dirá que el acto de tocar un instrumento es un acto de vulnerabilidad, y este evento fue un acto de valentía doblemente necesario. En lugar de un simple concierto gratuito, se decidió que el evento tendría un carácter benéfico. Se necesitaba hacer algo más que simplemente tocar las notas, se requería el esfuerzo de todos.
La conexión emocional que despierta la música
Piensa en el último concierto al que asististe. ¿Acaso no sentiste esa conexión mágica cuando la banda comenzó a tocar esa canción que te recuerda a una tarde de verano? A veces, las palabras son innecesarias. El mismo principio se aplica aquí. La música valenciana tiene su propio lenguaje y este concierto fue una clara muestra de las voces que luchan por ser escuchadas.
Los compositores valencianos tienen una habilidad excepcional para transmitir emociones a través de sus obras. En este homenaje, el programa incluyó marchas de procesión y otras obras que resonarán en la memoria colectiva de Valencia, como «Virgen del Carmen» de Perfecto Artola y «Reina de las Cigarreras» de Juan Carlos Sempere Bomboí. Cada pieza fue seleccionada con la intención de rendir homenaje a la rica tradición musical de la región, pero también como un símbolo de resiliencia frente a la adversidad.
La importancia de las sociedades musicales
Las sociedades musicales han sido un pilar fundamental en la cultura valenciana. Con el paso de los años, han creado un espacio donde la música puede florecer y donde las comunidades pueden reunirse. Imagínate estar en una sala repleta de personas que entienden tu pasión, y que además comparten las mismas esperanzas.
Es aquí donde las historias personales emergen. Decenas de músicos, algunos de los cuales conocí en mis propias aventuras musicales, se vieron forzados a suspender sus actividades, dejando atrás no solo sus instrumentos, sino también su pasión.
La recaudación de fondos del concierto tuvo como propósito canalizar toda la ayuda necesaria a través de la Federación de Sociedades Musicales de la Comunidad Valenciana. Lo que esto significa es que el dinero recaudado no se quedará en un fondo olvidado; se destinará directamente a los afectados, asegurando que sus voces no se apaguen.
Un programa musical que se siente
El aire estaba electrificado con anticipación. Cuando llegó el momento del concierto, no se trataba únicamente de tocar instrumentos; se trataba de renovar la esperanza. Se realizaron ensayos en tiempo récord, y con cada ensayo, el compromiso de todos los músicos crecía más y más. Esta necesidad de tener una voz en medio del desánimo era palpable.
Después de la apertura con cuatro marchas de procesión, la música continuó fluyendo. Recuerdo que, durante uno de los ensayos, un trompetista se equivocó en una nota, y aunque el momento fue tenso, la camaradería hizo que todos estallaran en risas. Al final, uno de los músicos dijo: “La música es como la vida: tú tocas lo que sientes, no lo que está escrito”.
La experiencia de asistir a un concierto benéfico
Los donativos, con una módica suma de diez euros, eran una invitación a sentarse y ser parte de algo significativo. A veces, se nos dice que los pequeños gestos no importan, pero aquí, cada euro cuenta. Además, se creó una Fila 0 para aquellos que no podían asistir pero que aún deseaban contribuir a la causa. La empatía entre los asistentes era palpable. Un verdadero ejemplo de que la música puede superar barreras.
La música se convierte en luz en la oscuridad
No hay nada como la reacción de la audiencia en un concierto. Aquella noche, los aplausos resonaron en la iglésia conventual del Santo Ángel, como un eco de esperanza. Cada nota tocada es un paso hacia la recuperación. Este evento nos recordó que la música no solo se trata de tocar; se trata de transformar vidas.
Al final de la velada, la última pieza que se ejecutó, «Lo cant del Valencià» de Pedro Sosa, fue el cierre perfecto. La audiencia, unida, cantaba a una sola voz, y en ese instante, todas las preocupaciones parecieron desvanecerse. Fue el testimonio de que, a pesar de los desafíos, la comunidad musical de Valencia estaba lista para resurgir de las cenizas.
Reflexiones finales: construir juntos un futuro mejor
Ciertamente, el concierto benéfico «Ofrenda musical por Valencia» se convirtió en más que una simple actuación; fue un recordatorio poderoso de lo que se puede lograr cuando las comunidades se unen. Con cada donativo, como un pequeño ladrillo, se está construyendo un futuro donde las melodías de Valencia volverán a sonar.
Me hace recordar que, aunque cada uno de nosotros puede enfrentar desafíos únicos, juntos, como comunidad, podemos crear sinfonías que vibran a través del tiempo. Entonces, cuando sientas que el mundo se apaga, recuerda siempre que, como en la música, podemos encontrar juntos la forma de volver a encender la luz. Y sí, quizás el camino esté lleno de giros inesperados —como el trompetista que se perdió en una nota— pero cuanto más seguros estemos en nuestras intenciones, más bellamente sonará nuestra música. Así que, ¿qué tal si nos unimos para ser parte de esta historia? Porque, al final, la música es el verdadero medio para la solidaridad.