Cuando pensamos en la historia de Europa durante la Segunda Guerra Mundial, Noruega a menudo puede parecer un pequeño paréntesis en el gran libro de personajes épicos y decisiones dramáticas. Es fácil caer en la trampa de pensar que los escandinavos vivían en un entorno idílico hasta que los nazis decidieron invadir su país. Pero, como bien sabemos hoy, la historia es más compleja. La nueva película de Netflix, número 24, ofrece una ventana al alma de un país que tuvo que lidiar con su propia falta de espíritu patriótico durante uno de los momentos más oscuros del siglo XX. Y a medida que exploramos este filme, no puedo evitar reflexionar sobre cómo estos temas resuenan en nuestro mundo moderno.

Noruega: un país de paz, pero ¿a qué costo?

Para poner esto en perspectiva, imagina un lugar donde la paz era casi un estilo de vida. Eso era Noruega hasta la invasión nazi en 1940. Muchos noruegos parecían tan cómodos en su neutralidad, que algunos bromean que ni siquiera notaron que estaban siendo invadidos. ¿Te imaginas eso? Estar tan en tu mundo que un ejército enemigo llega y ni siquiera levantas la vista de tu taza de café. Bueno, en Noruega, eso fue más o menos lo que pasó. El resultado fue unirse al lado alemán más rápido de lo que puedes decir “kanelbolle”.

La película se centra en Gunnar Sonsteby, un joven contable que decide, contra todo pronóstico, unirse a la resistencia. Es la historia de uno de los pocos que se atrevieron a levantarse contra el régimen opresor. Se le conocía como número 24, un apodo que puede sonar a una broma de un programa de televisión mediocre, pero que en realidad retrata la cruda realidad de su insignificancia ante un enemigo tan poderoso.

La importancia de los héroes incómodos

A lo largo de la historia, los héroes suelen ser aquellos que cumplen con un patrón: guerreros, generales, figuras de altos rangos. Pero aquí nos encontramos con un héroe no convencional. Gunnar no es un soldado. No es un líder carismático. Es un contable de veintitantos años que decide que el sacrificio es la única opción. La película, a primera vista, parece rendir homenaje a ese heroísmo clásico, pero también plantea preguntas incómodas sobre lo que significa realmente levantarse y luchar.

Mientras vemos a Gunnar arriesgar su vida, me doy cuenta de que esto ecoa en muchos de nosotros hoy. ¿Qué harías si te enfrentas a una injusticia? Es fácil hablar de hacer algo desde la comodidad de un sofá, pero cuando se trata de arriesgarlo todo, las decisiones son mucho más complicadas. ¿Habrías tenido la valentía de Gunnar?

Resistencia, moralidad y decisiones difíciles

Una de las cosas que más me impactó de número 24 fue la representación de la resistencia. Al contrario de lo que podríamos imaginar, los grupos de resistencia se enfrentaban a decisiones morales complicadas. Sabotajes, traiciones y, en última instancia, la pérdida de vidas. Aquí es donde la película realmente empieza a brillar, o mejor dicho, oscurecer.

Es curioso cómo la película pone de relieve las tácticas de resistencia que puedan recordar a eventos contemporáneos. Me hizo pensar en los movimientos sociales de hoy en día, donde los jóvenes sienten la necesidad de actuar. A menudo he escuchado a amigos míos discutir sobre qué acciones deberían tomar para luchar contra problemas como el cambio climático o las injusticias sociales. Y quizás, al igual que Gunnar, están dispuestos a sacrificar bastante. Pero, ¿sería eso suficiente? Tal vez un observatorio contra el cambio climático sea más parecido a un simbólico “banco de color azul” que a una acción costosa y efectiva.

El papel de los jóvenes en la historia

Un punto interesante que se menciona en la película es la participación de los jóvenes en la resistencia. Gunnar y su círculo de amigos eran apenas mayores que adolescentes, y la pregunta que me surge es: ¿por qué son siempre los jóvenes los que sienten la necesidad de levantarse? Las personas mayores suelen tener una perspectiva más conservadora, preocupados por las pensiones, las hipotecas y, en muchas ocasiones, por no complicarse la vida. Mientras tanto, aquellos con toda la vida por delante están dispuestos a arriesgarlo todo.

Esto se refleja en la confrontación que Gunnar tiene con los estudiantes durante su charla. A pesar de que ellos deberían haber estado agradecidos por su valentía, parece que cuestionan su moralidad. ¿Es realmente mejor vivir en silencio que resistir? ¿Y si tu resistencia causa más daño que bien? Estas son preguntas poderosas que nos llevan a cuestionar no solo la historia, sino también nuestro presente.

El dilema del héroe en tiempos de invasión

En la película, Gunnar se convierte en un símbolo de resistencia, pero no sin complicaciones. A medida que se involucra más, empieza a entender que la lucha no siempre es tan clara como “buenos contra malos”. Su papel en la resistencia implica decisiones difíciles que podrían dejar cicatrices en su alma. Preguntas de moralidad surgen de repente: si tú participas en una misión de sabotaje y, de alguna forma, alguien inocente se ve implicado, ¿eres todavía el héroe que creías ser? ¿O te conviertes en un villano en tu propia narrativa?

Es fascinante observar cómo la película ilustra esto. En un momento, se convierte en un héroe casi mítico; en el siguiente, se encuentra luchando con las realidades de su contexto. Este es uno de esos momentos en los que la película parece cruzar las líneas del heroísmo y la tristeza. ¿Cuántos de nosotros hemos tenido que enfrentarnos a decisiones semejantes, aunque a menor escala, en nuestras propias vidas?

El dilema del pacifismo contemporáneo

Uno de los aspectos que me ha hecho reflexionar después de ver número 24 es cómo encaja nuestra mentalidad actual con el concepto de lucha y resistencia. Vivimos en tiempos en los que muchas personas abogan por la resolución de conflictos a través del diálogo. Sin embargo, la película nos recuerda que, a veces, el mal parece tan inminente que la violencia podría parecer la única salida.

El joven público en la película cuestiona las acciones de Gunnar, sugiriendo que matar a alguien, aunque sea un nazi, es un acto más reprochable que la sumisión. Esta conversación se asemeja a muchos debates modernos sobre militarismo y pacifismo. ¿Es más noble aceptar una invasión o luchar por lo que uno cree, incluso si eso significa ensuciarse las manos? Me encanta el hecho de que estas preguntas no tengan respuestas fáciles. Al final del día, cada uno tendrá que decidir su propio camino.

Conclusión: reflexiones sobre el héroe moderno

Al final de la película, y de este artículo, queda un eco de preguntas sin respuesta. Sí, Noruega tuvo sus héroes, pero estos también enfrentaron dilemas morales que son tan relevantes hoy como lo fueron en 1940. La historia nos enseña que no siempre se trata de ser un héroe, sino de ser humano.

Así que, ¿qué hay de nosotros y de nuestro propio sentido de patriotismo? ¿Estamos dispuestos a luchar por nuestras creencias? ¿O estaremos atados a la comodidad de nuestra realidad actual, incluso si eso significa aceptar un estado de cosas que no nos agrada? Mientras reflexionamos sobre estos puntos, es esencial recordar que la historia es un espejo que refleja nuestras luchas y decisiones actuales.

Así que si algún día te encuentras en una situación donde sientes que algo debe cambiar, recuerda a Gunnar Sonsteby. Podrías ser tú el número 24 de tu propia historia. Después de todo, para promover un cambio, a veces solo necesitas un contable con un par de agallas. ¿Quién sabe? Tal vez el nuevo héroe de nuestra guerra cultural esté más cerca de lo que pensamos.