La historia que vamos a contar hoy es un claro ejemplo de que, a veces, lo que parece ser la madurez y el liderazgo pueden convertirse en desventajas en un proceso de selección. Sí, estamos hablando de Navantia, la empresa pública española dedicada a la construcción naval, que se ha visto envuelta en una polémica que no deja a nadie indiferente. ¿Cómo es posible que una candidata sea descartada por “demasiada” madurez al aspirar a un puesto de técnico superior? Acompáñame en este análisis donde exploraremos la situación en profundidad, desde las primeras etapas del proceso de selección hasta las repercusiones legales.
La historia de una candidata valiente
Todo comenzó en 2020. Imagina que te preparas durante meses para un puesto que crees que es perfecto para ti. Te vistes con tu mejor outfit (sin excesos, que los pantalones de pinzas no son tan cómodos), revisas tu currículum una y otra vez, y te presentas a las pruebas con la confianza de alguien que se ha preparado a conciencia. Esa fue la realidad de nuestra protagonista, quien, tras pasar por diversos filtros, se quedó entre las 13 mejores de más de cien aspirantes. ¿No es genial?
Pero, como suele pasar en la vida, la historia dio un giro inesperado. A pesar de su impresionante desempeño, fue excluida del proceso por razones que, a primera vista, parecen poco razonables: su “madurez” no encajaba con el perfil que buscaba la empresa para plazas junior. En este punto, uno podría preguntarse: ¿Acaso tener experiencia y liderazgo no debería ser una ventaja en cualquier trabajo?
El fallo judicial: de la arbitrariedad a la reparación
El Tribunal Superior de Justicia de Galicia falló a favor de la candidata, y recientemente, el Tribunal Supremo inadmitió el recurso de Navantia, lo que dejó la decisión del Tribunal anterior en firme. Así, la empresa pública no tuvo más opción que acatar la sentencia, pero, como diría cualquier tipo con un buen sentido del humor: “¿Y ahora?”. El sindicado CGT incluso planteó que el único paso que le quedaba a la empresa era convocar a la excluida para el reconocimiento médico. Algo así como decir: “¡Vaya, parece que nos quedamos sin excusas!”.
Este fallo no solo tiene implicaciones legales, sino que también pone de relieve temas más amplios sobre la discriminación laboral. Esto es, cómo, en ocasiones, ciertos perfiles pueden quedar automáticamente descalificados por criterios que parecen más bien arbitrarios. Puede que la frase que se le ocurrió a alguien de Navantia estuviera muy bien intencionada, pero no se puede negar que hace que uno se rasque la cabeza y se pregunte si estaban realmente buscando a la persona adecuada.
¿Dónde quedó la igualdad, el mérito y la capacidad?
El tribunal fue claro en su fallo: la conducta de Navantia fue “arbitraria y contradictoria”. Las cualidades que se evaluaron en la dinámica grupal son, precisamente, las que uno esperaría ver en un candidato para un puesto de técnico superior. ¿Te imaginas que tu próximo supervisor te dice: “Como tienes demasiada experiencia, lo siento, no puedes trabajar aquí»? La lógica detrás de esto es un poco tóxica, ¿no crees?
La estrategia de la empresa de argumentar que su “madurez” la hacía más adecuada para un puesto sénior no solo es cuestionable, sino que contraviene los principios de igualdad establecidos en el acceso a empleo público. El juez dejó claro que tener madurez, liderazgo y un conocimiento profundo no son, en ningún caso, deméritos.
Tal vez esto nos lleve a preguntarnos: ¿Estamos listos para seguir luchando por la igualdad de oportunidades, o seguimos cometiendo los mismos errores del pasado?
Una mirada más cercana a la cultura empresarial de Navantia
¿Y qué hay de la cultura empresarial de Navantia? El caso expone una disconformidad con las prácticas que aún prevalecen en algunas organizaciones. En un mundo laboral en constante transformación, muchas empresas aún están atrapadas en este ciclo de pensamiento arcaico que asocia juventud con energía y madurez con estancamiento. Y aquí es donde la cosa se complica. ¿No deberían las empresas buscar riqueza en la diversidad de edades y experiencias en vez de caer en estereotipos?
A toda esta problemática, se añade el hecho de que el panorama laboral en España necesita un repaso. ¿Por qué limitamos el potencial de las personas por su edad o por su experiencia? La integración de talento diverso es fundamental para cualquier organización que busque innovar y adaptarse a las exigencias del mercado actual. En este sentido, el rechazo de Navantia contrasta fuertemente con las prácticas más inclusivas que están teniendo lugar en otras empresas.
Reflexiones sobre la madurez en el mundo laboral
A menudo se dice que la madurez es un valor en sí mismo, y aquí, este punto puede ser objeto de una gran discusión. Cuando uno habla de madurez profesional, se refiere no solo a la experiencia acumulada, sino también a la habilidad de liderar, gestionar conflictos y ser un referente en el trabajo en equipo. ¿Puede ser eso una desventaja? La respuesta es claramente no. Pero el camino hacia el reconocimiento de este valor es aún largo.
A veces, en un proceso de selección, uno se encuentra con evaluadores que están más enfocados en “el perfil ideal” que en la realidad de las personas. De esta manera, la “madurez” de alguien puede ser vista como una amenaza en lugar de un activo valioso. Y aquí es donde una buena dosis de autoevaluación puede ser útil para los reclutadores —y, por qué no, para los candidatos también.
Caminando hacia el futuro: aprendizajes y oportunidades
Este caso no solo obliga a Navantia a rectificar su error; es también una oportunidad para que todas las empresas revisen sus procedimientos y políticas de contratación. Debemos preguntarnos: ¿Qué tipo de cultura laboral estamos fomentando? Es fundamental que aprendamos de esta experiencia y trabajemos para construir ambientes más inclusivos y representativos, donde las habilidades y el compromiso sean las principales métricas que guíen nuestras decisiones.
La historia de la excluida de Navantia es solo una muestra de que el futuro puede ser prometedor —al menos si aprendemos las lecciones del pasado. Este episodio podría funcionar como un llamado a la acción para todos, reclutadores y candidatos, sobre la necesidad de repensar las formas en que consideramos la experiencia y cómo esto impacta en los procesos de selección.
Así que, ¿qué opinas tú? ¿Deberíamos ser más abiertos y flexibles en el reclutamiento, o seguir aferrados a la idea de que la juventud es lo único que cuenta?
Conclusión: un llamado a la reflexión para todos
En definitiva, el caso de la candidata excluida de Navantia revela conflictos profundamente arraigados en nuestra concepción del trabajo, la madurez y la justicia. Tal vez, puede ser un faro de luz que nos impulse a reevaluar esos parámetros. Las empresas, por su parte, tienen el deber no solo de cumplir la ley, sino de crear un entorno más diverso y equilibrado.
¿Quizás este incidente sea una oportunidad para un nuevo comienzo o un simple tropiezo en el camino hacia una cultura laboral que valore las habilidades por encima de la edad? La respuesta depende de cómo decidamos actuar, tanto empresas como profesionales.
Y mientras reflexionamos sobre este dilema, recordemos que todos estamos en este viaje juntos; solo necesitamos la actitud correcta para hacer que la evolución sea posible. ¿Quién no querría un lugar de trabajo donde la madurez y el liderazgo sean adorados en lugar de temidos?
Es hora de cambiar el chip y hacer que nuestras organizaciones sean un reflejo de las múltiples experiencias y talentos que tenemos para ofrecer. ¡Porque, al fin y al cabo, todos merecemos una segunda oportunidad… especialmente en el trabajo!