El baloncesto español lleva años acumulando logros y reconocimientos, tanto en el ámbito nacional como internacional. Aquella España campeona del mundo en 2006, donde brillarón personalidades como Álex Mumbrú, ha dejado un legado que resuena aún en el presente y el futuro del deporte. Y es que, cuando piensas que ya hemos visto todo lo que el baloncesto nos puede ofrecer, ahí está Álex Mumbrú dando un salto al banquillo de la selección alemana tras el exitoso ciclo de Gordon Herbert. ¡Así es! Hasta los que de la cancha ahora se sientan en la silla de la dirección, y eso es algo digno de aplaudir.
Del oro al banquillo: la sorprendente transición de Álex Mumbrú
¿Te imaginas tener una libreta llena de apuntes de los mejores entrenadores de baloncesto? Álex Mumbrú sí lo tiene, y además, es un tesoro muy valorado en el mundo del deporte. Me imagino que en algún momento, mientras lo recopilaba, pensaba en cómo aplicaría todo ese conocimiento. Este hombre, que hizo su carrera en equipos españoles y siempre tuvo la oportunidad de seguir así, ha tomado un camino arriesgado. Después de un debut en el Bilbao Basket y su paso por Valencia, ahora da un salto que podría poner el nombre de los entrenadores españoles en el mapa de la NBA.
Incluso con las 23 bajas relacionadas con jugadores NBA y Euroliga, que probablemente estaban más ocupados haciendo malabares que entrenando, su debut con Alemania no fue un mal arranque a pesar de la derrota en Suecia (73-72) en su primer partido de clasificación para el Eurobasket. Su presencia es un testimonio de cómo las raíces pueden extenderse más allá de las fronteras, y su trabajo podría ser clave para el desarrollo del baloncesto en otros países, incluyendo el que ahora representa.
La importancia de los vínculos en la selección
Pequeña anécdota: en aquellos días en que yo era un patoso total en la cancha, recuerdo que un entrenador me decía que la química entre los jugadores vale más que cualquier jugada táctica. Y ahora, viendo a Mumbrú hablar sobre los vínculos que debe crear en la selección, esto cobra totalmente sentido. Dirigir un equipo nacional es como ser el conductor de una orquesta, donde cada músico necesita conocerse para que el resultado final sea armónico.
Mumbrú mencionó a Dennis Schröder, el base estrella, quien ha sido nombrado líder del equipo alemán. Me imagino una conversación entre ambos, donde probablemente discuten el último partido de la NBA o esa vez que España barrenó a Alemania en el Eurobasket de Berlín. ¡Vaya momento! La competitividad debe ser un motor en un equipo donde no se tiene tanto tiempo para construir relaciones, así que debe ser un reto mayor cada vez.
La actual apuesta por el baloncesto español
Cuando hablamos sobre la importancia de los entrenadores españoles, es innegable que figuras como Javier Imbroda y Aíto García Reneses han esculpido lo que hoy conocemos como un modelo de éxito. Mumbrú sí que aprovecha el legado de estos gigantes, y también lo entiende muy bien cuando dice que su etapa de aprendizaje fue como un «clínic continuo«. Es como asistir a un curso magistral mientras te pagaban por jugar. ¡Qué lujo!
Además, cada vez que escuchas que un español está dirigiendo un equipo en la NBA, no sólo se siente un pequeño picor de orgullo patrio, sino que también se refleja en cómo se transforma la percepción del baloncesto español en el exterior. Hablar de Jordi Fernández al frente de los Brooklyn Nets es un claro ejemplo de que el baloncesto español se está posicionando como un referente mundial.
La presión de ser entrenador de una selección ganadora
A mí, sinceramente, me da un poco de nervios pensar en la presión que debe sentir Mumbrú ahora. Es un gran reto que podría dar lugar a momentos de gloria, pero allí también acechan las dudas. ¿Qué si no funciona? ¿Qué pensará la gente? Sin embargo, él parece manejarlo con mucha seguridad y sentido del humor.
“Qué valiente”, le dicen muchos por haber ido a un equipo que ya es campeón y en el cual las expectativas deben ser bastante altas. Pero eso es lo que hace que el deporte sea emocionante, ¿verdad? No hay historia sin un poco de riesgo, y la historia de Mumbrú está apenas comenzando.
En definitiva, hay quienes pueden ver la presión como un fardo, pero él la percibe como una oportunidad de seguir ganando, y eso es lo que hace que el baloncesto sea tan emocionante. Muchos dirían que su baloncesto tiene un parecido con la época dorada de España, donde el compromiso y el espíritu de equipo eran la norma. ¡Qué epifanía!
¿Qué podemos esperar del futuro?
Aunque ahora parece que el baloncesto español está viviendo un momento de transición, estoy convencido de que estamos a la espera de un renacimiento. Hay un nuevo grupo de jugadores emergentes como Iñaki Aldama en la NBA y las selecciones del futuro, con Ricky Rubio como el referente que muchos jóvenes miran y admiran.
Sin embargo, ser un buen jugador no es suficiente. La fuerza del fútbol en España, y a nivel mundial, puede influir en cómo se desarrollan nuevas generaciones. Pero la historia del baloncesto nos muestra que España tiene materia prima, y ese es un hecho que no se puede negar. ¡Yo emocionado quiero ver a esos chicos y chicas que harán que el baloncesto español brille aún más!
Reflexiones finales
Al final del día, pienso que lo más emocionante sobre el baloncesto son las historias que fluyen detrás de cada victoria y cada derrota. La travesía de Mumbrú muestra que el aprendizaje y la conexión están en el centro del juego. Ser un entrenador no se trata solo de tácticas y estadísticas, sino de construir relaciones y cultivar un ambiente en el que el compromiso sea exigido y apreciado.
Espero que las futuras generaciones sigan por este camino. Me entusiasma no solo el espectáculo del juego, sino también las conversaciones, los vínculos, las anécdotas y, cómo no, ese humor sutil que siempre está presente en el baloncesto. Espero que todos sigamos disfrutando de este precioso deporte, y recordemos que cada canasta, cada rebote y cada pase importan, no solo en el marcador, sino también en nuestra vivencia como comunidad baloncestística.
Así que, todos listos para apoyar a nuestros entrenadores y jugadores, ¿verdad? ¡Vamos españa, vamos baloncesto!