La expresión “capitalismo del desastre” tiene un eco que resuena en momentos de crisis. Naomi Klein lo hizo famoso en su libro La doctrina del shock, donde analiza cómo los desastres naturales y las crisis sirven como catalizadores para quienes buscan obtener beneficios donde otros solo ven ruinas. Y aunque esto puede sonar a un argumento de novela distópica, la realidad es a menudo mucho más sorprendente.
Recientemente, la DANA que asoló la provincia de Valencia el 29 de octubre ha sido un claro ejemplo de cómo se abre una puerta de oportunidades financieras aprovechadas por constructoras y empresas vinculadas a tramas de corrupción. Pero, ¿es realmente moral sacarle provecho a la tragedia de otros?
El gobierno de Carlos Mazón y la lluvia de contratos
Al parecer, el Gobierno valenciano, bajo el mando de Carlos Mazón, no se ha quedado atrás en lo que respecta a los contratos adjudicados para la reconstrucción. Hasta ahora, se han concedido casi 62 millones de euros en contratos a dedo a empresas vinculadas a tramas corruptas del PP (Partido Popular). Es un número que, para muchos, es tan repugnante como un café frío en una mañana de lunes.
Y aquí es donde las cosas empiezan a volverse un tanto turbias. Imagina a un grupo de empresas, algunas incluso condenadas por su participación en la trama Gürtel, haciendo cola para recibir su parte del pastel en forma de contratos de emergencia. No, no se trata de una escena de un thriller político; es lo que está sucediendo en Valencia.
Empresas amigas y la eterna rueda de la corrupción
Las empresas que han saltado al estrellato en este vendaval financiero no son exactamente novatas en el juego. Muchas de ellas han estado ahí desde el periodo del anterior Ejecutivo del Pacte del Botànic, que incluía al PSPV-PSOE, Compromís, y Unides Podem, presidido por Ximo Puig.
Una de estas entidades, STV Gestión SL, cuyo jefe de gabinete trabaja actualmente para Mazón, ha visto una lluvia de contratos. La pregunta que surge es: ¿son los vínculos políticos un factor decisivo en estas adjudicaciones? Desde luego, parece que sí.
La sombra de la DANA: ¿beneficio o desastre?
La DANA no solo dejó tras de sí estragos en infraestructuras; también abrió la puerta a un sinfín de preguntas sobre la ética en la adjudicación de contratos públicos.
La polémica se intensificó cuando la Entidad Pública de Saneamiento de Aguas Residuales (EPSAR) asignó un contrato de emergencia de 3,2 millones de euros a Tecnología de la Construcción y Obras Públicas SA, propiedad de varios accionistas de STV. ¿Es este el tipo de gestión pública que queremos? Gastar millones de euros en empresas que históricamente han estado involucradas en prácticas corruptas es, al menos, inquietante.
A menudo me encuentro pensando en cómo podríamos cambiar este paradigma. Si la reconstrucción es necesaria, ¿por qué no se le da el contrato a empresas locales que realmente se preocupan por la comunidad? Es un dilema moral que se enfrenta a la lógica del capitalismo que nunca deja de sorprenderme.
¿Y qué hay de las consecuencias?
Los contratos a dedo pueden parecer una forma rápida de hacer las cosas, pero siempre llegan acompañados de consecuencias. Las estructuras dañadas requieren reparaciones que, por supuesto, no solo llaman la atención de las empresas constructoras, sino que también despiertan la inquietud de los ciudadanos.
Imagina ser uno de aquellos afectados por las inundaciones, y no solo perder tu casa, sino también ver cómo el dinero de los impuestos, que debería haber servido para reconstruir vidas, termina en manos de aquellos que han sido señalados por corrupción. La justicia parece un concepto que se diluye en el aire como el humo de una máquina de café durante una larga reunión.
La empresa Silman 97 SL: entre la comunicación y el marketing
Además de las constructoras tradicionales, este frenesí de contratos ha favorecido también a empresas menos esperadas. Por ejemplo, Silman 97 SL, que se especializa en comunicación y marketing, recibió un contrato de emergencia de 1,2 millones de euros para unidades móviles de empleo.
Es irónico, ¿no? Mientras muchos luchan por encontrar trabajo tras la catástrofe, una empresa de marketing se lleva a casa un contrato sustancioso. ¿Quién creen que ganará esta partida? La respuesta parece obvia, pero suele doler reconocerlo.
Reflexiones finales
Vivimos en un mundo donde la tragedia a menudo se convierte en una oportunidad de negocio.
El capitalismo del desastre no es solo un concepto; es una realidad que se vive en cada rincón del planeta. Desde el cambio climático hasta las pandemias, hay quienes siempre encontrarán una forma de salir beneficiados, mientras que otros solo luchan por recuperarse de los estragos.
Así que, ¿qué podemos hacer al respecto? Es sencillo: ser más conscientes, más críticos y más exigentes con quienes nos gobiernan y gestionan nuestros recursos. La transparencia y la responsabilidad son dos palabras que, a menudo, parecen ausentes del discurso político.
Por último, cada vez que veas un nuevo contrato de emergencia enviando millones a empresas corruptas, pregúntate: «¿Quién realmente se beneficia de esto?» La respuesta podría ser más reveladora de lo que pensamos.
Después de todo, en esta tormenta perfecta que parece ser la vida, siempre hay quienes logran surfear sobre las olas, mientras otros solo intentan mantenerse a flote. La lucha es real… y la necesidad de cambio, urgente.
Espero que este artículo sea de utilidad y que invite a la reflexión. Recuerda, la próxima vez que veas a alguien moldeando su fortuna a partir de la miseria ajena, no reclames solo las acciones, sino también el sistema que lo permite.