Cuando uno se siente un poco perdido en la vida, la mejor estrategia a menudo es recurrir a los clásicos. Ya sea en la música, la literatura o, cómo no, en el fútbol. Y si estás en una situación complicada, nada como una buena noche de Champions para recordarte que todavía hay magia en el aire. En esta última edición hemos visto un despliegue de emociones y talento que ha dejado a todos boquiabiertos. ¿Qué mejor desde luego que hablar sobre la notable victoria del Real Madrid sobre el Manchester City? Partidazo, ¿no?

El calentamiento de las estrellas: preámbulo de emociones

Imagina que estás planeando una buena cena. Te aseguras de que todo esté perfecto antes de dar el primer bocado. Algo así sucedió en el Estadio Santiago Bernabéu durante el encuentro entre Real Madrid y Manchester City. Lo que comenzó como un partido con tantas expectativas como un concierto de tu banda favorita (ya sabes, ese que no sabías si sería memorable o un flop total), rápidamente se transformó en un recital de fútbol.

La tensión era palpable, con los aficionados al borde de sus asientos, como cuando esperas que tu plato salga de la cocina. Pero cuando el árbitro pitó para dar inicio al juego, las emociones se desataron. ¿Quién lo habría imaginado? El Real Madrid demostró que, aunque había estado un poco perdido durante la temporada, en la Champions es un pez en el agua.

La magia de mbappé y el plan de ancelotti

No se puede hablar de esta victoria sin mencionar a la estrella del espectáculo: Kylian Mbappé. Desde el primer minuto de juego, el francés dejó claro que no tenía intenciones de ser un espectador. Con una velocidad y habilidad que recordaré, marca registrada del “Bolt” del fútbol, recibió un pase que hizo que el defensa del City pareciera más un velociraptor en una carrera en ralentí.

Pero no se puede olvidar al chef de la cocina, el gran Carlo Ancelotti. Su estrategia fue brillante. ¿Quién en su sano juicio pensaría que organizar una fiesta con semejadas estrellas podría salir mal? Cada pase, cada movimiento, fue parte de un plan maestro. Ancelotti se plantó en el banquillo como un director de orquesta, sabiendo que iba a crear una sinfonía en el césped.

El primer golpe: 1-0 como de costumbre

Y llegó el primer gol. A los 3 minutos, Mbappé abrió el marcador. Puedes imaginar la explosión de júbilo en las gradas: ¡un verdadero tributo al fútbol! El Bernabéu rugía, y con razón. No obstante, los aficionados del City se encontraban en esa fase de negación, haciendo un pequeño ejercicio mental tipo “esto no está pasando”. Pues sí, pasa. Fue solo el principio de una noche mágica.

No pasó mucho tiempo hasta que las cosas se tornaron aún más emocionantes. Cuando la pelota se posicionó en el área del City, el famoso “đçxup!” de un gol se sentía en el aire. ¿Recuerdas cuando tus amigos solían aparecer a tu fiesta con la bebida más tocha? Eso fue prácticamente lo que hicieron los jugadores del Madrid.

Una noche de exhibición: 2-0 y 3-0 en un abrir y cerrar de ojos

La segunda anotación llegó en cuestión de minutos. Con una secuencia digna de una película de acción, Mbappé volvió a anotar. ¿Os acordáis de cuando en el colegio había un chico que siempre hacía los goles? Pues eso es lo que sentía el Bernabéu: pura diversión, pura euforia.

Pero no todo quedaría ahí. El tercer gol fue una obra de arte. ¡Un zurdazo espectacular! La respuesta de la afición fue de euforia pura, casi como si estuvieran en un concierto de rock, cantando y viviendo el momento. Aquella noche, el Bernabéu era un verdadero templo del fútbol.

La reacción del city: ¿desmotivados o desbordados?

Al otro lado del campo, el Manchester City se sentía un exceso de presión. Habían llegado como favoritos, como esos estudiantes que piensan que tienen el examen en el bolsillo, solo para descubrir que al final no habían estudiado lo suficiente. Guardiola, a pesar de su genialidad táctica, se veía más y más frustrado con cada golpe.

Después de los goles, la pregunta no podía evitarlo: ¿dónde estaba el sello del City? ¿Qué ha fallado en el engranaje?

Con la ausencia de Erling Haaland por lesión, los británicos parecieron un barco a la deriva, buscando desesperadamente el norte. Sin embargo, en el Castilla, el Madrid sonó la alarma: estaban listos para aprovechar cada error.

¿Un toque de magia al final?

Luego de ese trío de goles, llegamos a la recta final del encuentro. Y cuando uno pensaba que el espectáculo había terminado, un rayo apareció de la nada. Nico González disparó al diecisiete con un tanto que pareció más un error de cálculo del Madrid que un resurgimiento del City. Al menos el City fue capaz de marcar, lo que aquietó un poco el escándalo de la derrota.

Al final del día, se encendieron las luces, los fans se fueron felices y aplaudiendo, mientras que algunos del City se frotaban los ojos tratando de entender qué había sucedido. Una verdadera exhibición que queda grabada en los anales de la Champions.

Reflexiones finales: lecciones del madridismo

Al final de la noche, lo que realmente se lleva el Madrid de este partido es volver a encontrarse con su esencia. A veces, todos necesitamos recordar quiénes somos y lo que podemos hacer, incluso en los momentos más tensos. La Champions ha demostrado ser el hogar del equipo donde puede hacer magia en el momento menos inesperado. ¡Y cómo lo hizo!

Volviendo a mi analogía de la cena, a veces los mejores momentos surgen cuando te sientas a la mesa con un buen grupo, has puesto la música adecuada al fondo y, encima, alguien trae los postres. Así es el fútbol. Pasiones, esfuerzos, rencillas, alegrías y sorpresas.

Entonces, la próxima vez que te enfrentes a un reto, pregúntate: “¿Qué haría el Madrid en este caso?” Quién sabe, tal vez lo que necesites es un poco de magia… o una pinchada en el corazón.


Esa es la esencia de lo que ocurrió en la jornada de Champions: no solo fue un partido; fue una declaración de intenciones. Así que, a los aficionados del Madrid, ¡bravo! Sabemos que la temporada está lejos de ser perfecta, pero cuando hay magia, todo puede suceder. Al resto, quizás haya que aprender una lección más: siempre hay espacio para una sorpresa… sobre todo en la Champions.