La crisis de la vivienda es un tema candente en todas partes del mundo, pero en Canarias se ha intensificado de una manera que nos debería hacer reflexionar. Con un 40,07% de las viviendas registradas que pertenecen a propietarios con cinco o más propiedades, la situación se vuelve a poner sobre la mesa: ¿realmente tenemos control sobre nuestro mercado inmobiliario o estamos al borde de un desastre?

Canarias: ¿tierra de oportunidades o de crisis habitacional?

Cuando pienso en las Islas Canarias, me vienen a la mente las playas de arena blanca, las olas rompiendo suavemente y una piña colada en la mano. Sí, lo sé, suena a un anuncio de vacaciones, pero la realidad que enfrentan muchos canarios es muy diferente. Un 65% de la población tiene dificultades para llegar a fin de mes, y el aumento del número de grandes tenedores de viviendas sólo agrava esta situación.

Así que, mientras muchos soñamos con el sol y la playa, otros luchan por encontrar un lugar donde vivir. Es un poco irónico, ¿no? Uno podría pensar que vivir en un paraíso tendría que ser más accesible. Pero la vida real a veces se siente como un episodio de una serie de televisión dramática, con giros inesperados y personajes que no siempre son los héroes que esperamos.

El auge de los grandes comuneros de viviendas

La tendencia hacia la concentración de la propiedad no es nueva, pero los datos son escalofriantes. En 2023, el porcentaje de altas catastrales realizadas por propietarios con cinco o más inmuebles ha alcanzado niveles récord. Este es el mayor porcentaje desde 2013, cuando la crisis comenzaba a asomarse como una sombra en la economía global. ¿Por qué esto es preocupante? Porque estamos viendo cómo cada vez más personas se encuentran en la competencia por un recurso limitado: la vivienda.

Imagina que quieres comprar tu primera casa. Te has esforzado, ahorrado y mirado más anuncios de los que puedo contar. Pero, de repente, te das cuenta de que no solo compites con otros compradores, sino con inversores profesionales que ven la vivienda como una simple pieza del rompecabezas de su imperio financiero.

El impacto en los pequeños propietarios

El panorama es desolador para los pequeños tenedores. Las inmatriculaciones de aquellos que solo poseen uno o dos inmuebles han caído un 40,43% en la última década. ¿Te imaginas ser un propietario que lucha por mantener su hogar mientras los grandes inversores acumulan propiedades como si fueran coleccionistas de arte? Es una sensación de impotencia absoluta.

Como dice Jordi González, un experto en Sociología, “cuando tú vas a comprar una casa, no compites con tu vecino, sino con un inversor que quiere organizar esa vivienda en unos parámetros de especulación”. Suena un poco como una película de terror, ¿cierto? En vez de una comunidad unida buscando el hogar perfecto, tenemos a un grupo de cazadores de oportunidades.

El papel del Gobierno en la crisis de la vivienda

Desde el Gobierno de Canarias, se han lanzado promesas de construir más viviendas. Fernando Clavijo, presidente del Gobierno, ha señalado que la construcción es una medida prioritaria para abordar la crisis. Y aunque estoy de acuerdo en que construir es importante, me pregunto: ¿y mientras tanto, qué hacemos con la gente que necesita vivienda ahora?

Los esfuerzos hasta ahora han sido modestos. En 2023, se completaron 1,338 viviendas y ninguna de ellas era de protección oficial. Eso me hace pensar: ¿realmente estamos abordando la raíz del problema o simplemente estamos dando parches a una herida abierta?

Ángela García Bernardos, doctora en Políticas Públicas, sugiere que “la construcción de vivienda no trae consigo elementos de abaratamiento a no ser que venga acompañada de otras medidas que atenúen el crecimiento de los precios”. ¡Qué lógica tan sensata y útil! Pero es un enfoque que parece haber escapado de la agenda política.

La relación entre oferta y demanda: un enfoque erróneo

Seguramente has oído el mantra de que “si hay poca oferta, el precio sube” y suena tan simple. Pero, como bien explica Bernardos, “no hay dos viviendas iguales” y “el lugar donde esté es determinante”. Entonces, en un mercado donde las viviendas son un canalizador de inversión, ¿qué ocurre con la gente común que solo busca un lugar donde vivir?

La comparación con las lavadoras es graciosa, pero también reveladora: “Si hay pocas lavadoras y muchos demandantes, lo normal es que el coste sea elevado. Pero con la vivienda no funciona exactamente igual”. Así es, querido lector; no somos solo compradores en un mercado, somos personas con necesidades, deseos y sueños.

Reflexionando sobre la situación

La actual dinámica del mercado inmobiliario en Canarias es un rompecabezas complejo en el que se mezclan la especulación, la economía y la necesidad humana. Los inversores han encontrado un terreno fértil para prosperar gracias a la falta de regulación y a un sistema que parece favorecer a los grandes jugadores sobre las familias comunes. La pregunta es: ¿podemos realmente llamarlo hogar cuando se convierte en una mercancía?

¿Y qué pasa si podemos regular el mercado de alquiler y vacantes? Eso podría ofrecer alivio a tantas personas que sufren en silencio. La población necesita respuestas, soluciones y, sobre todo, una oportunidad para vivir con dignidad. Es una llamada a la acción para los responsables de políticas, otorgan relevancia a la idea de que vivir no puede ser solo un negocio.

El futuro de la vivienda en Canarias

El futuro de la vivienda en Canarias depende de la capacidad de abordar el desequilibrio entre la oferta y la demanda, y de considerar la vivienda no como un lujo, sino como un derecho básico. Los fondos europeos prometen capital, pero necesitamos más que dinero; necesitamos un cambio real en la mentalidad sobre la vivienda y su papel en nuestras vidas.

Queda clara la importancia de crear medidas que regulen las prácticas especuladoras y promuevan un acceso justo a la vivienda. Porque, al final del día, cada uno de nosotros merece un lugar que podamos llamar hogar, sin importar si somos propietarios de una o diez propiedades. Y mientras miramos hacia el futuro, esperemos que la esperanza y la dignidad prevalezcan sobre la especulación y la codicia.

Así que, ¿cuál es el siguiente paso? ¿Continuar como hasta ahora o hacer algo al respecto? Ante esta encrucijada, espero que, como comunidad, podamos encontrar soluciones que beneficien a todos, no solo a quienes tienen el capital para jugar en este amplio casino que es el mercado inmobiliario.

Viviendas dignas para todos, eso es lo que realmente necesitamos. ¿No crees?