En medio de un panorama serían complicado para el sector agrícola, la plataforma Unaspi ha tomado las calles de Aragón con un mensaje claro y contundente: ¡no más burocracia! La más reciente jornada de protestas ha visto a medio millar de agricultores y ganaderos salir en sus tractores, no solo para hacer ruido, sino para exponer su “hartazgo” con las políticas que, a su parecer, amenazan el futuro de sus labores. Pero, ¿realmente se están haciendo escuchar? Acompáñame en esta travesía por el mundo agrícola, donde la maquinaria y el esfuerzo humano se encuentran en una danza de desesperación y lucha.

La motivación detrás de las movilizaciones

Desde que tengo memoria, los campos de Aragón han sido el corazón palpitante de la economía local. Crecí rodeado de relatos de mis abuelos sobre cómo cosechar la tierra no solo es un trabajo, sino una forma de vida. Sin embargo, en los últimos años, he visto cómo los cambios en las políticas tanto europeas como nacionales han comenzado a afectar esta forma de vida de maneras que a veces resultan desoladoras.

La plataforma Unaspi, que incluye a la Asociación de Empresarios de la Agricultura y Ganadería (AEGA), ha convocado una serie de movilizaciones en respuesta a este clima de incertidumbre. Como alguien que ha tenido la suerte de disfrutar de fiestas como la de la cosecha en mi pueblo, puedo imaginar la frustración de aquellos que, en lugar de cosechar su producción, están luchando por conservar su negocio a flote.

Albert Vicente, portavoz de AEGA, dejó en claro que la situación actual es “peor que el año pasado”, cuando se inició lo que muchos llamaron la “Revolución del Campo”. La burocracia y los impuestos ahogan a los pequeños agricultores y ganaderos, que a menudo se encuentran atrapados entre dos fuegos: el deseo de hacer crecer su empresa y la presión constante de cumplir con regulaciones que cambian casi a diario.

La marcha lenta: un símbolo de protesta

Las tractoradas no son solo una versión agrícola de una manifestación estudiantil. Son un símbolo de resistencia y una declaración de que, aunque suene un poco poético, los agricultores no son solo esos “vendedores de lechugas”. Son los guardianes de nuestra alimentación y del ecosistema que a menudo se pasa por alto. Durante estas movilizaciones, que se han replicado en diversas localidades de las tres provincias aragonesas, los manifestantes no solo bloquearon carreteras; ellos eran un emblema de que no se rendirán sin luchar.

“Si fuera por nosotros, ya estaríamos dentro”, se lamentaba Vicente refiriéndose a la lucha por ingresar a Zaragoza. Las fuerzas del orden, como siempre, hicieron su parte, dificultando la entrada y recordando a los agricultores que, aunque la tierra sea su hogar, la ciudad también tiene sus propias reglas. La imagen de un grupo de valientes sosteniendo el curso de sus tractores frente a una barrera policial me hizo recordar una escena de mi infancia en la que, con más optimismo que razón, intenté convencer a mis amigos de que jugar al fútbol era más importante que ir a la clase de matemáticas. Spoiler: no funcionó.

La crisis del campo: el acuerdo con Mercosur

Un tema recurrente en las conversaciones durante estas movilizaciones ha sido el polémico acuerdo con Mercosur. Para muchos en el sector, este acuerdo representa más que una simple transacción comercial; es una amenaza directa que pone en riesgo la sostenibilidad de la agricultura y ganadería local. La combinación de mercancías baratas y la falta de controles adecuados plantea un reto que podría transformar el paisaje del campo español para siempre.

“Incluso si estuviéramos en una película de ciencia ficción, ¡no dejaría de ser una pesadilla!”, exclamaba uno de los organizadores. Se trataba de un sentimiento colectivo: la frustración de que la tierra que con tanto esfuerzo han cultivado y defendido podría ser reemplazada por productos de menor calidad y zona de confort.

Esta sensación se ha apoderado de muchos pequeños productores que ya ven con desconfianza el futuro del sector. ¿Y qué hay de nosotros, los consumidores? En la búsqueda de precios más bajos, ¿estamos dispuestos a sacrificar la calidad y la sostenibilidad de nuestros alimentos?

Más allá de las protestas: el futuro del campo español

Los agricultores y ganaderos de Aragón no se detendrán aquí. La plataforma Unaspi ha hecho un llamado a continuar con estas movilizaciones, a endurecer su lucha en las próximas semanas y meses. Ya lo hemos visto en el pasado; el camino de la resistencia es rizado y lleno de tropiezo, pero la determinación está metida en el ADN de quienes manejan el arado.

Imagina por un momento que los pequeños agricultores deciden hacer resistencia no solo de manera pacífica, sino estratégica. Tal vez organice un festival donde la gente pueda ir a aprender sobre la agricultura sostenible, mientras disfruta de música en vivo y comida local. Tal vez incluso podría haber una área de “trac-toque” donde puedan aprender sobre la tecnología agrícola de una forma lúdica. La idea es levantar la voz de una manera creativa y, al mismo tiempo, disfrutar con su comunidad.

La lucha por el futuro del sector primario no es trivial. Es una batalla por la calidad de vida, por la salud del planeta y, fundamentalmente, por una herencia que se comienza a difuminar. Me gusta pensar que cuando uno planta una semilla, no solo se está sembrando un vegetal, sino también el futuro de la cultura, los valores y la economía de un lugar.

Conclusión: el genuino corazón de Aragón

A medida que se desarrollan las protestas en Aragón, es fundamental recordar la contribución de los agricultores y ganaderos a nuestra sociedad. No se trata simplemente de llenar los estantes del supermercado, sino de preservar una forma de vida rica en tradiciones, historia y, sobre todo, en humanidad. En este sentido, los agricultores son mucho más que proveedores; son hombres y mujeres que dedican sus días a hacer florecer la tierra, que se deslizan en la incertidumbre de cada temporada de crecimiento, esperando que el sol y la lluvia sonrían sobre ellos.

Las movilizaciones de hoy no son solo una queja; son un llamado a la acción, una oportunidad para que todos reflexionemos sobre el papel del campo en nuestras vidas. ¿Estamos dispuestos a escucharles? ¿Estamos preparados para hacer dinero a corta vista o es hora de pensar en nuestro futuro alimentario? La respuesta no sólo impactará a los agricultores, sino que afectará a cada uno de nosotros.

Así que la próxima vez que pidas un tomate para tu ensalada o un cordero para ese asado del domingo, piensa por un momento en el arduo trabajo de aquellos que están al otro lado, en el campo, luchando por preservar su sustento. Recordemos que el futuro de nuestra alimentación no sólo depende de los grandes proveedores, sino también de aquellos pequeños héroes silenciosos que se niegan a rendirse.