La historia del arte está llena de altibajos, así como las biografías de quienes lo crean. Hoy, exploramos un capítulo significativo en esta narrativa que toca tanto al arte como a la memoria histórica de España. En un país donde las cicatrices del pasado aún laten con fuerza, la reciente decisión del Cabildo de Gran Canaria de restituir cinco obras pictóricas al legado de Pedro Rico, un alcalde republicano, resuena de manera especial. ¿Qué significa esta acción para la memoria democrática? Pues bien, acompáñame en este viaje que entrelaza arte, política y una buena dosis de humanidad.
Breve historia de Pedro Rico
Pedro Rico Pérez, un nombre que quizás no resuene tanto como los de otros políticos de su tiempo, desempeñó un papel crucial en la historia de Madrid en los agitados días de 1936. Nacido en Madrid en 1888, Rico fue alcalde de la capital española durante un periodo tumultuoso, un tiempo en que la República se tambaleaba y la sombra de la guerra civil se cernía sobre la nación.
Lo que muchos no saben es que, además de ser un político comprometido, Pedro Rico era un amante del arte y la cultura. Sus obras, que ahora regresan a su familia, fueron requisadas por el gobierno franquista en 1938. Imagínense tener que dejar atrás su hogar, su familia y una parte vital de su identidad representada en esas obras.
La historia detrás de la restitución
El pasado 2023, el Cabildo de Gran Canaria decidió deshacer la injusticia histórica y devolver a la familia de Pedro Rico cinco obras de valor incalculable. Este gesto, sin duda, es un hito en el camino hacia la reparación histórica. Este proceso, complejo y a menudo doloroso, fue, según el propio cabildo, un “deber moral” y un “deber de memoria”. Aquí surge una pregunta interesante: ¿Qué hay de la memoria en nuestras vidas cotidianas?
Personalmente, recuerdo cuando devolví un libro que había robado de la biblioteca de la universidad (no me miren así, era un acto impulsivo y, para ser sinceros, no consideraba que «El Quijote» fuera tan importante como un par de mis apuntes de clase). Pero volviendo al punto… ese acto de devolver algo que no me pertenecía me hizo sentir un gran alivio. Puede que no sea la misma magnitud que la restitución de obras maestras, pero el principio es similar. ¿Por qué sentimos la necesidad de honrar el pasado?
La Ley de Memoria Democrática de 2022
La acción del Cabildo se alinea con los principios de la Ley de Memoria Democrática de 2022, un marco legal que busca enmendar las injusticias del pasado y proteger la memoria de aquellos que sufrieron a causa de la dictadura. Se ha hablado mucho sobre esta ley y, a menudo, resulta difícil comprender su verdadera implicancia.
¿Por qué es importante esta legislación? Porque establece un camino para la restauración de derechos y la devolución de patrimonio que fue despojado durante periodos oscuros. En el caso de las obras de arte de Pedro Rico, esta ley ha validado el hecho de que la familia nunca dejó de ser la legítima propietaria de las obras, lo que convierte este acto de devolución en un acto no solo simbólico, sino profundamente significativo.
La importancia del arte en la memoria colectiva
Las obras que regresan a la familia son mucho más que simples cuadros: son trozos de historia, retazos de memoria que cuentan las historias de un tiempo y de un hombre que, a pesar de las adversidades, nunca dejó de luchar por los ideales en los que creía. Con esto en mente, ¿cuál es el papel del arte en nuestra comprensión colectiva de la historia?
Imagina tener una obra de arte en tus manos. Esa pintura que tanto admiras puede haber sido creada por alguien que vivió tiempos similares a los nuestros, con sus propias luchas y triunfos. Cuando regresan estas obras a su lugar de origen, se restituye no solo un objeto, sino una narración que se había silenciado durante demasiado tiempo.
Los cinco cuadros que serán devueltos son obras de Eugenio Lucas Velázquez y otros artistas destacados de la época. Entre ellos, «Cruz de mayo» y «Toro embistiendo a un grupo» de Velázquez, documentos visuales que ahora pueden ser parte del legado de la familia de Pedro Rico una vez más.
La transición de las obras: de la represión a la restitución
Para entender el viaje de estas obras de arte, es impactante conocer que fueron requisadas durante la Guerra Civil Española. En un periodo en el que la cultura era vista como una amenaza para el régimen, muchas colecciones artísticas se dispersaron y terminaron en colecciones estatales o, en ocasiones, en el olvido.
Una vez que fueron requisadas, estas obras encontraron refugio en diversas instituciones, incluyendo el Museo del Prado y finalmente la Casa de Colón en Gran Canaria. ¿Pueden imaginar la angustia de los herederos? Durante décadas, fueron necesariamente meros depositarios de lo que alguna vez fue propiedad de sus antepasados.
Con el tiempo, la lucha por la restitución ha cobrado fuerza, lo que demuestra que la memoria tiene un poder inquebrantable. Como dice la sabiduría popular, «la historia se repite», pero los actos de justicia pueden ayudar a romper ese ciclo.
Reflexión final: lo que nos enseña esta restitución
Los actos de restitución como este no son simplemente gestos simbólicos; son pasos hacia la curación y la reconciliación. En un mundo donde los conflictos y las divisiones a menudo parecen dominar la narrativa, es imperativo recordar que la memoria colectiva puede ser un puente hacia un futuro mejor.
¿Cómo podemos nosotros, como individuos y sociedad, aportar a la restitución de la memoria en nuestras propias vidas? Tal vez no podamos devolver cuadros robados a sus legítimos dueños, pero podemos, y deberíamos, trabajar activamente para restaurar el respeto y la empatía hacia aquellos que han sufrido.
Cuando miro a mi alrededor, me doy cuenta de que todos cargamos con nuestras propias historias, nuestras propias batallas. La restitución de las obras de Pedro Rico es un recordatorio de que cada uno de nosotros tiene el poder de reconocer, valorar y devolver algo a nuestro entorno, ya sea arte, palabras o incluso una simple sonrisa.
Las obras que regresan son un símbolo de la memoria y un legado duradero. Al final del día, el arte puede ser el hilo que nos une, no solo por lo que representa, sino por lo que nos recuerda: que la historia, aunque a menudo dolorosa, puede ofrecer caminos hacia la esperanza y la redención.
Así que la próxima vez que entres a un museo y observes una obra de arte, recuerda que detrás de cada pincelada hay una historia que vale la pena contar. ¿Seremos nosotros los nuevos custodios de esas historias? Ahí radica la verdadera pregunta.