Este miércoles, 20 de noviembre, la ciudad de León se convertiría de nuevo en el escenario de un evento que, aunque se repite anualmente, nunca deja de generar controversia. Se celebrará una misa en honor al dictador Francisco Franco, a quien muchos españoles prefieren recordar como un personaje que representa un capítulo oscuro de la historia del país. Pero, ¿por qué seguimos permitiendo que estos eventos sucedan? ¿Es la historia realmente enseñada o está siendo manipulada?

Recordando la figura de Franco en tiempos actuales

La misa será oficiada por Jesús Calvo, un sacerdote que se ha hecho un nombre en el ámbito de las comunidades más conservadoras de España. Sus declaraciones son abiertamente polémicas, y su postura sobre el franquismo parece más bien un eco de un pasado que muchos preferirían dejar atrás. Comentarios como “la represión tendría que haber sido mayor” revelan no solo su falta de sensibilidad, sino también el desafío que representa la memoria histórica en un país que aún lucha con sus fantasmas.

Puede que te estés preguntando, «¿realmente hay personas que piensan así?» La respuesta es un rotundo sí. Es alarmante ver cómo algunas figuras, amparándose en la religión, se atreven a defender la ideología de un régimen que causó tanto sufrimiento. ¿Hacia dónde nos lleva esto?

La dualidad del sacerdocio

Por un lado, el papel del sacerdote debería ser el de promover la compasión, el perdón y la unidad. Sin embargo, Calvo parece haber elegido un camino muy distinto. En su discurso, logra mezclar dogmas religiosos con llamados a la violencia y la intolerancia. Esto, sin duda, insulta a aquellos que buscan una interpretación de la religión más alineada con los valores evangélicos. ¿Es realmente el cristianismo una herramienta para dividir o una guía para la paz?

En un mundo que parece cada vez más polarizado, es fundamental recordar que el mensaje de amor y aceptación es el que deberíamos resaltar. La pregunta que surge es: ¿qué tipo de autoridad tiene alguien que pareciera haber olvidado la esencia del mensaje cristiano?

Un llamado a la memoria – o al olvido

Las misas en honor a Franco no solo son un recordatorio de sus crímenes, sino también un símbolo de los sectores de la sociedad que todavía lo veneran. Si el objetivo es promover el olvido, su existencia contradice este propósito. La historia es un objeto frágil que debe ser cuidadosamente manejado. Permitir que eventos como este continúen alimenta la polarización y el odio.

Jesús Calvo no solo se limita a ensalzar la figura de Franco, sino que también ha criticado las posturas más moderadas del Papa Francisco. Sus palabras “A Francisco I le está pasando lo que a los últimos Papas” muestran la desconexión que tiene con el mensaje de unidad que actualmente se intenta promover desde el Vaticano. Aquí es donde las cosas se tornan aún más extrañas: un sacerdote en contra de la compasión y el perdón planteado por la cabeza de su propia iglesia.

La lucha por la memoria histórica

La Ley de Memoria Histórica, aprobada en 2007, busca precisamente saldar cuentas con el pasado de España y promover un diálogo abierto sobre la dictadura. Sin embargo, cada misa a Franco parece desarmar estos esfuerzos. Uno podría llegar a pensar, después de escuchar las exaltaciones de Calvo, que la historia se está escribiendo al revés, y que, por alguna razón, el diálogo no es un objetivo en mente para todos.

Lo curioso es que la historia no se puede reescribir, pero se puede interpretar de diferentes maneras. Calvo y otros ultraconservadores han hecho de la reescritura de los eventos que rodearon a Franco un arte. Pero, ¿cuál es la consecuencia de esto? La desinformación. Así que, mientras los demás luchan por avanzar, hay quienes se resisten a dejar atrás su versión distorsionada del pasado.

La paradoja de la compasión y el odio

En una nación que ha sufrido tanto por la guerra civil y la dictadura, la paradoja es casi irónica. Una misa que debería ser un momento de paz y reflexión se transforma en un escenario de confrontación ideológica. Parece que Calvo encuentra más valor en la polarización que en la unión. Es un dilema que muchos enfrentan en la actualidad: ¿elegir el diálogo o la controversia?

Y aquí es donde entramos en terreno espinoso. ¿Es realmente injusto criticar su insensibilidad? Por supuesto que no. Cada uno de nosotros tiene la responsabilidad de enfrentar la historia y asegurarse de que no se repita. Permitir que individuos con pensamientos radicalizados sigan alzando su voz solo perpetúa la división en la sociedad.

Opiniones divididas y la importancia del respeto

La celebración de estas misas cada año provoca una división instantánea en la comunidad. Para muchos, es un acto de resistencia frente a un pasado doloroso. Para otros, es simplemente una reafirmación de unos valores que deberían ser cuestionados y revisados. Aún así, la nostalgia por el franquismo parece estar ganando terreno, y eso es alarmante.

Hay algo profundo en observar cómo esas actitudes resuenan en la sociedad actual. En la última década, hemos visto surgir nuevas extremidades en el espectro político que abordan respuestas simplistas a problemas complejos. Por lo tanto, en medio de esta revisión cultural, la pregunta que queda es: ¿realmente hemos aprendido algo de nuestra historia?

Reflexiones personales sobre el tema

Como sociedad, necesitamos recordar que la historia no se trata solo de nombres y fechas. Es la materia de nuestro tejido social y nuestras identidades. En lo personal, pienso en cómo los relatos de nuestros abuelos sobre la guerra civil son ahora formas de recordatorio sobre la gravedad de la intolerancia. He escuchado anécdotas desgarradoras acerca de familias separadas por ideologías políticas, y sigo preguntándome: ¿cómo se llegó a ese punto?

Cuando escucho a Calvo hablar, a menudo me acuerdo de una lección que aprendí en la escuela: la importancia de escuchar antes de hablar y, sobre todo, de ser compasivo. Imagínate un mundo en el que todos pudiésemos dialogar sin miedo a ser atacados; ideales que a veces parecen lejanos, ¿verdad?

Conclusiones y un llamado al respeto

Entonces, ¿qué debemos hacer ante la misa de este año en León? Como oyentes, consumidores de información y ciudadanos, es nuestra responsabilidad levantar la voz y cuestionar las voces de la intolerancia. Es fundamental abordar estas situaciones con un enfoque de respeto y empatía, aunque hagamos eco de la confrontación.

La vida es demasiado corta para permitir que discursos de odio y rencor se apoderen de nuestras comunidades. Tal vez la contestación más poderosa que podamos ofrecer es modelos de comportamiento que propongan el diálogo, el entendimiento y la paz. Después de todo, como dice el refrán: “quien no conoce su historia está condenado a repetirla.”

En resumen, el debate acerca de la memoria histórica sigue vivo, y aunque la misa a Francisco Franco en León marca un evento que podría considerarse un grito de irracionalidad, la verdad es que todos podemos aprender y crecer de estos intercambios. La memoria histórica no es un simple relato del pasado, sino un llamado a construir un futuro más justo y tolerante. ¿Y tú, qué piensas sobre la legitimidad de estas ceremonias en un mundo que anhela paz y unidad?