La reciente crisis generada por la presa de Forata ha puesto a la Generalitat Valenciana y al Gobierno central en el punto de mira. Entre acusaciones, contradicciones y una peligrosa falta de comunicación, la situación es un claro recordatorio de lo vital que resulta la respuesta rápida y efectiva en situaciones de emergencia. Pero, ¿cómo es posible que, en un momento en que las vidas de hasta 80,000 personas estaban en peligro, el mecanismo de alerta funcionara con tanta lentitud?

El trasfondo del conflicto: lo que ocurrió el día de la DANA

Seguro que muchos de ustedes, al igual que yo, recuerdan el día de la DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) como uno de esos días en que, por un lado, el clima nos recuerda su poderoso dominio, y por otro, los sistema de emergencias se ven poniendo a prueba. Fue el 29 de octubre, un día que parecía empezar como cualquiera en Valencia, y de repente se convirtió en una pesadilla meteorológica.

Mientras el agua parecía querer desbordarse por todos lados, el presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, clamaba al cielo (o más bien, a las redes sociales) sobre la falta de acción del Gobierno central. Cuando el tiempo es esencial, las batallas se ganan o se pierden en las redes sociales.

La crítica de Mazón: ¿Acción o inacción?

Mazón no se mordió la lengua cuando expresó su desconcierto en X (anteriormente conocida como Twitter). Según declaró, el Ministerio para la Transición Ecológica estaba al tanto del riesgo de ruptura de la presa desde las 17:30 horas. Así que, ¿por qué no se tomó acción de inmediato? «¡Espera un momento! ¿Qué pasa con la lógica aquí?», me cuestioné mientras leía su mensaje. Él argumentó que el CECOPI, en el que el gobierno estaba representado, no se pronunció durante varias horas, permitiendo así que la amenaza se intensificara.

¿A cuántos de nosotros nos ha pasado eso de mirar el reloj y sentir que el tiempo se nos escapa? A muchos, estoy seguro. La paciencia es una virtud, pero no siempre es la mejor estrategia en situaciones críticas.

La respuesta confusa de la Aemet y el Miteco

A medida que el entorno se intensificaba, la Aemet (Agencia Estatal de Meteorología) y el Miteco se encontraron en una encrucijada, como si se tratara de una película de suspense en la que nadie parece saber exactamente cómo actuar. Las versiones de los hechos comenzaron a divergir, lo que complicó aún más la situación.

Según el Miteco, las alertas hidrológicas ya estaban en marcha antes de que el sistema Es-Alert activara los mensajes en los móviles de la población. Mientras tanto, Mazón afirmaba que, dado el nivel de riesgo, no tomaron medidas y el tiempo siguió evaporándose. En el cine, son esos giros de trama los que nos mantienen pegados a la pantalla, pero en la vida real, queremos respuestas claras y CEO’s seguros, no giros confusos y dilaciones esporádicas.

La importancia del sentido de urgencia

Cuando pasamos por experiencias extremas como una inundación o el riesgo de una catástrofe, el sentido de urgencia es crucial. Como lección personal, una vez me vi involucrado en una tormenta en la costa. No era nada fuera de lo común, pero al ver a las olas romper con un ímpetu aterrador, comprendí que la calma a veces puede ser engañosa. Esa adrenalina nos recuerda que lo inmediato debe ser atendido de inmediato. Pero ¿por qué no todos tienen esa misma percepción del tiempo?

La doble narrativa: ¿Maldad o incompetencia?

Así que, al final, la pregunta que queda es: ¿fue realmente una falta de acción deliberada o simplemente una serie de errores e incompetencias? Mazón plantea dos opciones en su análisis: o bien el problema es que el Miteco está dispuesto a poner en riesgo vidas humanas con argumentaciones engañosas, o bien sabían que el riesgo existía sin hacer nada al respecto.

A veces, los errores pueden ser más comprensibles. Quizás es un tema de gestión o una cadena de toma de decisiones que no se acomoda al ritmo vertiginoso de una crisis. A todos nos ha pasado: estás organizando una fiesta y eliges la música adecuada, pero te das cuenta de que tu amiga la más directa tiene un gusto peculiar (es decir, que no tiene ningún gusto), y de repente, la fiesta se convierte en una broma. En este caso, lo que está en juego es la vida de personas, no unas horas de diversión.

¿Qué podemos aprender de esta crisis?

En medio de toda esta controversia, creo que hay lecciones valiosas que podemos extraer para nuestra vida cotidiana, así como para la gestión de emergencias. Aquí van algunas reflexiones:

1. Comunicación clara es clave

Imagina que estás en una relación y tu pareja no te dice de inmediato qué quiere para cenar. Lo que podría ser un asunto trivial en la vida diaria, en situaciones de emergencia puede tener consecuencias catastróficas. Una comunicación efectiva podría haber salvado vidas y tranquilizado a la población. Nos dice que, ya sea en el ámbito personal o profesional, la comunicación clara y oportuna es esencial.

2. La importancia de la preparación

Los planes de emergencia son como las tareas del hogar: siempre pensamos que lo haremos mañana. Pero cuando llega el momento, y te das cuenta de que no tienes un plan, entramos en pánico. La preparación es crucial, tanto en el hogar como a nivel gubernamental. La capacidad de respuesta debe ser automática, incluso en medio del caos.

3. Responsabilidad compartida

En el centro de esta circunstancia está el desafío de la responsabilidad. La gestión de emergencias no pertenece solo a un grupo o a un individuo. Todos deben estar en la misma sintonía, desde las autoridades hasta la comunidad. Así es como se construye una red de resistencia ante situaciones inesperadas.

¿Y ahora qué?

La comunidad está expectante tras la crisis de la presa de Forata. El evento nos ha dejado con importantes cuestiones sobre la eficacia de nuestros sistemas de alerta y respuesta. Se ha generado una presión adicional sobre el gobierno local y nacional para garantizar que estas situaciones no vuelvan a repetirse y que no tengamos que ver a nuestros funcionarios criticarse entre ellos en lugar de actuar.

Las elecciones se aproximan y, sin duda, este será un tema candente para los votantes. La capacidad de respuesta de un gobierno debe ser parte de la ecuación que usen los ciudadanos.

Así que la próxima vez que escuches sobre un desastre natural, no solo pienses en lo que podríamos perder, sino también en lo que podemos aprender. Tal vez nuestra valentía radique en preparar y estar listos para actuar cuando el cielo se oscurezca. ¿No está bien tener la esperanza de que el cambio es posible? ¿No deberíamos ser el tipo de personas que se preparan para la tormenta en lugar de esperar que sea ella quien nos sorprenda?

Recuerda, el tiempo es oro, especialmente cuando la vida de alguien está de por medio. La comunicación, la preparación y la responsabilidad compartida son el camino a seguir.

¡Y ahí lo tienen! Una crisis meteorológica que se convierte en un recordatorio de que, en tiempos de catástrofe, hay mucho más en juego que simplemente un poco de lluvia.