La historia de Siria es un verdadero laberinto de conflictos, tiranías, y esperanzas desvanecidas. Nos aventuramos a explorar el reciente colapso del régimen baazista, el ascenso de Hayat Tahrir al-Sham (HTS) y su líder, Abu Mohammed al-Jolani, y cómo este nuevo capítulo podría estar más alineado con los mismos viejos problemas. Acompáñame en este viaje por el sórdido mundo de la política siria, donde la lucha por el poder se parece a una película de acción de Hollywood, pero con menos efectos especiales y mucho más drama humano.
Un final o un nuevo principio: el colapso del régimen baazista
Desde que el dictador Hafez al-Assad consolidó su poder en 1963, Siria ha estado atrapada en un torbellino de represión y violencia. Su hijo, Bashar al-Assad, dio la impresión de ser una figura más «moderna» al asumir el cargo en 2000. ¿Recuerdas esos días en los que la gente lo veía como «el hombre que podría cambiarlo todo»? Spoiler: no fue así. Su régimen resultó ser un calco del anterior, un fénix que nunca despertó de su letargo dictatorial.
Ahora, el hecho de que el régimen baazista haya comenzado a desmoronarse es motivo de celebración para muchos sirios. Pero antes de empezar a organizar una fiesta con confeti y globos, hay algo que debemos considerar: la caída de un tirano no siempre trae consigo la paz. Miren hacia Irak o Libia y verán que la historia tiende a repetirse, y no en la versión de La renovación.
¿Quién es realmente Abu Mohammed al-Jolani?
Si el nombre de Abu Mohammed al-Jolani no te suena familiar, no pasa nada. Este tipo no es precisamente el protagonista de una comedia romántica. Su vida está más cercana a un thriller de acción. Nació en Jordania y tuvo su primer contacto con la violencia en Irak bajo las órdenes de Abu Musab al-Zarqawi, un ícono del yihadismo que, al igual que al-Jolani, también disfrutaba de hacer que la gente se sintiera incómoda en su propia piel.
Al regresar a Siria en 2011, al-Jolani fundó Jabhat al-Nusra, que rápidamente se convirtió en una de las facciones más temidas y eficaces del conflicto. La oposición al régimen de Assad fue tenaz, pero su historia no está libre de manchas: una disputa con Abu Bakar al-Baghdadi llevó a un cisma que resultó en años de guerra interna entre facciones. Esto es lo que podríamos llamar una típica «pelea de familia».
Un nuevo jugador en la partida
La verdadera jugada maestra de al-Jolani fue desvincular Jabhat al-Nusra de Al Qaida en 2016 y formó Hayat Tahrir al-Sham (HTS). Aquí es donde las cosas se ponen interesantes. Al redefinir su imagen y tratar de tomar un enfoque más moderado, la estrategia de HTS parece diseñada para atraer a las masas y ganar legitimidad en el complicado panorama sirio. Al igual que cuando intentas convencer a tu madre de que un gato con un moño es completamente diferente a un tigre (aunque tu gato raye un poco en lo salvaje).
Desde que HTS tomó control de áreas clave en el noroeste de Siria, han establecido lo que llaman un «gobierno de salvación». Pero, espera un momento… ¿realmente podemos confiar en que estos nuevos jugadores en el campo se comporten mejor que sus predecesores? Ahí es donde la historia se vuelve más compleja, y uno no puede evitar sentir una punzada de escepticismo.
Una promesa de seguridad o un camuflaje astuto
Al día siguiente de hacerse con el control de Damasco, al-Jolani no tardó en aparecer en una multitud aclamando una nueva era de paz y estabilidad. Se dirigió a comunidades diversas, prometiendo seguridad y respeto a todas las etnias y creencias. Pero, ¿realmente crees que un lobo vestido de cordero va a dejar de cazar? No quiero ser pesimista, pero aquí entre nos, esas promesas huelen a más de lo mismo.
Las sombras detrás de las promesas
Múltiples informes de organizaciones como el Observatorio Sirio de Derechos Humanos o Human Rights Watch han documentado las violaciones de derechos humanos perpetradas por HTS. Las ejecuciones extrajudiciales, torturas y la imposición de la sharía son solo algunas de sus «contribuciones» a la historia reciente de Siria.
Este nuevo grupo ha anunciado a los cuatro vientos su interés por un «nuevo orden» que respete a todos; sin embargo, las realidades sobre el terreno cuentan otra historia. La discriminación, las conversiones forzadas y el reclutamiento de niños soldados son algunas de las tristezas que adornan la narrativa de un «gobierno» que se presenta como disidente.
¿Es un lobo con piel de cordero?
Al-Jolani podría ser el protagonista de una novela, pero la realidad es que su afán de poder podría resultar en una mayor fragmentación y, quizás, una Siria aún más inestable. La estrategia «yihad política» que ha adoptado se asemeja a una suerte de juego de ajedrez, donde cada movimiento está cuidadosamente calculado para ganar tiempo y apoyos sin desvelar las verdaderas intenciones. ¿Es el líder de HTS realmente un cambio para mejor, o solo un nuevo actor en el viejo teatro del poder en Siria?
¿Hacia una nueva fragmentación?
La cruda realidad es clara: Siria ha sido un tablero de ajedrez donde todas las partes (locales e internacionales) han tenido sus propias piezas en juego. La caída del régimen baazista no marca necesariamente un nuevo amanecer, sino que podría acentuar la fragmentación existente, llevándonos a un escenario similar al de Libia: múltiples facciones enfrentadas, sin un final a la vista.
Miradas al futuro
Los sirios se encuentran en una encrucijada, enfrentando la posibilidad de un régimen teocrático al estilo de los talibanes. La realidad de sus vidas cotidianas probablemente no cambiará pronto, incluso si el manto de la tiranía se ha desgastado. La situación sigue siendo volátil, y la fragilidad del nuevo orden se siente en el aire. ¿Es correcto pensar que un grupo como HTS podría realmente traer gobernanza y estabilidad cuando su historial es tan turbio?
La creación de servicios básicos, la distribución de alimentos, y otros «gestos de buena voluntad» son manzanas envenenadas disfrazadas de caridad. Se siente como si cada intento de al-Jolani por establecer una nueva narrativa del “buen yihadista” es sólo una forma de generar más confusión y desesperanza en un pueblo que ha tenido suficiente de ambas.
Reflexiones finales
La historia de Siria no es solo la historia de un país, sino la historia de un pueblo que ha sufrido, resistido, y seguido adelante a pesar de los golpes de la vida. El camino por delante sigue siendo incierto, y nuestra empatía hacia las comunidades sirias que enfrentan este tumultuoso paisaje es más crucial que nunca.
En un mundo donde la información es desbordante y a menudo confusa, y donde los viejos poderes siguen en pie aunque caigan una y otra vez, quizás la lección más importante sea la siguiente: cambiar de rostro no siempre implica un cambio genuino. Recordemos esto mientras observamos y analizamos el futuro de Siria, y tratemos de no perder la esperanza, aunque esa esperanza parezca cada vez más tenue.
Así que, ¿quién sabe? Tal vez, solo tal vez, este angosto camino hacia un nuevo horizonte sirio traiga consigo algo de luz, pero por ahora, hay mucho escepticismo que navegar. ¿Nos atrevemos a confiar en que el cambio verdadero está a la vuelta de la esquina, o estamos condenados a repetir la historia? ¿Qué opinas tú?