La generación digital ha sido objeto de debate en los últimos años. ¿Son realmente una generación de cristal, como algunos los han llamado? La respuesta, según el neuropsicólogo Fernando Alberca, es que, lejos de ser frágiles, son una generación de hierro que simplemente necesita el apoyo adecuado para descubrir su verdadero potencial. En este artículo, exploraremos cómo los jóvenes de hoy tienen más facilidad para obtener información y alcanzar sus objetivos, pero, irónicamente, a menudo se encuentran luchando contra la pereza. ¡Sí, pereza! Esa amiga invisble que a todos nos acompaña, especialmente en la era del click.

La comodidad en la era digital

Si echas un vistazo a cómo vivimos hoy, es fácil entender la situación: desde la llegada de internet, nuestras vidas han cambiado radicalmente. Con un simple clic, puedes hacer casi cualquier cosa: comprar, aprender, entretenerte y, por supuesto, procrastinar. A mí me gustaría pensar que soy un experto del procrastinar; tengo un vasto conocimiento sobre cómo posponer tareas inminentes. Recuerdo una vez, mientras debía terminar un proyecto importante, terminé viendo videos de gatos en YouTube (donde, por cierto, encontré más de uno que merecía el Óscar).

Los jóvenes de hoy han crecido en un entorno donde la información está a solo un clic de distancia. Recuerda la época en que teníamos que ir a la biblioteca y buscar entre miles de libros como si estuviéramos en una búsqueda del tesoro. Bueno, ahora, la búsqueda del tesoro es en Google, y la mayoría de las veces, lo que encontramos es la respuesta que queríamos sin sudar una gota. Este acceso instantáneo a la información podría hacer que uno piense que el esfuerzo ya no es necesario, pero aquí es donde entramos en la trampa de la comodidad.

Los efectos de la sobreprotección

Pero la comodidad no es solo culpa de la tecnología. Muchos pueden argumentar que es resultado de la sobreprotección parental. Tal vez eres uno de esos padres que, sin quererlo, ha llevado la mochila de su hijo hasta el aula. Lo hemos hecho todos. La intención es buena, claro; queremos proteger a nuestros hijos de la frustración y el sufrimiento. Pero, en realidad, lo que estamos haciendo es limitar su capacidad para enfrentar retos.

¿No sería mejor dejar que, de vez en cuando, se enfrentaran a un pequeño desafío? Quizás olvidar la mochila un día y tener que pedir ayuda. Pues bien, como bien menciona Alberca, al evitar que nuestros hijos experimenten dificultades, estamos preparándolos para un futuro donde, inevitablemente, se encontrarán con obstáculos. La clave aquí es no solo proteger, sino también enseñarles a navegar esos obstáculos.

La paradoja del esfuerzo

La realidad, como discernimos de estudios recientes, es que el ser humano está diseñado para el esfuerzo y la superación. La próxima vez que sientas que tu hijo vive en su zona de confort, piensa en lo que significa realmente esa comodidad.

Alberca dice que los adolescentes “quieren hacer un montón de cosas, pero no les apetece esforzarse.” Esto me hace recordar a mis días de universidad, cuando todos los proyectos parecían gravitar hacia la fecha límite y yo solo quería un café y una manta. La emoción de la última hora es algo que, quizás, he llevado en la sangre desde siempre. ¿Pero eso me llevó a aprender? ¡Claro que sí!

Entonces, ¿cómo podemos motivar a nuestros jóvenes a esforzarse?

La charla que todos necesitamos

El primer paso es hablar con ellos. Conversaciones sinceras, calmadas y, a veces, difíciles. Alberca sugiere que liberemos a nuestros hijos de la «trampa de la autosuficiencia». Esto significa darles espacio para que enfrenten sus propios problemas, pero también ofrecerles el apoyo y la motivación necesarios para que puedan hacerlo.

Recuerdo una vez en que tenía que tomar una decisión importante y, en lugar de hacerlo yo, mi mentor me preguntó: “¿Y tú qué quieres hacer?” En ese instante, me sentí un poco perdido, pero al final, aprendí a tomar decisiones. Tal vez hablar con nuestros hijos debería empezar con preguntas como: «¿Qué deseas lograr?» en lugar de dictarles qué hacer.

Los jóvenes necesitan comprender que cuanto más se esfuerzan por alcanzar sus objetivos, mayor satisfacción obtendrán. Es casi como cuando intentas hacer una dieta (sí, ese clásico, siempre en nuestras vidas). Cuando finalmente comes sano y notas un cambio, esa sensación de logro es impagable.

Celebrando el esfuerzo, no solo los resultados

Un punto clave que destaca Alberca es la necesidad de celebrar el esfuerzo más que el resultado. Esto es vital, sobre todo cuando se habla de estudios y calificaciones. Si tu hijo se esfuerza en una materia y, digamos, no obtiene la nota que esperaba, es esencial reconocer su dedicación. Celebra el hecho de que estudió y se esforzó, no solo el número en la hoja. Es un refuerzo positivo que les enseñará que el esfuerzo vale la pena, independientemente del resultado.

Esta perspectiva a menudo se pierde en un mundo que valora más los resultados que el proceso. En mis propias experiencias, he aprendido que cada fracaso es simplemente una lección disfrazada, como cuando compré un kit de jardinería y no se me dio nada bien. Aprendí más de mis fallos que de cualquier libro.

Entrenando la fuerza de voluntad

Lo más alentador es que la fuerza de voluntad se puede enseñar. Así es, fácilmente, como aprender a montar en bicicleta—solo que esta vez no hay caídas (esperamos). Desde la niñez hasta la adolescencia, se puede trabajar en esto, y los resultados solo mejoran con el tiempo.

Si miramos a los jóvenes que han tenido una experiencia de fracaso o decepción, veremos que, incluso si inicialmente se sienten mal, pronto aprenderán a bracear contra el viento. Como un entrenador personal de la vida, los padres pueden tener un impacto enorme en la formación de esta fuerza interna.

La importancia de la frustración

A la hora de esforzarse, la frustración juega un papel crítico. Alberca enfatiza que muchos jóvenes creen que la felicidad se basa en evitar el sufrimiento. Pero, la verdad, es que el mayor sufrimiento surge de no cumplir con los objetivos que uno se ha propuesto. Así que, la próxima vez que tu hijo se sienta frustrado porque no logra lo que quiere en un tiempo récord, recuerda que ese sentimiento es una señal de crecimiento. Y, aunque suene cliché, el dolor es parte del proceso.

Conclusión: el camino hacia la libertad

En resumen, estamos ante un panorama que, aunque hable de esfuerzo, no quiere ser un tirano; más bien, se trata de encontrar un balance. La libertad personal y la satisfacción que se obtienen a través del esfuerzo son incomparables. No estamos diciendo que los jóvenes deban pasar el día luchando contra muros, pero sí que es vital para su crecimiento desarrollar esas habilidades que les ayudarán a enfrentar la vida.

Como padres, amigos o mentores, debemos ayudar a liberar a nuestros hijos de la trampa de la comodidad, brindándoles las herramientas necesarias para que naveguen su mundo con confianza. Al final del día, todos queremos verlos felices y realizados, y eso solo se logra enfrentando desafíos, un paso a la vez.

Así que, la próxima vez que sientas que tus seres queridos están cómodos en su sofá, recuerda que, a veces, se necesita un poco de desconexión de la comodidad para descubrir la verdadera alegría de esforzarse y crear. Porque, sinceramente, ¿quién no ha pensado que un poco de esfuerzo puede ser el mejor antídoto contra la insatisfacción?