La verdad, cuando pienso en las palabras “tasa de residuos”, la emoción no me embriaga. Personalmente, considero que esos temas son tan emocionantes como ver secar la pintura en una pared o, peor aún, como ver anuncios de productos de limpieza en la televisión. Pero aquí estamos, porque hay que hablar de algo que afectará a todos los madrileños y, seamos sinceros, a nadie le gusta hablar de impuestos.
Desde hace dos años ya, la sombra de esta nueva tasa de residuos ha estado planeando sobre nuestras cabezas como un mal chiste. Y, recientemente, el alcalde José Luis Martínez-Almeida y la delegada de Hacienda, Engracia Hidalgo, han presentado la tramitación de las ordenanzas fiscales para 2025. ¿Y qué incluye esto? Sí, adivinaron: el famoso canon que el Gobierno central, encabezado por Pedro Sánchez, ha decidido implementar. 141 euros es el costo medio que cada contribuyente deberá padecer. ¿Quién tiene una entrada para este espectáculo?
¿Por qué esta tasa ha generado tanto revuelo?
Para aquellos que todavía están aquí y no se han marchado a buscar un café, déjenme explicarles un poco sobre lo que está pasando. La tasa de residuos es una ley impuesta, con recomendación de la Unión Europea, que busca cubrir el importe total del gasto en la recogida y gestión de residuos. Seamos honestos: ¿cuántas veces pensamos en la gestión de la basura hasta que llega el día de la recogida? La verdad es que creamos una montaña de desechos, y luego hacemos como si no pasara nada.
¿El Ayuntamiento de Madrid provoco un giro de timón en su discurso? Claro que sí. La oposición a este impuesto, más que evidente por parte del alcalde, se escucha en las calles: «¡Es un sanchazo, un tasazo, un sablazo!» Pero, ¿realmente entienden el fondo del asunto o solo es marketing político?
El proceso detrás de la implementación
Imaginen a un grupo de 50 técnicos sentados alrededor de una mesa, tal vez con cafés fríos y mirando gráficas de residuos. Este es el escenario real detrás de esta medida. Durante los últimos meses, se han llevado a cabo reuniones con varias ciudades como Zaragoza, Málaga y Valladolid, así como con municipios de la Comunidad de Madrid. Pero, ahí está la clave: han decidido basar este nuevo impuesto en el valor catastral de las viviendas en lugar de en lo que realmente se produce en cada hogar. ¿No suena esto un poco como poner la carreta delante de los bueyes?
¿Y qué pasa con los que no generan residuos? ¡Tranquilos! Queda claro que los garajes, trasteros, solares y edificios en ruinas están exentos. ¡Vaya! Quizás debamos considerar mudarnos a un trastero.
¿Y quién se verá afectado?
Aproximadamente 1,7 millones de inmuebles estarán sometidos a este nuevo canon. ¿Te imaginas lo que eso significa? ¡Es como si todos en Madrid se pusieran en fila para pagar un impuesto que no pidieron!
Además, aquellos que tengan viviendas vacías o locales sin actividad solo pagarán la parte proporcional de la tarifa básica por los servicios de residuos. Pero, aquí hay un giro: tendrán que acreditar esta situación anualmente. Imaginen la escena: «¡Hola, soy yo! Solo quiero demostrar que mi casa está vacía y, por lo tanto, no produce basura.» ¿Quién quiere ser el protagonista de esta obra digna de un drama?
¿Cuál es la fórmula detrás de la recaudación?
El cálculo es sorprendentemente complicado. El 81% del recibo estará compuesto por el valor catastral, mientras que el 19% restante dependerá de la basura que realmente se genere en el barrio. Pero, como bien dice un amigo mío, «uno nunca sabe lo que va a salir de la bolsa». Para determinar cuánto se generó en cada barrio, el Ayuntamiento ha realizado un estudio exhaustivo sobre los kilos de residuos. Sin embargo, la información no fue publicada. Seamos sinceros, eso es convertirse en el chef que no revela su receta secreta. Preguntamos: ¿de verdad querían que quienes generamos basura supiéramos de cuánto estamos hablando?
¿Una forma de compensar el impacto?
El Ejecutivo ha decidido hacer una jugada maestra para que el impacto en el bolsillo no duela tanto. Reducirán por quinta vez el Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI). Pasará del 0.442% al 0.428%. No diré que estamos hablando de un alivio fiscal monumental, pero, ¡hey!, un centavo cuenta, ¿no? Entonces, esta es la manera de envolver el “sanchazo” en papel brillante y confeti. ¿Cuánto de este confeti realmente llega a nuestros bolsillos? Quién sabe.
El fraccionamiento será otra opción de alivio: a partir de 2026, los contribuyentes podrán pagarlo en partes, al igual que el IBI. Pero a partir de 2025, el pago será único. Un único pago que mucha gente puede no ver venir. “¿Qué, me olvidé de ese impuesto de la basura?”, se preguntarán.
La batalla política detrás de la tasa
La parte más jugosa se encuentra en la narrativa política, de la que siempre estamos en busca. Almeida se muestra visiblemente preocupado por la tasa y se desliza entre la oposición y la aceptación de un impuesto que, en el fondo, parece que le han impuesto a él. «Desgraciadamente, tenemos que aprobar el sanchazo. Estamos en contra, pero una ley estatal impuesta por Pedro Sánchez nos obliga”. Sin embargo, le pregunto: ¿Es realmente triste aceptar leyes que no se pueden cambiar o es simplemente parte del juego?
No me malinterpreten, la política no es un asunto fácil. De hecho, a veces me pregunto si debería tomar lo que a los políticos les parece un mal negocio por mi cuenta o simplemente cortar por lo sano y mudarme a un sitio donde el último ladrido de un perro sea más preocupante que llenar un papel para el Ayuntamiento.
El futuro de la gestión de residuos y nuestras contribuciones
La tasa de residuos es un recordatorio de que, alguna vez, debemos enfrentar la realidad de la gran cantidad de desechos que generamos. Sin embargo, en lugar de ver esto como un castigo, ¿no sería mejor enfocarnos en cómo mejorar nuestros hábitos?
El cambio climático, con un puño firme sobre nuestros futuros, exige que seamos más responsables con nuestro entorno. La Unión Europea está poniendo presión sobre todos nosotros. En vez de quejarnos de la nueva tasa, tal vez deberíamos cuestionarnos: ¿Cómo podemos hacer nuestro hogar más sostenible? ¿Servirá esta tasa como un llamado a la acción para que todos adoptemos actitudes más responsables en la gestión de residuos?
En conclusión, la nueva tasa de residuos en Madrid genera más preguntas que respuestas. Es un paso hacia adelante en la gestión de nuestra basura, aunque cargado de confusiones políticas y cálculos complicados. Ah, la vida en la gran ciudad. ¿Qué será lo próximo? ¿Un impuesto por el aire que respiramos? ¿O una tasa por la cantidad de memes que compartimos en línea? Solo tiempo lo dirá.
A próxima vez que levantes la vista y veas el camión de basura pasar, recuerda: detrás de cada bolsa de basura hay una historia, y la nuestra acaba de comenzar. ¡Bienvenidos a la era del “sanchazo” en Madrid!