Siempre he creído que hay series de televisión que son como relaciones. Algunas son emocionantes y fáciles al principio, te atrapan con su encanto y un guion ligero. Otras, como por ejemplo ‘Los años nuevos’, se presentan como un buen vino: requieren tiempo, atención y, a veces, un poco de esfuerzo para ser verdaderamente apreciadas. ¿No es así? Tomar un sorbo, dejar que las notas de sabor se desplieguen en tu paladar, y luego hacer esa mueca que dice «vaya, esto tiene más profundidad de lo que parece».

¿Qué es ‘Los años nuevos’?

Creada por Sara Cano, Paula Fabra y Rodrigo Sorogoyen, con la colaboración de otros talentos como Marina Rodríguez Colás y Antonio Rojano, esta serie de Movistar+ es un viaje intrigante a través de la vida de Ana (interpretada por Iria del Río) y Óscar (interpretado por Francesco Carril). ¿La premisa? Un vistazo a sus vidas, concentrado en las fiestas de fin de año, a lo largo de una década, desde 2014 hasta 2024.

Imagínate que tu vida se puede contar en diez capítulos, pero cada uno corresponde a solo un día específico de cada año. Cada capítulo, una despedida borrosa de lo que fue y un saludo tímido a lo que vendrá. Si te suena complicado, no estás solo. ‘Los años nuevos’ es, sin lugar a dudas, una serie que nos ofrece un formato narrativo poco común, una especie de rompecabezas emocional que solo puede armarse con la participación activa del espectador.

La magia de las pequeñas cosas

La vida de los protagonistas se desarrolla entre las despedidas y los nuevos comienzos, enfrentando desafíos y celebraciones que, aunque se concentran en simples noches, se sienten tan profundas como una conversación a la luz de las velas luego de una cena romántica. En cierto modo, nos recuerda a esas charlas sinceras con amigos en las que, a veces, lo más liviano se convierte en lo más profundo. ¿No tienes un amigo con el que compartes esos momentos de introspección en una noche cualquiera? Así, las escenas en ‘Los años nuevos’ se convierten en ese eco de nuestras propias vidas, reflejando las subidas y bajadas de una década entera en solo unos días.

Un guion que desafía las expectativas

El guion de ‘Los años nuevos’ es un viaje en sí mismo. A lo largo de los episodios, nos encontramos inmersos en las complejidades de las relaciones humanas. La serie tose con la frialdad de lo que a menudo se conoce como una «comedia romántica» (¡vaya! me he reído varias veces), pero en este caso, el carisma de los personajes y el guion profundo nos alejan de clichés desgastados. ¿Cuántas veces hemos visto la misma historia de amor contada con los mismos giros predecibles? Aquí, en cambio, te enfrentas a personajes en evolución, a la lucha por encontrar el equilibrio entre la vida amorosa y la individualidad.

Más que una simple historia de amor

A través de los años, Ana y Óscar viven demasiado pero no suficiente, como si la vida en sí estuviera intentando transmitirnos que, a veces, los momentos simples son los que realmente cuentan. Esto me recuerda a mis propios encuentros con amigos durante las fiestas de fin de año. Una copa, una risa, y voilà, un recuerdo que perdurará. La serie captura esa esencia camaleónica de las relaciones, donde uno puede ser todo y nada al mismo tiempo.

Mientras veía ‘Los años nuevos’, no pude evitar sentir que estaba espiando a través de la ventana de la vida de alguien más. En esos momentos de reflexión, me encontré imaginando mis propias experiencias. ¿Cuántas veces he mirado hacia atrás en un año y me he preguntado qué ha cambiado? ¿Y cuántas veces esos cambios han sido positivos? Las respuestas son agridulces y, de alguna manera, universales.

El peso del tiempo

Pasar del 2014 al 2024, saltando de año en año, no solo refleja un ejercicio narrativo. ‘Los años nuevos’ respira vida y valor en esos saltos temporales. Un minuto dentro del universo de la serie te recuerda lo efímero del tiempo. Muchos de nosotros nos encontramos atrapados en la rutina, y, al igual que Ana y Óscar, no siempre somos conscientes de cómo están evolucionando nuestras vidas hasta que un día miramos hacia atrás y decimos «vaya, ¡ya han pasado diez años!».

A lo largo de estos pasajes temporales, los personajes se enfrentan a muchos desafíos, desde las relaciones que se esfuman hasta las incomodidades de crecer y madurar. La serie presenta cotidianeidades que a menudo silenciamos: las discusiones que terminan en lágrimas, esos minutos incómodos antes de un primer beso, y las reconexiones tensas que siguen años de separación. En esencia, es un tributo a lo que significa vivir y dejar ir, recordándonos que todos compartimos experiencias similares, aunque cada relato sea único.

Las actuaciones que brillan con fuerza

No se puede hablar de ‘Los años nuevos’ sin rendir homenaje a las actuaciones de Iria del Río y Francesco Carril. La química que comparten no solo se nota en pantalla; es casi palpable. Cada mirada, cada parpadeo, y esos silencios incómodos cargan con más significado de lo que uno podría imaginar. El peso de sus personajes es tal que, incluso en un entorno abarrotado de talentosos actores como Pablo Gómez-Pando y Ana Labordeta, uno no puede evitar sentirse inmerso en su historia.

La habilidad de estos actores para capturar la esencia de la vulnerabilidad humana es, sin duda, un aspecto crucial de la serie. ¿Cuándo fue la última vez que algo resonó tanto contigo que te sentiste comprendido? Su cercanía emocional nos ofrece un espejo donde reflejarnos.

La dualidad de lo sencillo y lo complejo

‘Los años nuevos’ puede parecer una serie sencilla, pero es, de hecho, una inyección de complejidad emocional. En cada fiesta de fin de año, vemos no solo luces brillantes y risas, sino también los dilemas internos de los personajes y la lucha por entenderse a sí mismos. Es un recordatorio de que no somos solo lo que aparentamos ser en las fiestas, y ¿acaso no es así en la vida real? Hay más capas a cada persona, y esta serie invita a los espectadores a rasgar esa superficie.

Una serie que pide al público atención y esfuerzo no es algo común, y eso es lo que hace que ‘Los años nuevos’ se sienta tan refrescante. Requiere inversión, tanto emocional como intelectual. Pero después de ese esfuerzo, la recompensa es, sin duda, satisfactoria.

Reflexiones finales sobre ‘Los años nuevos’

A medida que la serie avanza, creamos una conexión más profunda con Ana y Óscar. Es difícil resistirse a preguntarse ¿qué pasará después? ¿Lograrán encontrar el equilibrio entre lo que quieren y lo que realmente necesitan? En nuestra vida diaria, estas preguntas se presentan de formas sutiles, y a veces ni siquiera somos conscientes de que las estamos haciendo.

Cada uno de nosotros atraviesa años llenos de vivencias que, aunque pueden parecer triviales en el momento, están llenos de significado. ¿Quién no se ha sentido perdido en la treintena, como si el tiempo se deslizará entre los dedos? ‘Los años nuevos’ capta precisamente ese sentimiento, convirtiéndolo en arte narrativo.

Sin duda, ‘Los años nuevos’ es un recordatorio de que vivir plenamente implica abrazar la complejidad, fluir con los cambios y, sobre todo, entender que cada año trae consigo la oportunidad de comenzar de nuevo. Así que, ¿estás listo para sumergirte en esta narrativa intrincada? ¿Qué esperarías del próximo episodio de tu propia vida?

En resumen, si bien ‘Los años nuevos’ puede demandar la atención del espectador, el viaje resulta ser un enriquecedor retorno a la realidad. Nos recuerda lo hermosa que puede ser la lucha de encontrar nuestro lugar en un mundo que nunca se detiene. ¿Tú también estás listo para este viaje?