En estos tiempos que corren, donde el ruido y la inmediatez parecen ser reina y rey de nuestras vidas, una pregunta persiste: ¿cuán efectivamente nos protege la música del caos del siglo XXI? Un orden mundial en el que la ansiedad, las redes sociales y la deshumanización son el pan de cada día. Te invito a unirte a esta reflexión musical –y algo existencial– que no es más que un intento de sanación propia. ¿Te quedas? ¡Perfecto!

La lucha contra la deshumanización y la ansiedad

Recuerdo una tarde, mientras intentaba disfrutar de una canción en una cafetería, cómo mis ojos se posaron en las pantallas que rodeaban el lugar. Con cada notificación de un smartphone que sonaba, era como si el mundo real se esfumara alrededor. ¿No te ha pasado? La música debería ser una escapatoria, pero a veces se convierte en un eco de la ansiedad. Es como si las melodías trataran de competir con los murmullos de la tecnología. En este ambiente, el tiempo para escuchar y reflexionar se ha vuelto un lujo.

Varios artistas han hablado sobre este fenómeno. Algunos reflexionan sobre la rapidez y el ruido que nos envuelven. La artista Maika Makovski, por ejemplo, comparte su frustración respecto al hecho de que la cultura actual no parece premiar el pensamiento profundo. Hay que reconocerlo, algo tan simple como disfrutar de una tarde oyendo música se convierte en un verdadero desafío.

Bombardeo constante: la vida normalizada

A veces me pregunto si, al igual que yo, muchos de ustedes sienten en su piel este bombardeo continuo. ¿Cuántas veces hemos normalizado lo que evidentemente no debería ser normal? Nos hemos convertido en insomnes, medicados y ansiosos, atrapados en un ciclo donde las redes preferirían que nunca dejáramos de desplazarnos. Pero aquí está la clave: la música puede ser un refugio en medio de esta tormenta, un espacio donde olvidar, al menos por un rato, todo ese ruido exterior.

Si te ponías a pensar, es posible que la forma en que consumimos música también haya cambiado. Estamos en la era del «streaming», donde las plataformas deciden qué es popular y qué no. Aunque es fascinante tener acceso a un mundo entero de melodías, también puede ser abrumador. Así nos lo cuenta Makovski, quien reflexiona sobre cómo ahora parece que a las mujeres artistas se les presiona para que canten en español, como si eso fuera una manera de «encajar» en el mercado. Sin embargo, su corazón todavía resuena en inglés, donde se siente más libre. ¿Y tú, te sientes más cómodo en tu idioma nativo o explorando nuevos horizontes?

La batalla entre la autenticidad y la artificialidad

A medida que avanzamos en este paisaje musical saturado, es imposible no mencionar la influencia de la inteligencia artificial (IA) en la creación de música. Hay canciones que nos hacen cuestionar si lo que escuchamos es verdaderamente original o simplemente una réplica creada por algún algoritmo. La canción «A.I.» es un claro ejemplo de ello, donde se plantea una inquietante visión del futuro: ¿un mundo donde la música es creada por máquinas y las emociones humanas son irrelevantes?

La música nació de las emociones humanas y es, o al menos debería ser, un reflejo de nuestras vivencias y luchas. Pero, ¿puede la IA capturar la esencia de nuestra humanidad? DJ y productores están en constante búsqueda de esa chispa mágica que queda en la experiencia humana. ¿Podemos dejar que las máquinas sigan haciendo el trabajo creativo por nosotros?

En otro plano, ¿acaso estamos dispuestos a ser meros consumidores de contenido pre-digerido, olvidando el poder terapeútico que la música puede ofrecer? Les confieso que mi playlist está llena de esas canciones que me hacen sentir vivo, con letras que parecen hablarme directamente. Cuando veo a artistas como Ovidi de Los Zigarros colaborar en conciertos solidarios, me emociono. El mundo de la música nos recuerda que, en momentos difíciles, la unión y la empatía son lo que realmente importa.

La música como poderosa herramienta de cambio

Hemos hablado de la ansiedad, del ruido y de la lucha entre la autenticidad y la artificialidad. Pero hay un aspecto de la música que no podemos ignorar: su potencial como agente de cambio. En tiempos de crisis, la música es un refugio y, a su vez, una manera de hacernos escuchar. Alondra Bentley, otra artista que ha estado en esta conversación, también ha compartido su propia experiencia. La industria musical puede ser dura, pero en los conciertos solidarios se siente la voz de una comunidad unida.

¿No es eso lo que buscamos con la música? Crear un espacio donde nuestras preocupaciones se transforman en melodías, donde el dolor se convierte en un himno y la esperanza en una sinfonía. Cuando la música aboga por causas sociales —como las crisis actuales— es un recordatorio de que, aunque el mundo parece dividido, hay algo que puede unirnos: las emociones humanas a través de la música.

Así mismo, en medio de la deshumanización y las presiones de la industria, es inspirador ver cómo los músicos se unen para apoyar a su comunidad. Esto es un reflejo de que el arte puede y debe ser una herramienta para luchar y cambiar el mundo. Sus ideales se plasman en conciertos que, incluso si se realizan en un día ‘no propicio’, como un lunes por la tarde, pueden llenar un espacio con el poder de la música.

Autenticidad versus comercialización: dilemas de la era moderna

En la búsqueda de ser auténticos en un mundo que a menudo prefiere la comercialización, muchos músicos enfrentan dilemas interesantes. En el diálogo sobre las expectativas del público, Makovski expresa que es frustrante ser confinada a una etiqueta. En un momento decisivo de su carrera, pudo haber cedido ante la presión de crear música en español, pero optó por lo que realmente le nacía. Esto plantea una pregunta provocativa: ¿debemos ser genuinos y arriesgarnos a ser raros, o conformarnos y volverse populares?

Pero aquí es donde se convierte todo en una gran ironía. Mientras luchamos por ser «únicos», las plataformas de música algoritmanizan nuestras preferencias, creando un bucle donde nos encontramos escuchando siempre lo mismo. La autenticidad se convierte en una rareza en un océano de opciones prediseñadas.

El futuro de la música: vislumbrando la esperanza

Con todos estos inconvenientes y reflexiones personales, parece que nos hace falta un rayo de esperanza, ¿no crees? La respuesta también se encuentra en nuestro interior. La música tiene la capacidad de renovarnos, de conectar con lo que realmente somos y de ayudarnos a lidiar con el caos que nos rodea. Puede que las instituciones y los algoritmos intenten imponernos lo que debemos escuchar, pero hay un poder en perseguir lo que realmente hace vibrar nuestro ser.

Así que, ¿qué debemos hacer? Es encontrar ese espacio íntimo donde la música resuene con nuestra verdad. Ya sea que te encuentres en un grupo de amigos compartiendo un vinilo, en un concierto solidario o simplemente en tu habitación, recordando lo que te hace sentir vivo. Debemos preguntarnos: ¿qué música estoy eligiendo realmente? ¿Estoy creando un espacio donde me pueda sentir escuchado y entendido?

Reflexión final

Te invito a que sigas explorando tu propio camino musical como un acto de resistencia y autenticidad en esta era saturada de ruido. La música es y siempre será un espejo de la sociedad, un refugio y, ante todo, una luz en medio de la oscuridad. En esta montaña rusa emocional del siglo XXI, que nada te impida seguir buscando esa canción que encienda el fuego dentro de ti. Porque, al final del día, todos buscamos lo mismo: un ritual cotidiano de conexión emocional. Así que, adelante, dale play a tu vida y disfruta cada nota de tu camino. ¡Nos vemos en el próximo acorde!