El mundo de la publicidad puede parecer un lugar vibrante, lleno de creatividad y oportunidades. Muchos de nosotros hemos soñado con ser parte de este ecosistema, donde las ideas fluyen y las campañas innovadoras pueden hacer que un producto se convierta en una sensación. Pero, sorprendentemente, tras las luces brillante y los grandes anuncios, a menudo se esconde una realidad opresiva y tóxica, especialmente para las mujeres.

¡Bienvenidos a este viaje! Hoy vamos a explorar las historias de diversas mujeres que han atravesado obstáculos significativos en su camino para convertirse en publicistas, enfrentándose no solo a los altibajos de la industria, sino también a un machismo insidioso que las deja sintiéndose desamparadas y silenciadas. Toma asiento, una taza de café o té en mano, y acompáñame. ¿Estás listo?

La realidad detrás de la publicidad

La polémica que rodea al machismo en la publicidad no es nueva. Sin embargo, es sorprendente descubrir que, a pesar de los años de lucha por la igualdad de género, muchas mujeres siguen enfrentando un clima de trabajo tóxico y hostil. Para entenderlo, es importante mirar más allá de la fachada glamorosa que la publicidad ofrece.

Un amigo mío, quien también es creativo, siempre decía: «La publicidad es como una montaña rusa. A veces te sientes en la cima, disfrutando de la vista, y otras veces, simplemente te desplomas». Esta metáfora capta de lleno la tensión que sienten muchas profesionales en la industria. Pero lo que realmente está mal es que, en lugar de ser pura diversión, la montaña rusa está llena de baches, y algunos de esos baches están empapados en sexismo.

El machismo en las aulas y oficinas

¿Quién hubiera imaginado que la vida estudiantil podría convertirse en un campo de batalla? A menudo, se nos dice que el acoso es un problema que solo ocurre en el ámbito laboral, pero las historias de mujeres que enfrentan situaciones incómodas y humillantes en las universidades y escuelas de publicidad demuestran que no es así.

Una mujer, que preferirá permanecer en el anonimato, compartió su perturbadora experiencia en su escuela de publicidad. Su profesor, en un momento que debió ser educativo, hizo un comentario acerca de Satisfyer con el que se sentó y observó cómo sus fotos de Facebook “despertaban instintos primarios”. ¡Vaya forma de incentivar la creatividad! ¿Puede alguien decirme si ese era realmente el objetivo de la clase?

Pero no se detuvo ahí. Una becaria en Barcelona recordó un día de Halloween en el que se sentía encantadora, solo para regresar a la oficina y encontrar que un compañero de trabajo le había mandado un mensaje incómodo, justo cuando su imagen apareció en un video, enfocándose de manera poco profesional. La respuesta de ella, un simple «jajaja», muestra la cruda realidad de cómo las mujeres a menudo sienten la necesidad de minimizar su incomodidad para evitar represalias.

Alcanzando el mercado laboral: la lucha real comienza

Al finalizar los estudios, las mujeres suelen entrar a un espacio llamado «Mercado Laboral». Y si pensabas que las cosas iban a ser diferentes, piénsalo de nuevo. La transición de estudiante a profesional puede ser abrupta, con un retorno poco placentero a la realidad.

«Tenía 21 años, estaba de becaria en el Departamento de Creatividad de una agencia independiente…”. Esa frase tiene un tono familiar para muchas. Esta joven creativa se sintió ninguneada constantemente por su supervisor y por otros creativos. Y es aquí donde realmente se puede ver el machismo en acción. ¿No es irónico que, en un campo lleno de personas creativas, muchas veces la creatividad femenina sea eclipsada por la superioridad masculina?

El machismo afecta a las mujeres en todos los niveles, desde las becarias hasta las directoras creativas. Esas barreras invisibles son como sombras que parecen seguirte, recordándote que, no importa cuán talentosa seas, siempre habrá alguien que minimice tu trabajo o cuestione tu rol.

¿Por qué callar? Las consecuencias del silencio

Es fácil quedarse callada, especialmente cuando la cultura laboral refuerza el miedo. Las conversaciones en la sala de descanso a menudo giran en torno a la necesidad de permanecer en silencio para mantener el trabajo y evitar ser vistas como “problemáticas”. Pero, ¿cuál es el costo de este silencio?

Las mujeres que han contado sus experiencias enfrentan preguntas difíciles: «¿Por qué no lo dijiste?». La verdad es que muchas no dicen nada porque temen perder sus empleos, y en muchas ocasiones, esas historias de denuncia terminan en despidos o ostracismo. El miedo se convierte en un ladrón de cuentos, robando las experiencias valiosas que podrían generar un cambio significativo.

El futuro: ¿una luz al final del túnel?

Si bien es fundamental arrojar luz sobre estas historias de injusticia, también es importante reconocer que hay muchos hombres en la industria que apoyan la igualdad y son aliados en esta lucha. La advertencia es clara: todos, hombres y mujeres, debemos unirnos y salir a la luz para que estas historias no sean solo anécdotas en el camino hacia el respeto y la inclusión.

Las marcas y agencias deben también reflexionar sobre su papel en esta narrativa. Las que aún tienen prácticas machistas deben ser señaladas y enfrentadas. Las instituciones y las empresas tienen la responsabilidad de crear espacios seguros, no sólo porque es lo correcto, sino porque un ambiente inclusivo beneficia a todos.

Reflexiones finales: un cambio necesario

La publicidad puede ser un vehículo poderoso para educar, inspirar y cambiar percepciones. Pero, para que eso suceda, es esencial que quienes están trabajando en el fondo se sientan seguros y apoyados. Las historias de frustración, desilusión y angustia no solo deben ser escuchadas, sino transformadas en acciones concretas.

Como alguien que ha pasado por sus propias experiencias en esta montaña rusa llamada publicidad, puedo compartir que la lucha es larga, pero con cada voz que se alza, tenemos la oportunidad de hacer eco de un cambio hasta que no pueda ignorarse.

Así que, ¿qué podemos hacer? La pregunta correcta es: ¿qué no podemos hacer? El camino hacia la igualdad no es fácil, pero una sola voz puede encender el cambio y convertir el eco de la lucha en una sinfonía de esperanza. Al final, el objetivo es simple: un espacio donde cada persona, sin importar su género, pueda brillar con todo su talento y creatividad.

Imagina un mundo donde, en lugar de mirar hacia abajo, se levante la mirada; un mundo donde las ideas fluyan libremente, sin el peso del machismo. ¡Eso sí que sería una campaña digna de recordar!