En un mundo donde las certezas se desvanecen más rápido que un selfie mal tomado, la democracia se encuentra en un estado de constante desafío. La reciente intervención del presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez, en la Asamblea General de las Naciones Unidas, destaca precisamente este punto. ¿Realmente estamos viendo un retroceso de la democracia? ¿Es una crisis de desconfianza en las instituciones? Estas son preguntas que vale la pena explorar en este artículo, donde analizaremos el contexto internacional y la situación de la democracia en el mundo actual.

Un contexto mundial incierto

Si hay algo que hemos aprendido en los últimos años es que nada es seguro. Desde pandemias hasta guerras, todos hemos sentido en carne propia las ondas de shock que atraviesen nuestras sociedades. En este contexto, Sánchez no ha escatimado en palabras al hablar sobre el riesgo de retroceso de la democracia. Entre conflictos que parecen no tener fin –como los que se desarrollan en Ucrania, Gaza o el Líbano–, sus palabras resonaron como un eco de las preocupaciones que hoy en día tenemos todos. ¿Cuántas veces hemos sentido que nuestras voces se ahogan entre el ruido de las fake news y la polarización?

Invito a los lectores a reflexionar: ¿cuál es el estado real de nuestras democracias locales? En mi propia experiencia, he visto cómo la desconfianza en las instituciones puede corroer el tejido social. Recuerdo una conversación con un amigo que, frustrado, decía que «votar es como tirar un billete a la fuente de Trevi, con la diferencia de que allí al menos hay un deseo». Su comentario me hizo reír, pero detrás de la risa se escondía una profunda tristeza.

La batalla por la supervivencia de las instituciones

Sánchez, con su intervención, no solo levantó la mano en señal de preocupación, sino que propuso medidas concretas para defender la democracia. Dijo que tiene que haber «una voz de sentido común» en este mar de extremismos. Sin embargo, es más fácil decirlo que hacerlo. ¿Se puede realmente combatir la desinformación sin ceder ante la tentación de la censura?

Aquí es donde la honestidad juega un rol crucial. En un mundo cada vez más dividido, nadie querría que sus opiniones fueran silenciadas. Cada día, veo en redes sociales discusiones encarnizadas donde amigos se convierten en enemigos porque tienen visiones diferentes. Sin embargo, piensa por un momento: cuando fue la última vez que realmente escuchaste a alguien con quien no estás de acuerdo, en lugar de simplemente esperar tu turno para hablar?

Críticas al sistema internacional y derechos humanos

Mientras que algunas estadísticas pueden dar la impresión de que el mundo avanza hacia un mejor lugar, la realidad en el terreno indica lo contrario. Las palabras de Sánchez en la ONU sobre el papel de Israel en Gaza y la situación de Venezuela son ejemplos contundentes de cómo el sistema ha sido incapaz de acomodar las demandas actuales.

¿Es irónico que el mismo órgano que se supone que debe promover la paz y la democracia esté siendo criticado por su inacción? Hablando desde la experiencia, visitar el Consejo de Seguridad de la ONU es como ir a un museo donde las obras de arte son conflictos no resueltos. Cada observador puede ver un cuadro diferente, pero todos coinciden en una sentencia: «Alguien tiene que hacer algo».

Y mientras el mundo se debate entre el bienestar y la guerra, hay quienes creen que estos desafíos pueden resolverse si tan solo se mejorara la comunicación. En lo personal, siempre he creído en un diálogo honesto. Recuerdo un encuentro reciente con alguien que tenía opiniones opuestas sobre un tema controversial, pero en lugar de pelear, decidimos investigar juntos y compartir información. Al final, terminamos riendo y encontrando puntos en común. Un momento muy pequeño, pero significativo.

La búsqueda de soluciones sostenibles

El propio Sánchez mencionó la importancia de una Agenda 2030 másenciada en la humanidad. Pero, ¿cómo se mueve hacia adelante cuando parece que todo el mundo vuelve a mirar hacia atrás? Cuando el destino de nuestras sociedades parece estar tirado en el rincón de una habitación polvorienta, a menudo surge la incómoda pregunta: ¿podemos realmente confiar en nuestros gobiernos?

Las recientes palabras de Sánchez abogan por una reforma significativa de la ONU. Sin embargo, ¿será suficiente? Montar un esquema más inclusivo y equitativo podría traer nuevas esperanzas, pero el camino está lleno de baches. En la vida real, trabajar por la paz y la democracia es algo más que unas cuantas palabras bien pronunciadas. Es un compromiso continuo que requerirá valentía y determinación.

Subrayando esta realidad, me queda claro que, probablemente, la mayoría de nosotros hemos pasado por momentos de frustración de ver líderes políticos que se quedan atascados en sus sillones sin ofrecer soluciones perceptibles. ¿Cuántos podemos recordar que simplemente encontraban maneras de culparse unos a otros, en lugar de enfrentarse a la crisis en sí?

La importancia del cambio intergeneracional

Sánchez parece ser consciente de que el cambio no solo tiene que venir desde arriba. La futura secretaria general de la ONU, según él, debería ser una mujer, y este tipo de cambio intergeneracional es fundamental. Pero no podemos dejar todo el trabajo en manos de unos pocos. Cada uno de nosotros tiene su papel en este escenario global.

Visualiza, si puedes, el poder que tendríamos si cada generación realmente trabajara en conjunto. En mi ciudad, he visto a jóvenes organizarse en movimientos sociales, mientras que sus abuelos luchan por hacer escuchar su voz. ¿Por qué cada generación tiene que pelearse entre sí cuando, al fin y al cabo, todos queremos lo mismo: un futuro en el que vivir con dignidad?

Conclusiones sobre la lucha por la democracia

En conclusión, si bien el mundo parece estar al borde de una crisis de democraticidad, aún hay esperanzas. Las palabras de líderes como Pedro Sánchez sirven como recordatorios de que la lucha por la democracia y los derechos humanos no es solo una responsabilidad de unos pocos; pertenece a todos nosotros. Puede que la batalla esté llena de obstáculos, pero con cada pequeño paso hacia adelante, se abre una ventana de oportunidad.

A medida que avanzamos, no olvidemos que nuestra voz tiene un peso. Un peso que no solamente puede ser una crítica, sino también una llamada a la acción. ¿Estamos dispuestos a hacer nuestra parte, a no dejar escapar la idea de una democracia viable para las futuras generaciones? Porque, al final del día, lo que verdaderamente importa es que la lucha por la paz y la justicia valga la pena.

Así que, querido lector, mientras reflexionas sobre todo lo que hemos discutido hoy, te invito a tomar un momento para compartir tus pensamientos, porque en este viaje, tu voz también cuenta.