La pandemia de COVID-19 cambió nuestras vidas de maneras que jamás imaginamos. El temor, la confusión y la tristeza inundaron nuestros corazones, y uno de los lugares que más sufrieron fueron las residencias de ancianos. En la Comunidad de Madrid, las historias de angustia y pérdida han llegado a un punto crítico, donde los familiares de personas fallecidas han decidido levantar la voz. ¿Es este el comienzo de un cambio significativo en el trato a nuestros mayores? ¡Vamos a profundizar en esto!
Un castañazo en la cara de la indiferencia
La decisión de la Fiscalía de citar a declarar a más de 100 familiares de residentes fallecidos durante la primera ola de la pandemia no es trivial. Al contrario, es un recordatorio doloroso, pero necesario, de las injusticias que se vivieron en esos momentos. Personalmente, cuando escucho sobre el sufrimiento de estos familiares, no puedo evitar recordar a mi propia abuela y cómo el COVID la tuvo encerrada en su habitación, aislada del mundo. Fue un golpe horrible para todos nosotros.
Desde octubre, estos familiares han estado en pie de guerra, poniendo un rostro humano a las estadísticas que a menudo ignoramos. Sus seres queridos vivían en 72 geriátricos diferentes de Madrid, y muchos de ellos nunca regresaron a casa. Uno se siente impotente al escuchar estos relatos, ¿verdad?
¿Qué está pasando realmente?
Las cosas se complican cuando nos adentramos en el meollo de las acusaciones. La denuncia colectiva presentada por estas familias alega que se cometió un delito continuado de denegación de prestación sanitaria por motivos discriminatorios. En otras palabras, creen que sus familiares no recibieron la atención médica que necesitaban, y que esto fue debido a decisiones políticas irresponsables.
¿Sabías que, según el artículo 511 del Código Penal, este tipo de conducta está penada por la ley? Es una de esas situaciones donde las palabras se quedan cortas ante la tragedia humana. Sin embargo, la Consejería de Familia, Juventud y Asuntos Sociales ha restado importancia a estas denuncias, afirmando que la justicia ha archivado todo y que se está haciendo un uso partidista de los hechos. Esto, como imaginarás, ha causado un gran revuelo.
Más de 100 corazones rotos
La comunidad de Madrid se enfrenta ahora a más de 109 diligencias de investigación. Sí, has leído bien. Cada uno de los 109 denunciantes tiene su propia historia desgarradora. Algunos perdieron a un ser querido, mientras que otros, con el corazón partido, enfrentan el hecho de que dos miembros de su familia no regresaron a casa. Imagínate tener que revivir ese dolor una y otra vez al declarar.
Las asociaciones que coordinan esta denuncia, Marea de Residencias y 7.291: Verdad y Justicia, han sido valientes en su lucha. Fundadas en la memoria de sus seres queridos, han decidido que no se esconderán en la oscuridad. En momentos así es cuando el humor se vuelve un recurso, ¿no crees? Una vez escuché que “la risa es la mejor medicina”, pero en este caso, los medicamentos deberían ser administrados por hospitales competentes y no ser un chiste.
Un documental que desenmascara la tragedia
El nuevo documental titulado ‘7291’ se centra en los acontecimientos en las residencias y ha comenzado con sesiones abarrotadas en los cines de Madrid. Hacer cine con temáticas tan delicadas puede parecer un cuchillo de doble filo. Por un lado, es emocionante poder contar historias olvidadas; por otro, el dolor puede ser abrumador. Personalmente, no sé si tendría el valor de revivir esos momentos a través de una pantalla.
El hecho de que esta película esté viendo una gran respuesta del público podría ser indicativo del deseo de la sociedad por obtener respuestas y, tal vez, rendir homenaje a aquellos que se fueron. ¿No hay algo profundamente conmovedor en eso?
El miedo a que el tiempo borre la memoria
La advertencia sobre la posible prescripción de los delitos a partir de marzo de 2025 es un tema inquietante que debe tenerse en cuenta. Las familias han hecho un llamado a la Fiscalía para que actúe de manera rápida. ¿Podría ser que el tiempo es el mayor enemigo de la justicia? Con el fuego aún ardiendo en sus corazones, las familias de las víctimas están decididas a que se haga justicia, incluso si tienen que arrastrar su dolor por los tribunales.
La responsabilidad de los líderes
Es importante señalar que esta denuncia colectiva no se presenta en un vacío. Las acusaciones están dirigidas a 29 personas, incluyendo varios altos cargos de la administración pública. Uno se pregunta: ¿qué pasaría si estas personas realmente fueran responsables y tuviesen que rendir cuentas? La vida sería mucho más complicada, ¿no es así?
Entre los denunciados se encuentran los dos directores de Coordinación Sociosanitaria del Gobierno madrileño y el director de SUMMA 112, que supuestamente no garantizaron un adecuado sistema de atención. Durante esos días caóticos, donde las noticias cambiaban de minuto a minuto, la decisión de no trasladar residentes a hospitales fue impactante, y se siente como una traición y abandono. Eso duele.
La voz de la esperanza
Investigaciones sobre lo que realmente ocurrió en las residencias están en curso. No obstante, la pregunta sí que resuena: ¿deberíamos tener más fe en nuestras instituciones? La respuesta probablemente depende de a quién le preguntes. Muchas familias ya han perdido la confianza y no están dispuestas a dejar que se repita esta historia.
Es un acto delicado balancear la esperanza con la realidad. La esperanza de que el resultado de estas indignaciones logre un cambio positivo en el futuro de la atención de nuestros mayores es esencial. Pero también hay un profundo temor de que la historia se repita, y eso es algo que no podemos permitir.
Reflexiones finales
A medida que avanzamos, queda claro que el camino hacia la justicia en las residencias de Madrid sigue siendo un camino lleno de espinas. Las familias de los residentes fallecidos merecen respuestas y compasión, no solo a nivel institucional, sino también a nivel humano. Como sociedad, debemos mantener la conversación en marcha y asegurarnos de que cada historia cuente.
Hoy en día, en un contexto donde las noticias se desvanecen rápidamente en la memoria colectiva, es fundamental no dejar que el sufrimiento de estas familias caiga en el olvido. La denuncia colectiva es un paso hacia adelante. Como dice el viejo refrán: “No hay mal que por bien no venga”, y ojalá que algún día podamos mirar hacia atrás en esta época oscura y ver que realmente se produjeron cambios significativos en el trato a nuestros ancianos.
Así que te pregunto: ¿qué acciones tomarás tú para asegurarte de que esto no se repita? La lucha no ha terminado, y cada voz cuenta.