Ely, una elefanta que vive en el zoológico de San Juan de Aragón, en México, ha capturado la atención mundial no solo por su historia de tristeza, sino por el reciente fallo de la Corte Suprema de México que podría cambiar el panorama de los derechos de los animales en el país. ¿Quién podría imaginar que la vida de un ser tan majestuoso podría ser tan triste? Acompáñame en este viaje mientras exploramos la vida de Ely, el impacto del fallo judicial y la lucha en pro de los derechos animales.

Primeros pasos en un mundo de sombras

Ely llegó al zoológico en 2012 tras ser rescatada de un circo donde su salud estaba comprometida. Si bien el cambio de escenario parecía un rayo de esperanza, su vida tomó un giro oscuro tras la muerte de su amiga, Maggie, en 2016. Imaginen, por un momento, vivir en un lugar donde no hay compañía, donde la soledad se hace eco en cada paso que das. Así es la vida de Ely, tallada por la tristeza y la soledad durante ocho largos años.

Recuerdo una anécdota sobre un perro que conocí una vez que vivía en un refugio. Parecía tener la misma tristeza en sus ojos que se cuenta que tiene Ely. A veces, se necesita más que un cambio de entorno para sanar las heridas del alma. Al igual que el perro, Ely se golpeaba contra las paredes de su recinto, una forma de expresar su sufrimiento y desesperación. La pregunta es: ¿qué tan lejos puede llegar la empatía humana hasta obligarnos a luchar por aquellos que no pueden hablar?

Un cambio histórico en el horizonte

El viaje de Ely dio un giro inesperado cuando la Corte Suprema de México intervino. En una decisión sin precedentes, el tribunal ha ordenado mejorar su salud y condiciones de vida. ¿Se imaginan eso? La Corte Suprema no solo ha hablado, sino que ha defendido a un animal proveniente de un fondo de desolación y acoso. Para muchos defensores de los derechos de los animales, este veredicto no solo representa un triunfo para Ely, sino que también puede sentar un precedente en México.

Diana Valencia, fundadora del grupo Opening Cages y Opening Minds, fue quien se tomó la responsabilidad de cuidar de Ely tras haberla encontrado en su estado miserable. Su historia personal con Ely es un recordatorio de cómo las pequeñas acciones pueden tener un enorme impacto. Valencia se comprometió a no dejar que Ely sufriese más: «No van a hacerte lo mismo», prometió. Esa es la esencia de la empatía: tomar un momento para sentir el dolor del otro y actuar en consecuencia.

¿Qué significa esto para el bienestar animal?

El fallo de la Corte tiene implicaciones profundas. Por un lado, hay quienes argumentan que el zoológico ha mejorado las condiciones para Ely, con un recinto ampliado y la incorporación de otros elefantes. Sin embargo, otros se cuestionan si eso es suficiente. ¿Realmente se puede hablar de bienestar cuando un animal es mantenido en cautiverio?

La veterinaria Gabriela Uribe Acosta, quien dirige el zoológico, afirma que Ely está estable y que ha mostrado una mejora notable desde la llegada de sus nuevos compañeros. Ellos son ahora sus compañeros de vida, aunque algunas personas piensen que «la historia de la tristeza» de Ely es una frase que se repetirá una y otra vez. Pero ¿no es esta una forma de clasismo, aplicado a los animales? La pregunta permanece en el aire, susurrando el dilema de los derechos animales en un mundo de humanos que a menudo olvidan que también somos parte de un ecosistema más grande.

Una mirada al estado de los derechos de los animales

La decisión de la Corte Suprema podría ser el catalizador que impulse un cambio más profundo en la legislación relacionada con los derechos animales en México. A medida que nuestra cultura avanza en conciencia y comprensión sobre el bienestar animal, es también un recordatorio de una cuestión compleja: ¿pueden los animales ser considerados como «personas» ante la ley? Este ha sido un tema controvertido en varios tratos legales donde se ha argumentado que ciertos animales, como los elefantes, tienen complejidades emocionales y sociales que deben ser reconocidas.

Sin embargo, el caso de Ely aún enfrenta gigantescas pedradas. Aunque la justicia ha hablado, el camino hacia una mejora real es largo y empedrado. Muchos abogan por el traslado de Ely a un santuario donde pueda vivir en un entorno más natural y saludable, lejos de muros y jaulas. La sombra de la decisión del Tribunal de Colorado, que negó el estatus de «persona» a cinco elefantes, se cierne sobre la lucha por los derechos de Ely. ¿Qué pasará si el sistema se niega a ver el valor intrínseco de cada animal?

La voz de las redes sociales: un aliado poderoso

Con el auge de las redes sociales, el caso de Ely ha adquirido una visibilidad que muchos sistemas legales a menudo descuidan. La presión pública ejercida a través de plataformas como Twitter e Instagram ha resonado, llevando cada gesto de Ely más allá de los límites del zoológico. Las historias de empatía y amor a menudo se vuelven virales, y el caso de Ely es uno de esos relatos que hace resonar la conciencia colectiva.

Las historias que compartimos a menudo se convierten en gigantescos motores de cambio. Lo que comenzó como una súplica solitaria ha crecido en un ejército de voces que abogan por una mejor calidad de vida para Ely. Es fascinante cómo estas historias pueden crear un efecto en cadena, inspirando a otros a asumir roles de activismo y generando un movimiento que se puede expandir en la lucha por la justicia animal.

La pregunta esencial: ¿qué podemos hacer?

Y aquí es donde entra el lector. ¿Qué puedes hacer tú para ayudar a Ely y a millones de adecuaciones así? La lucha por los derechos de los animales no se limita a un sector de la sociedad. Cada uno de nosotros puede ayudar a marcar la diferencia. Puedes seguir y compartir la historia de Ely en tus redes sociales, educar a otros sobre el bienestar animal e incluso participar en protestas pacíficas que apoyen el cambio en la legislación.

También es vital apoyar santuarios y organizaciones que trabajan para rescatar y recuperar animales que han sufrido en condiciones similares a las de Ely. Tal vez no todos podamos adoptar un elefante, pero el compromiso y la conciencia individual son pasos significativos hacia una comunidad más empática.

Reflexiones finales

El caso de Ely es un testamento del poder de la empatía humana y de cómo una vida puede cambiar para siempre cuando simplemente alguien decide intervenir. Nos muestra que no importa cuán pequeño o grande pueda parecer nuestro esfuerzo, todos podemos contribuir de una manera u otra. A veces, ser un defensor es simplemente ofrecer tu voz a aquellos que no la tienen.

Así que mientras Ely lucha por su lugar en este mundo, yo espero que su historia resuene en muchos corazones y despierte el deseo de actuar en nombre de aquellos que no tienen la capacidad de hacerlo por sí mismos. A fin de cuentas, ¿dónde está la línea entre ser un hombre y ser un dios? La historia de Ely se entrelaza con nuestras propias luchas humanas; nos recuerda que todo ser vivo merece ser tratado con dignidad y respeto.

El futuro de Ely y de muchos otros como ella dependerá de nuestras acciones colectivas. No dejemos que su historia se convierta en otra más en la sombra de la historia. Hagamos ruido, hagamos eco de su nombre y, tal vez, un día, cuando miremos atrás, veremos que la tristeza se ha transformado en esperanza.