En la última década, hemos sido testigos de cómo ciertas enfermedades, que antes asociábamos con lugares lejanos y exóticos, han comenzado a hacer acto de presencia en nuestro entorno. Las alertas sobre el dengue, la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo y la fiebre del Nilo Occidental están sonando con una frecuencia alarmante. Pero, ¿por qué esto está sucediendo? ¿Y qué significa para nosotros, los mortales comunes que solo queríamos disfrutar de nuestras vacaciones sin preocuparnos por picaduras de mosquitos? En este artículo, vamos a tratar de desentrañar esta complicada telaraña de enfermedades emergentes, sus causas y cómo podemos protegernos.

Brotes recientes: una mirada a los casos en España

Recientemente, la noticia sobre ocho casos de dengue en Cataluña y varios brotes de fiebre hemorrágica de Crimea-Congo y fiebre del Nilo Occidental ha llamado la atención de muchos. Las cifras pueden parecer pequeñas si las comparamos con los 12 millones de casos de dengue reportados en Brasil. Pero la clave aquí es la transmisión local. Estos no son casos importados de turistas venidos de tierras lejanas, son casos que están ocurriendo aquí, en nuestras comunidades.

La doctora María Velasco, una voz autoritaria en el tema y presidenta del Grupo de Patología Importada, ha señalado que el reconocimiento temprano de estos casos es crucial. “La relevancia de estas enfermedades no se mide únicamente por su incidencia, sino por el potencial que tienen de convertirse en problemas endémicos”, dice. Así que sí, ¡es hora de prestar atención!

El efecto del cambio climático y los vectores

Hablemos claro: el cambio climático está dándonos muchos problemas, y ahora parece que también está propiciando la llegada de estas enfermedades. Los mosquitos no necesitan pasaporte para viajar, pero sí se benefician de climas más cálidos. La combinación de viajes de aves migratorias y un aumento en las temperaturas veraniegas en Europa presenta un cóctel peligroso. La población local, sin defensas adecuadas, se convierte en el plato principal para estos nuevos virus.

La población vulnerable, como señala el epidemiólogo Antoni Trilla, es un factor que debemos tener en cuenta. ¿Y qué pasa con la población de mosquitos? En Andalucía, donde la fiebre del Nilo Occidental es especialmente prevalente, por no hablar del clima idóneo, se crean las condiciones perfectas para que las enfermedades se propaguen.

La importancia de la detección temprana

Imagina que estás en una fiesta y alguien empieza a toser. Nadie quiere ser ese invitado que tiene que ir a casa porque ya se imagina el susto de una posible gripe que puede desencadenarse en una pandemia. La detención temprana de enfermedades es vital para que no se conviertan en brotes masivos. Y aquí entra nuevamente la importancia de la vigilancia. “Es como tener un guardián de la puerta”, dice Velasco al referirse a la necesidad de que el sistema de salud esté alerta.

Hablando de alertas, es esencial que aquellos que hayan viajado a regiones endémicas se hagan chequeos médicos a la vuelta. No queremos transformar un viaje exótico en una aventura en la que termines con fiebre y un mosquito como mejor compañero de viaje, ¿verdad?

Estudios recientes y situaciones anecdóticas

Desde los casos anecdóticos de dengue hasta los casos importados de ébola, la realidad nos está mostrando que estamos más conectados de lo que pensamos. Existe un concepto que ha cobrado relevancia: «One World, One Health». En resumen, nuestras acciones aquí pueden afectar de manera significativa a otras partes del mundo. Este año, España recibió a más de 94 millones de turistas. ¡Eso es más del doble de nuestra población! Con cada avión que aterriza, hay un pequeño riesgo escondido en las maletas.

¿Pero realmente podemos culpar a los turistas? La doctora María Velasco es clara: “No hay enfermedad relacionada directamente con los inmigrantes. Es más común que un viajero traiga algo que un migrante”. Así que si ves a un turista tosiendo, probablemente no sea el culpable del último brote.

Prevenir no es lo mismo que temer

La prevención es la clave para lidiar con estas enfermedades emergentes. Pero, ¿cómo podemos prevenir si no sabemos a qué atenernos? El primer paso es mantenernos informados. No se trata de entrar en pánico, pero sí de estar al tanto de lo que sucede en el mundo.

Las vacunas son uno de nuestros mejores aliados. Aunque actualmente solo hay vacunas para el dengue, la investigación sigue en marcha para muchas enfermedades. Mientras tanto, el control de los vectores es fundamental. A los insectos no les gusta que les molesten, así que podemos tomar medidas para reducir su población. Ya sabes, un poco de repelente de insectos nunca está de más.

Acciones individuales y colectivas

La única forma de que podamos enfrentar estos problemas es tomando acciones tanto a nivel individual como colectivo. Si te encuentras en una zona de riesgo, usa el sentido común; no descuides tu salud. Es como vestirse adecuadamente para una fría mañana de otoño. ¿Quién querría acabar con un resfriado porque subestimó el clima?

Además, debemos apoyar las políticas sanitarias que promueven el control de enfermedades. Si no existe una atención adecuada para el diagnóstico y tratamiento, estamos dejando la puerta abierta para la propagación de estas enfermedades. La consciencia colectiva es tan importante como el conocimiento personal.

La lección del pasado

En 2020, pasamos por una experiencia colectiva que nos dejó con una sensación de vulnerabilidad. La llegada de COVID-19 nos enseñó que cualquier virus puede ser solo una picadura de mosquito de distancia. Y, aunque ahora no estemos viendo gráficas verticales de contagios, no significa que no debamos mantenernos alerta.

Recordemos que la conciencia sobre la salud pública se fragua a través de la educación y la prevención. Una dosis de conocimiento puede ser el mejor antídoto contra el miedo. Así que la próxima vez que planees un viaje o te midas contra un mosquito en un parque, pregúntate: «¿Estoy tomando las medidas adecuadas?» La respuesta podría ser la diferencia entre un episodio anecdótico y una epidemia emergente.

Reflexiones finales: el camino hacia adelante

La evidencia está ahí: estamos lidiando con un cambio en el panorama de la salud que podría cambiar nuestra vida cotidiana. La aparición de enfermedades emergentes en Europa no solo es una cuestión de números, es un recordatorio de que debemos estar atentos. Las enfermedades infecciosas no son una fantasía de películas de terror, son una realidad tangible que podemos enfrentar juntos.

Por último, no olvides la importancia de cuidarnos unos a otros. La salud pública no es solo responsabilidad del sistema sanitario, es un esfuerzo colectivo. Así que mantente informado, usa repelente, vacúnate y, sobre todo, cuida de tu salud y la de los que te rodean. Porque, al final, vivir en comunidad significa estar juntos en las dificultades, y eso incluye luchar contra lo desconocido.


Y así, queridos lectores, hemos llegado al final de esta exploración sobre el emergente mundo de las enfermedades en Europa. ¿Te has encontrado en alguna situación que te haya hecho reflexionar sobre tu salud de esta manera? Estoy seguro de que muchos de nosotros hemos pasado por ello. ¡Mantengamos la conversación abierta!