La cultura es, sin lugar a dudas, uno de los grandes pilares de nuestra sociedad. Y aunque su apreciación sea subjetiva y a veces cuestionada, es innegable que el arte y el entretenimiento son componentes esenciales de nuestra vida cotidiana. Sin embargo, detrás de la magia del cine, la televisión y el teatro, se oculta una realidad que muchos prefieren ignorar: la precariedad laboral que afecta a una parte significativa de los trabajadores culturales, especialmente a los actores de figuración. Hoy vamos a sumergirnos en esta problemática a través de la voz de quienes la viven cada día.
Los actores de figuración: invisibles pero imprescindibles
Cuando pensamos en el cine, a menudo nuestros pensamientos se dirigen a las grandes estrellas y sus actuaciones memorables. Pero, ¿qué pasa con los figurantes? Esos actores que aparecen en segundo plano, aportando vida y autenticidad a las escenas, pero que rara vez recibimos como se merecen. La Asociación Profesional de Actores de Figuración (APAF) hizo un llamado al respecto recientemente, mediante una carta abierta al ministro de Cultura, Ernest Urtasun, solicitando atención a su situación precaria. Ellos quieren que se les reconozca como una parte vital del sector cultural, y su voz no puede ser ignorada.
Juan Aguilar, vocal de APAF, expresa que son un colectivo muy numeroso, con 30,000 trabajadores estimados a nivel nacional. Sin embargo, ¿cómo es posible que una profesión tan grande permanezca en la sombra? Su carta hace eco de una frustración compartida: “Queremos decir que existimos, que nuestras condiciones no son las apropiadas y que el convenio se incumple constantemente”. A veces me pregunto, ¿cuántas veces tenemos que gritar para que nos escuchen?
La desactualización del convenio laboral
El actual convenio que rige las condiciones laborales de los actores de figuración se remonta a 2016. Desde entonces, la industria ha evolucionado, las demandas han cambiado y, sin embargo, ellos siguen atrapados en una normativa que no refleja su realidad actual. Un nuevo convenio es necesario, uno que contemple aspectos tan básicos como un “suplemento por nocturnidad” y que regule el pago de salarios de manera justa y oportuna. ¿Realmente es tan difícil actualizar un documento cuando el trabajo de miles de personas está en juego?
Como anécdota personal, recuerdo una ocasión en la que trabajé en un rodaje y el clima era tan duro que estábamos helados. Sin embargo, cuando llegué a casa, el frío no fue lo único que me incomodó: ¡mi nómina llegó semanas después! Cada jornada parece una batalla en la que los figurantes tienen que pelear por lo que es justo, y esa no es la manera en que deberían sentirse tras un día de trabajo. Nadie debería tener que luchar por lo que le corresponde.
La voz de los figurantes: un grito de auxilio
La carta de APAF es un grito desesperado que resuena en un departamento gubernamental que parece estar más preocupado por otros temas. “No parece que existamos. Se podría decir que a veces nos hacen sentir como si fuéramos el lumpen de la industria audiovisual”, admiten en su comunicado. Es impactante pensar que quienes añaden autenticidad a nuestras series y películas se sientan así. ¡Es como si un chef solo cocinara para la audiencia, pero nunca probara su propia comida!
Lo que estas personas realmente desean es que se les escuche, que se les reconozca y que el ministerio tome en cuenta sus necesidades. ¿Acaso no es el deber del gobierno asegurar el bienestar de todos los ciudadanos, incluidos aquellos que dan vida a la cultura a través de su trabajo?
Precariedad y miedo: un ciclo vicioso
Una de las barreras más grandes a las que se enfrentan los actores de figuración es el miedo a represalias. Juan Aguilar menciona que hay un temor generalizado entre los trabajadores de salir de la línea. Al ser un sector donde las oportunidades son escasas y la competencia feroz, muchas veces se sienten atrapados en un ciclo de precariedad. ¿Cuántas veces hemos escuchado historias de personas que alquilan su talento, pero luego se encuentran con contratos que ni siquiera garantizan el pago a tiempo?
Para muchos de estos trabajadores, hablar o exigir mejores condiciones es arriesgarse a ser “marcados”. Imaginen tener que elegir entre un empleo que les gusta y la seguridad de una remuneración justa, ¿no es una trampa atroz? Es por eso que la APAF se esfuerza por dar un paso al frente y exigir que sus derechos sean reconocidos, reclamando visibilidad y dignidad laboral.
El Estatuto del Artista: ¿una esperanza lejana?
Este Estado ha prometido trabajar en un Esatuto del Artista que contemple todas las vertientes de la cultura, incluyendo a los actores de figuración. Sin embargo, la lucha por una definición que se adapte a la realidad de estos trabajadores ha sido una de las grandes reivindicaciones del sector. La actual definición en el proyecto de Estatuto parece estar más orientada a la teoría que a la práctica.
La APAF sostiene que, en muchas ocasiones, realizan tareas que requieren habilidades que no están contempladas en la definición oficial. ¿Conducir, llevar bandejas? Por supuesto que eso no se hace solo con la presencia, ¡vaya sorpresa! Ellos merecen un marco legal que reconozca todo lo que aportan, pues su labor es esencial para la autenticidad del producto final.
La promesa de Urtasun y su contexto
Ernest Urtasun declaró que su objetivo era que la cultura dejara de estar asociada a la precariedad laboral. Aunque sus palabras son alentadoras, necesitamos acción, no solo promesas. Es importante recordar que la cultura no es un lujo, sino una necesidad; y para que florezca, necesita el sustento adecuado.
Pero ¿realmente está el gobierno escuchando estas quejas? Urtasun ha prometido avanzar en el marco del Estatuto del Artista, pero las preguntas que surgen son: ¿será suficiente? ¿Se tomarán en serio las peticiones de actores y actrices de figuración dentro de este marco? La presunción de que la cultura puede continuar prosperando con precariedad es errónea. El arte necesita ser alimentado y cuidado como cualquier otra disciplina.
¿Qué futuro les espera a los figurantes?
Los actores de figuración siguen esperando un cambio. En su carta, cierran con una pregunta que deja muchas reflexiones: “¿Y, si son tantos, por qué no actúan?”. La respuesta parece simple, pero es compleja. Mientras que el sector se mueve por la inercia, los figurantes sienten que su única opción es continuar “sobreviviendo” en la espera de que alguien, algún poder, los escuche.
Imaginen cómo sería un mundo en el que la labor de un figurante estuviera valorada como la de un actor principal. Tendríamos una industria más saludable, donde cada persona, desde el protagonista hasta el último figurante, sintiera que su trabajo es fundamental. Y aunque el camino es largo, la voz de quienes hacen de fondo en nuestras historias ya se ha levantado, y el eco de su lucha puede ser un primer paso.
Conclusión: no olvidemos a los que hacen posible la magia
Cuando miramos una escena de una película, tendemos a olvidar que cada pequeño detalle cuenta, desde el vestido del protagonista hasta el café que está detrás en la mesa. Los figurantes son ese café, ese amigo que inyecta vida a la escena. Y ahora, ellos nos piden que no los dejemos atrás, que su trabajo sea reconocido y que sus derechos laborales sean respetados.
La cultural que amamos y disfrutamos no puede permitirse la precariedad. La historia de los figurantes es un recordatorio de que el arte no es solo un espectáculo; es trabajo, es esfuerzo, y sobre todo, es una comunidad que merece ser cuidada. Así que la próxima vez que veas una película, detente un momento y piensa en los que están detrás de las cámaras. No más invisibilidad, por favor.