La primera vez que escuché el nombre de Anthony Blake fue en una conversación entre amigos, mientras disfrutábamos de unas tapas en una terraza de Gijón. Uno de ellos, emocionado, exclamó: «¡Ese tipo adivinó el número de la lotería en directo!» Por supuesto, el escepticismo llenó la mesa más que los vasos de vino. Pero lo que realmente me atrapó no fue solo la hazaña, sino el aura de misterio y curiosidad que rodeaba a este mago/mentalista. ¿Cómo lo hizo? ¿Era realmente un vidente o simplemente un maestro del engaño?

Anthony Blake, con su característico estilo y carisma, ha logrado mantenerse en el candelero desde que acertó el número ganador del sorteo de Navidad en 2002. Desde entonces, ha alimentado una atmósfera de magia y especulación alrededor de su figura. Pero, ¿es realmente un predecidor del futuro o un experto en ilusión? Vamos a desentrañar este enigma, no sin antes dar una mirada a su trayectoria, las anécdotas que lo rodean y lo que lo hace un ícono en el mundo del entretenimiento.

Los inicios de un mago: de las calles de Gijón a la televisión

Antes de ser conocido por millones, Blake, cuyo verdadero nombre es José Luis González Panizo, comenzó su aventura mágica en las calles de Gijón. Imagínate un adolescente con una gorra en la mano, mostrando trucos a un puñado de curiosos que pasaban. Tras cada truco, el brillo en los ojos de los espectadores era su recompensa. Un día me aventuré a hacer algo similar, pero en lugar de aplaudir, lo que recibí fue un «¿Eso no es un truco de magia que vi en la tele?». Nos reímos y, a pesar de las críticas, decidí seguir intentándolo. Así que puedo entender la determinación de Blake al querer atraer al público con su arte.

Fue solo cuestión de tiempo antes de que su talento llamara la atención de grandes nombres en el entretenimiento. En la década de los 90, acabó trabajando con leyendas como Juan Tamariz y Chicho Ibáñez en el famoso programa «Un, dos, tres». Recuerdo la primera vez que vi ese programa, todos los trucos de magia y los juegos me dejaban boquiabierto, así que no es de extrañar que Blake haya sido capturado por la esencia de la televisión.

El milagro de las loterías: un truco o algo más

El 22 de diciembre de 2002, España se detuvo cuando Blake afirmó haber adivinado el número ganador de la Lotería de Navidad. El número 8103 resonaba en los hogares, mientras todos hablaban del fenómeno. Debo confesar que mi primera reacción fue de incredulidad; después de todo, quien no quisiera saber qué número va a ganar la lotería, ¿verdad?

Sin embargo, lo que muchos no sabían es que este milagro no era más que un ingenioso truco. Blake no es un vidente; inmediatamente quedó claro que era un mago que juega con las percepciones. En una entrevista, reveló que el truco involucraba más que un simple número: «El truco era mucho más sofisticado, elaborado y divertido que todo eso», afirmaba. Todo está relacionado con la imaginación y la ilusión, a lo que concuerdo plenamente. En mi experiencia, las ilusiones no son menos poderosas que la realidad misma; a menudo son solo la forma en que vemos las cosas lo que las hace asombrosas.

Misterios y mitos: el caso del enano

El número 8103 no solo llevó a la fama a Blake, sino que también dio paso a numerosos rumores y especulaciones. Pedro Piqueras, presentador de Telecinco, reveló que tras bambalinas había un «enano» que ayudaba a Blake. Todos nos quedamos pensando: «¿Puede ser?» La idea de un enano oculto detrás del telón era tan absurda como hilarante. Aunque Blake nunca dejó de reírse de la situación, declarando que no había tal enano, su sentido del humor lo salvó.

A veces me pregunto si no somos todos un poco como ese «enano»: escondemos las partes de nosotros mismos que creemos que no encajan en la narrativa que queremos contar. ¡Ah, la humanidad! Un verdadero acto de magia.

La eterna curiosidad: ¿qué nos dirá el futuro?

Ya en 2023, Blake hizo un intento más de predecir el número de la lotería: este año apostó por el 09754. Aunque no se trató de un espectáculo como el de 2002, la curiosidad en torno a lo que él ofrece sigue estando presente. Cada vez que habla de predicciones, me hace pensar: ¿cuántos de nosotros no quisiéramos tener la capacidad de conocer el futuro, aunque sea un poco?

Hay una película que se me viene a la mente, «¿Y si fuera verdad?», la cual nos muestra la futilidad de saber el futuro. Después de todo, la vida ocurre en ese espacio entre lo que sabemos y lo que nos sorprende. Y aunque muchos intenten prever lo que vendrá, el destino tiene su propio plan.

Un legado en continua evolución

A sus