El mundo está en constante cambio, y con ello, las políticas fiscales y la gestión económica deben adaptarse. La pandemia trajo consigo no solo desafíos sanitarios, sino también económicos que quedaron expuestos en toda su vulnerabilidad. La actual encrucijada fiscal que enfrentan países como Francia y el Reino Unido nos hace preguntarnos: ¿será 2025 el año del cambio radical en las políticas fiscales a nivel mundial?

La lección de la Gran Pandemia

Recordemos aquellos días en los que la palabra «pandemia» era como un hechizo maldito, que nadie quería mencionar. Todos nos encontramos empujados a un nuevo estilo de vida, que incluyó trabajar desde casa, comprar en línea y, para algunos, hacer yoga en la sala de estar (sin mencionar la cantidad de pan que posiblemente horneamos de más). La respuesta de los gobiernos fue masiva, implementando estímulos fiscales a una escala nunca vista antes. Sin embargo, a medida que empezamos a salir de la crisis, quedó la incómoda pregunta: ¿quién pagará la factura?

La austeridad se presenta como la nueva villana en esta historia. A medida que el polvo de la crisis se asentaba, muchos gobernantes comenzaron a replantearse su enfoque sobre cómo estabilizar la economía sin caer en la trampa de la austeridad que, según la comparación, no había funcionado bien después del colapso crediticio de 2008. Es casi como si hubiesen estado jugando al Monopoly y decidieran, al final de la partida, que es mejor devolver las casas en lugar de entrar en quiebra.

Francia y su nueva estrategia impositiva

En un giro sorprendente, Francia está considerando aumentar los impuestos a las grandes fortunas y corporaciones. Esto parece el regreso glorioso a las piezas de un rompecabezas fiscal que muchos ya habían dado por perdidas. El actual gobierno de Michel Barnier está tomando cartas en el asunto, deshaciéndose de la narrativa que lo vinculaba a Emmanuel Macron, quien fue más conocido como «el presidente de los ricos». El nuevo enfoque fiscal busca recaudar los fondos necesarios para un «presupuesto masivo» que, en teoría, pondría a Francia en un camino de recuperación económico más equilibrado.

El dilema del déficit

Pero, ¿qué significa realmente un «presupuesto masivo» en la práctica? Con un déficit que alcanza el 6 % del PIB y una deuda de 3 billones de euros, Francia se encuentra en una situación crítica. Barnier menciona que “es necesario reparar la coyuntura”, y apela a un esfuerzo colectivo para recortar gastos, aunque sin comprometer los servicios sociales. Es como querer mantener la dieta mientras sigues disfrutando de la tarta de chocolate. Tarde o temprano, uno de los dos tendrá que ceder.

El consenso entre los economistas apunta a elevar el tipo impositivo sobre las rentas de capital al 35 % y restaurar gravámenes a los ricos que generarían, al menos, 15.000 millones de euros. Pero mientras tanto, existe el temor a que las nuevas políticas fiscales provoquen un fuga de capital, potencialmente acentuando la crisis de confianza que enfrenta la economía francesa. ¿Es que nunca aprendemos de nuestros errores?

El Reino Unido ante un nuevo amanecer económico

Mientras tanto, cruzando el Canal de la Mancha, el Reino Unido se encuentra en una buena posición para dar un giro radical en sus políticas económicas bajo la dirección de su nueva canciller del Tesoro, Rachel Reeves. En un entorno económico que empieza a mostrar signos de vida, Reeves busca implementar un presupuesto expansivo y socialmente responsable que podría competir con el mismo capitalismo. En la actualidad, con un crecimiento del PIB que se sitúa por encima de sus vecinos europeos, el momento podría ser ideal para dar un paso al frente.

La jugada perfecta

Reeves no solo está apostando por la reindustrialización, sino que también está jugando al ajedrez con las finanzas públicas. Al cambiar el enfoque hacia la sostenibilidad y la inclusión social, su estrategia puede servir como un modelo para otras naciones. Desde el otro lado del océano, Kamala Harris quizás esté tomando apuntes, ya que su propio plan económico refleja aspiraciones similares.

Estados Unidos: la presión sobre las grandes fortunas

La marea política en EE.UU. también está cambiando, con propuestas para aumentar los impuestos a las familias de altos ingresos y corporaciones. Harris está comprometida a no tocar a los estadounidenses con ingresos inferiores a $400,000 anuales, mientras eleva la presión sobre aquellos que ganan más. Esto parece un delicado acto de equilibrio: ¡quien dijo que los impuestos no podían ser divertidos!

El plan de Harris, que incluye un aumento del tipo de sociedades del 21 % al 28 % y la implementación de un gravamen del 25 % para fortunas superiores a $100 millones, está diseñado para reducir el déficit y aumentar la recaudación, con el objetivo de cerrar la brecha de desigualdad.

Mirando hacia el futuro: ¿un cambio en el ecosistema fiscal?

A medida que analizamos estos desarrollos en Francia, el Reino Unido y Estados Unidos, se hace evidente que estamos en medio de un cambio de paradigma fiscal. Más allá de las políticas específicas, el consenso parece estar orientado hacia un aumento de impuestos para aquellos que más pueden aportar. Pero, ¿dónde está el límite?

Cada vez que un nuevo paradigma se introduce, surgen las voces críticas sobre cómo se aplicará, los efectos en la inversión y la economía en general. Muchos temen que estas reformas agiten un avispero que podría desestabilizar el delicado equilibrio logrado tras años de crisis. Pero, ¿no es esta la razón por la cual los líderes deben ser valientes y enfrentar la realidad?

En resumen, el futuro del sistema fiscal parece verse más lleno de colorido y dinámico que nunca. Con líderes como Barnier y Reeves, las apuestas son altas, y los ojos del mundo están fijados en lo que sucederá a continuación. Si tenemos suerte, el regreso de la austeridad podría no ser más que un recuerdo lejano, como aquellos calcetines de colores que usamos en casa. Manteniendo una mente abierta y un sentido del humor, podemos preguntarnos: ¿estaremos listos para lo que viene? Después de todo, los cambios no son fáciles, pero pueden ser muy necesarios.

La próxima vez que escuchemos hablar sobre reformas impositivas, recordemos que estas son más que números en un balance; son obras de arte en un lienzo económico, creando una imagen que esperemos, refleje una sociedad más justa, equitativa y, por supuesto, capaz de afrontar cualquier crisis que el futuro nos depare.